Agresiones y grandes duelos han decidido los últimos títulos
Los duelos y las agresiones en la parte final del Mundial de fórmula 1 se han convertido en algo habitual en los últimos años. A lo largo de la historia el título se ha decidido en la última carrera en 21 ocasiones. Ésta será la 22ª. Y no siempre el final ha sido el más correcto ni el más deseado por los rectores del circo rodante más sofisticado del mundo.Michael Schumacher, actualmente piloto de Ferrari, ha sido el protagonista de varios finales antológicos. Su primer título, en 1994, llegó tras un duelo impresionante con el británico Damon Hill que se alargó toda la temporada y que concluyó en la carrera de Australia, a la que ambos llegaron con un punto de diferencia, favorable al alemán. Schumacher fue protagonista en aquella carrera, puesto que se salió de la pista y arrastró a Hill que estaba intentando adelantarle. Como consecuencia, los dos pilotos se vieron forzados a abandonar. La situación dio el título al alemán. Hill eludió entonces cualquier polémica.
Schumacher volvió a ganar en 1995 con Benetton, y desde entonces ha sido uno de los protagonistas más destacado de los últimos campeonatos. En 1997 se produjo uno de los incidentes más repudiables y que le costó la descalificación del Mundial. La última carrera fue el GP de Europa que se corrió en Jerez de la Frontera. Y el alemán arrolló literalmente a Jacques Villeneuve cuando éste le estaba superando en una curva por el ángulo interior.
El título fue aquella vez para Villeneuve, que pudo proseguir la carrera y dejó en la cuneta el Ferrari del alemán. Un año más tarde, la pasada temporada, Schumacher volvió a llegar a la última carrera con posibilidades de proclamarse campeón. Pero volvió a fallar, aquella vez ante Hakkinen, puesto que su coche se paró en la salida y tuvo que partir en última posición. Más adelante abandonó por culpa de un pinchazo.
La situación era muy similar a la de este año en el GP de Japón. Entonces, Hakkinen era líder con 90 puntos, mientras que Schumacher tenía 86, o sea, cuatro puntos de diferencia, los mismos que ahora lleva Irvine al finlandés.Esta vez, no obstante, el alemán no tiene ninguna opción de proclamarse campeón. Por tanto, su lucha será otra: actuará de árbitro, y buscará fundamentalmente un triunfo, que ampliaría su palmarés personal y daría a Ferrari puntos indispensables para adjudicarse el título de constructores. De rebote, sería una ayuda inestimable para su compañero de equipo, el británico Eddie Irvine.
Sin embargo, los duelos de Schumacher no han sido los primeros ni serán, probablemente, los últimos, en el Mundial de F-1. Mucho antes, pilotos históricos como Fangio, Farina, Ascari, Hawthorn o Brabham habían debido luchar en la última carrera para ganar algunos de sus títulos mundiales.
Y más recientemente, Graham Hill, Jim Clark, Jackie Stewart, Emerson Fittipaldi, Clay Regazzoni o el mismo Niki Lauda afrontaron situaciones similares. Pero ninguno de esos duelos adquirió los visos de dramatismo que alcanzaron las batallas por el título protagonizadas por el brasileño Ayrton Senna y el francés Alain Prost. ¡Aquello sí que eran duelos!
En uno de ellos, en 1989, cuando ya ambos eran campeones mundiales, disputaron en Japón una carrera que resultó decisiva para la suerte del título, aunque no fuera la última. Los dos pilotos se engancharon en una chicane y Prost salió el peor parado, puesto que tuvo que retirarse. Sin embargo, a la postre, aquella carrera le valió el campeonato, puesto que el coche de Senna fue empujado para regresar a la pista y, como consecuencia, el brasileño fue descalificado.
Sólo un año más tarde, también en Suzuka, la penúltima carrera, se produjo un nuevo incidente entre Senna y Prost. El brasileño se llevó por delante al francés y los dos acabaron fuera de la pista. Aquel abandono le supuso a Prost la pérdida del título, que quedó finalmente en manos de Senna.
Prost mantuvo en el circuito de Suzuka otras peleas antológicas con Lauda, con Nigel Mansell, con Nelson Piquet. Y sufrió en aquel circuito una de las mayores decepciones de su vida, cuando tras la carrera de 1991 fue despedido del equipo Ferrari por decir que su coche se había comportado en Suzuka como un "camión". El francés marcó con su agresividad las bases del nuevo estilo que luego ha perfeccionado Schumacher.
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