PSPV-reciclado
'Someter repetidamente una materia a un mismo ciclo, para ampliar o incrementar los efectos de éste'. Así se define reciclar en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española. Se trata de una primera acepción de esta palabra muy clara, no por su brevedad sino por su sencillez. Algo tan simple que difícilmente puede confundirse con hacer de nuevo una cosa o volverla a su primer estado, pues no es lo mismo reciclar que renovar. Pero también es cierto que lo que perturba a los hombres no es precisamente la realidad sino la opinión que de ella se forman. El lenguaje, a modo de discurso, envuelve la vida cotidiana en una tupida red de significados. La realidad se asemeja a un inmenso escenario donde los individuos teatralizan una tragicomedia.
Así sucede con los discursos políticos, que con harta frecuencia son máscaras que ocultan la falta de coherencia de las palabras con las actitudes y los comportamientos personales. Renovación, progresismo y unidad se confunden así en el PSPV con el reciclado de viejas prácticas personalistas en el modo de hacer política. Ésta es la obra teatral que protagoniza Ignasi Pla y dirige... Son ya cien representaciones, una por día, desde su elección como secretario general en el IX Congreso del Partido Socialista del País Valenciano. Cien días de tarea en la dirección de un partido y la oposición política que merecen un pobre balance: el PSPV apenas ha mejorado su imagen pública y, consiguientemente, no ha ganado en credibilidad electoral, y ya es difícil con las políticas del Partido Popular valenciano.
Un partido político es una organización con ambición de permanencia que agrupa a una serie de personas relativamente cohesionadas en torno a una ideología y con voluntad de llegar al poder público. Un cuadro que no se corresponde con la situación del PSPV en estos momentos, cuando sigue clavado en la intención de voto de los ciudadanos a más de 15 puntos de distancia del PP. Este primer balance debería ser suficiente para desenmascarar un poco creíble discurso de renovación. Con no mucho más tiempo, la irrupción de un personaje como Rodríguez Zapatero ha producido efectos en la política nacional, si bien se trata de una renovación pendiente que no ha conseguido remover determinadas situaciones y prácticas en algunas federaciones socialistas regionales.
Ciertamente es el caso de la valenciana, pues ha interesado más una pacificación aparente y una precaria unidad que la remoción de los problemas enquistados. En este tiempo, se han roto viejas fidelidades de grupo, pero permanecen ancladas formas de hacer política personalistas y clientelares: apenas se han reciclado las personas, pero no se han renovado las prácticas y los proyectos. La politeia que dijera Aristóteles, como representación simbólica de una forma de gobierno en que el poder se ejecuta en beneficio de todos, se sustancia en unas prácticas, en unas conductas cotidianas, que hacen que las alianzas cambien para sobrevivir. Ahora las alianzas las decide y se sirve de ellas cada dirigente local y las estrategias políticas no van más allá de la comarca a la que se pertenece. Quizá haya sido una consecuencia perversa y no deseada de la estructura comarcal adoptada por el PSPV: no importan tanto las ideas y los proyectos como controlar un determinado número de delegados en una comarca para poder negociar una cuota de poder.
Estos dos factores, que afectan a la práctica política y el espacio en que se desenvuelve, pueden explicar lo sucedido en los últimos meses en el socialismo valenciano. En primer lugar, un congreso nacional del PSPV que cerró su crisis en falso. La sumisión a la Comisión Ejecutiva Federal, que a través de su secretario de Organización impuso cuotas y maneras de decidir quiénes habían de formar parte de los distintos órganos de gobierno del PSPV en nombre de la integración, distorsionó cualquier atisbo de renovación en aras de una calma que beneficiara la estabilidad de Rodríguez Zapatero en la dirección del PSOE. El resultado ha sido el reciclado de viejos políticos y la salvación agónica de otros, como es el caso de Joan Lerma, además del ascenso de algún que otro personaje sin trascendencia y al rebufo de la oportunidad que significó la imperiosa necesidad de cada voto por Ignasi Pla para tener la oportunidad de ser elegido secretario general del PSPV.
El segundo episodio, que ha absorbido las energías del nuevo secretario general y de sus acólitos más próximos en la Ejecutiva, ha sido la suerte de cada uno de los congresos comarcales que se han celebrado, pues la manera de cerrar aquel IX Congreso del Partido Socialista del País Valenciano hacía inevitable la confrontación. El objetivo no ha sido más que el control del Comité Nacional del PSPV, un órgano en el que se articuló buena parte de la estrategia de acoso y derribo de Joan Romero. Pero además permitirá atar mejor los apoyos necesarios en unas elecciones primarias a la candidatura a la presidencia a la Generalitat Valenciana, sin olvidar que facilitará la capacidad de decisión en el comité de listas. Renovar un partido es una tarea que comienza por la cultura política de la militancia y la voluntad de sus dirigentes más allá de los discursos y las ambiciones personales, y no hay que olvidar que reciclar no es más que economía de medios.
Francisco Sevillano es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante.
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