Los deberes de Zapatero
Propulsado por un congreso socialista con final feliz, todo ha ido muy rápido para José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en secretario general del PSOE. A los tres días de su elección, la visita al presidente Aznar en La Moncloa ha sido la puesta de largo del nuevo líder socialista, pero no ha tenido tiempo de ejercer su cargo desde la normalidad. El asesinato del ex gobernador socialista Juan María Jáuregui a manos de ETA le ha obligado a afrontar en su primera semana un aspecto terrible de la vida política.A la luz de los últimos acontecimientos, el terrorismo vuelve a estar en el primer orden de prioridades de la sociedad española. De ello ha tenido ocasión de hablar ya en dos ocasiones con Aznar. Zapatero ha subrayado la lealtad de su partido con el Gobierno en la lucha antiterrorista. Pero también resulta significativo que el líder socialista encabezara la manifestación contra el asesinato de Jáuregui junto al lehendakari y otros dirigentes nacionalistas, mientras el PP prefería ausentarse del acto para no compartir con el PNV ni siquiera el rechazo de un acto terrorista.
El segundo problema que Zapatero señala como prioritario en la genda política es el de la inmigración. Al igual que en el caso del terrorismo, está bien que los dos primeros partidos del arco parlamentario establezcan bases compartidas sobre política migratoria, pero sin rehuir el debate y sin buscar falsas unanimidades. El primer partido de la oposición debe ejercer la vigilancia del Ejecutivo y tener posiciones claras sobre este asunto. Zapatero debe evitar ser atrapado en las trampas de los consensos artificiales.
Junto a estos dos problemas, las tareas se acumulan sobre la mesa del nuevo secretario general. En el frente interior, el PSOE tiene una estructura muy anquilosada y necesita una reorganización general, tanto del aparato central de Ferraz como de las terminales locales y regionales. Joaquín Almunia, con su dimisión, forzó la apertura de puertas y ventanas en la sede central. Pero ahora hay que hacer llegar el aire hasta los sótanos. La renovación de la cúspide del PSOE tiene que producir efectos en cadena en los territorios del partido. El propio Zapatero lo ha dicho: el cambio debe llegar a todo el partido y el objetivo ha de ser recuperar "la conexión con la sociedad". Problemas no faltan: el cisma de Asturias, el laberinto valenciano y la división de la federación de Madrid, que se arrastra desde hace años. Tres ejemplos, que no son únicos, del delicado estado de salud de un partido que ha de reencontrarse a sí mismo, porque sin un partido fuerte difícilmente podrá ganar Zapatero las batallas que se le avecinan.
Tan descuidado estaba el partido y tan grande es la tarea que queda por hacer, que tiene razón el nuevo secretario general cuando pide tiempo, aunque éste es un producto caro en política. Sin rechazar el consenso en cuestiones excepcionales, la tarea de Zapatero es construir una alternativa. Desde su primer discurso ha apostado por una idea de España plural. Definir el modelo de Estado autonómico es tarea prioritaria si el PSOE no quiere verse condenado a seguir la estela del PP. El año próximo toca renovar el modelo de financiación autonómica. El PSOE debe llegar con propuestas claras y concretar la apuesta por el municipalismo que hizo Zapatero en el congreso.
Cuando se le pregunta sobre sus posiciones ideológicas, Zapatero repite que él es socialista, y con esto basta. No está claro que a estas alturas este término explique ya gran cosa. Fiel a la idea de avanzar paso a paso, tres graves problemas de política social centrarán la acción parlamentaria del PSOE en los próximos meses: la siniestralidad laboral, la violencia contra las mujeres y las dificultades de acceso de la mujer al mundo del trabajo.
También en política internacional tiene Zapatero un gran desafío. Desde que Felipe González dejó el timón de un partido ensimismado en sus problemas, el PSOE apenas ha hecho oír su voz sobre las grandes cuestiones de Europa y del mundo. Y, sin embargo, la reforma institucional del UE con vistas a su ampliación exige al primer partido de la oposición que tenga ideas claras. Al fin y al cabo, la política internacional es un reflejo del peso y de la personalidad de los políticos.
Tiempo habrá para ver cómo se van concretando las nuevas políticas del PSOE. Zapatero se propone una acción más de alternativa que de simple crítica. Por la capacidad de dar respuestas alternativas a los grandes problemas de la sociedad española, es decir, de acabar con el monólogo del Gobierno del PP, será juzgado. Ésta es la primera tarea de una oposición renovada.
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