'Derby' con sifón
Por imperativos del calendario, el Madrid y el Atlético han salido de la UVI para participar en un derby de lisiados. Aunque ambos sueñen con un providencial cambio de suerte, esta vez no podrán escenificar un duelo entre aspirantes; es evidente que pasan por una de esas ingratas situaciones en las que la anemia se cruza con el dolor de muelas, así que no se nos anuncia el acostumbrado torneo en el que dos campeones lucharán por el favor de la princesa, sino una lúgubre escena de folletín en la que dos exploradores extenuados se disputarán la misma cantimplora. Por el momento no conocemos las incidencias del partido, pero ya podemos predecir el desenlace: quien pierda se irá al hoyo; quien gane sólo podrá disfrutar de la precaria gloria del superviviente.A pesar de ello los eternos rivales presentan distintos cuadros clínicos. El Madrid, por ejemplo, buscaba desesperadamente el remedio a lo que todos consideraban un vestuario descompuesto. Nadie ha explicado muy bien cómo puede pudrirse un vestuario, pero, dados los pocos minutos que los futbolistas acostumbran a pasar en él, cabe pensar que los chicos mejor dotados de la plantilla aprovecharían la salida de la ducha para mortificar a sus compañeros más modestos, o quizá que algún croata provocador intentara caldear el ambiente lanzando su frasco de champú al vecino más próximo, o incluso que los suplentes más procaces aprovechasen la impunidad del retrete para murmurar consignas contra el entrenador.
Después de varios años de debates, conseguido el estado de opinión más propicio, Lorenzo Sanz se fue a Estambul en busca del remedio. Allí, tumbado en su cama turca, soñando con un imposible paisaje en el que una odalisca ataviada con txapela, corpiño y lazo sembraba el estadio Bernabéu de cocochas al pil pil, estaba John Benjamin Toshack. Bendito sea Dios.
No puede decirse que mientras el Madrid se transforma día a día en el damero maldito, el Atlético se haya quedado atrás en su carrera hacia el precipicio. Sin embargo, y a diferencia de Sanz, los Gil eligieron la vía italiana. Olvidado Arrigo Sacchi y desaparecidos sus monaguillos Serena y Torrisi en el agujero del calcio, contrataron a Ranieri para que nos transmitiese la verdad revelada.
Al contrario que su colega madridista, don Claudio venía de digerir más de mil paellas y de transformar el juego del Valencia en un nuevo género: el fútbol entendido como descarga eléctrica. Luego, sus comienzos fueron muy prometedores, pero cuando empezábamos a confiarnos amplió su repertorio de improperios y se entregó a una apasionada declaración de intenciones: al parecer, él no pretendía que su equipo jugase bien; la urgencia era ganar jugando mal. Consideremos sus méritos y digamos que a esta fecha ya ha cumplido la mitad del objetivo: juega mal, pero pierde.
También es justo admitir su voluntad autocrítica y señalar que para esta ocasión parece haber revisado sus fundamentos. Según ha confesado, su plan para el derby es presionar muy arriba y quitarle la pelota al Real Madrid: el problema es que seguimos sin saber para qué la quiere.
En conclusión, y a pesar de lo dicho, disfrutaremos de un partido emocionante, aunque sólo sea por la igualdad que le confieren estas dos historias paralelas. Convengamos en que don Claudio quería que nos olvidásemos de Juninho y ha conseguido que recordemos a Radomir Antic.
Reconozcamos también que el caso de Toshack es aún más aleccionador: vino para resolver los conflictos que su club tenía en el vestuario y lo ha conseguido al cien por cien.
Ahora todos los problemas del Madrid están en el campo.
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