Fraga critica la 'violencia' verbal de los últimos plenos del Congreso
El presidente gallego pone como ejemplo su diálogo con BNG y PSOE
El presidente de la Xunta de Galicia y fundador del PP, Manuel Fraga, volvió a salirse ayer de la línea oficial del partido al criticar los duros enfrentamientos dialécticos de los últimos días en el Congreso de los Diputados. Mientras arreciaban las críticas al vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Mariano Rajoy, por sus burlas al PSOE durante la última sesión parlamentaria de control al Ejecutivo, Fraga afirmó: 'Sinceramente, no me ha gustado lo ocurrido en las últimas sesiones del Congreso, la violencia esa que está desapareciendo aquí [en Galicia]'. Fraga citó como ejemplo de diálogo el abierto por él con sus opositores del BNG y del PSOE y reclamó una política 'más civilizada'.
Fraga hizo estas reflexiones ante un grupo de dirigentes del PP gallego en la apertura del XI congreso regional de ese partido, que se clausurará hoy con la presencia de Rajoy y de Javier Arenas, secretario general del PP. Arenas había advertido esta misma semana que 'pincha en hueso' quien trate de buscar desavenencias entre la dirección nacional del PP y el fundador del partido.
También el congreso del PP gallego ha puesto mucho cuidado en limar posibles asperezas con la cúpula nacional del partido. Las ponencias aprobadas ayer mantienen las demandas de Fraga sobre la representación de las comunidades autónomas ante la UE y sobre la reforma del Senado, pero eluden citar los mecanismos apuntados en varias ocasiones por el propio presidente de la Xunta, partidario de retocar la Constitución y de permitir la presencia de delegados autonómicos en los Consejos de Ministros europeos.
Fraga fue también cuidadoso al referirse a esos polémicos asuntos, aunque se dirigió una por una a las comisiones que analizaban las distintas ponencias del congreso para explicar a sus integrantes el proyecto de 'repensar España'. 'No se trata de repensarla constitucional, jurídica o geográficamente', matizó. 'Lo que digo es que los problemas de hoy no son los mismos que cuando elaboramos la Constitución. ¿Quién pensaba entonces, por ejemplo, en la droga, en la globalización o en las crisis de la familia y de la Iglesia?', invocó. El presidente de la Xunta insistió en que la suya es una posición 'regionalista', alejada del separatismo.
'Ser bien educados'
Otro de los empeños de Fraga ayer fue explicar a los dirigentes de su partido la nueva política de diálogo con el PSOE y, especialmente, con los nacionalistas, hasta hace poco sus adversarios por antonomasia. 'Yo no he dicho que vayamos a pensar como los otros, sólo que estamos dispuestos a ser bien educados', precisó. Fue en ese momento cuando realizó un inciso para mostrar su desagrado por las broncas en el Congreso de los Diputados, que contrapuso al nuevo clima político en Galicia.
El cambio de actitud de Fraga no sólo tiene desconcertada a la dirección nacional de su partido, sino que ha cogido a contrapié a algunos dirigentes gallegos. El consejero de Política Territorial de la Xunta, Xosé Cuiña, quien se ha significado más que nadie por sus aspiraciones de suceder a Fraga, se permitió hace unos días contradecir al presidente al asegurar que nunca pactará con el BNG. Pero Cuiña se topó con la respuesta de otro consejero que también figura en las quinielas sucesorias, el titular de Pesca, Enrique López Veiga, quien defendió el diálogo con los nacionalistas y dejó caer que si él discrepase del presidente se sentiría obligado a dimitir.
Las últimas declaraciones y maniobras de Fraga han logrado que, por una vez, el congreso del PP gallego transcurra sin cábalas sobre movimientos para suceder al veterano presidente, de 79 años.
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