Adiós a Snoopy

Pocos autores de cómics se han identificado tanto con su obra como Charles Schulz, el genial creador de los Peanuts (Cacahuetes), esos tiernos personajes de tebeo que durante medio siglo han sido un ingrediente principal de la cultura popular estadounidense y cuyas peripecias han sido seguidas por millones de personas en el mundo entero. La muerte de Schulz ha supuesto también, por voluntad expresa de su creador, la de su tira cómica, desde la que proyectó a partir de 1950 una suave, inteligente y humorística visión infantil del mundo disparatado de los adultos.Ninguna historieta gráfica publicada en prensa ha tenido tantos lectores como la del simpático perro Snoopy y sus amigos: el melancólico Charlie Brown, la espabilada e implacable Lucy y el paciente Linus. Se calcula que más de 35 millones de personas -grandes y pequeños- seguían en los últimos años las peripecias de estos deliciosos personajes en 2.600 diarios y revistas de 76 países en 21 idiomas. A partir de ahora ya no podrán sonreír y relajarse con ellas. Ningún otro artista que no fuera Schulz podría haber continuado la serie -habría significado una imitación insoportable para sus lectores en el mundo entero-, por más que no faltaran razones económicas para intentarlo: la serie de Schulz generaba últimamente una cifra anual de negocios de más de 1.000 millones de dólares (unos 166.000 millones de pesetas).

Pero si la tira ha muerto con su autor, sus personajes -esas monstruosas reducciones infantiles de las neurosis del hombre moderno, como los definió Umberto Eco- siguen vivos en los numerosos álbumes, libros, películas y series televisivas que recopilan sus historietas. Quienes están prendados de Snoopy y sus amigos podrán seguir recreándose con ellas, aunque desde la inevitable nostalgia que produce una obra que ya no tendrá continuación.