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Columna
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Al sur de Tarragona

Aunque las comparaciones son odiosas, la cobertura informativa de las dos víctimas ferroviarias de Torredembarra han oscurecido los 110 muertos en la carretera de la Semana Santa. En homenaje de todas ellos, hay que proseguir con el debate de la movilidad sostenible.

Decía el editorial de EL PAIS del 1 de abril, referido a este accidente: 'El riesgo que suponía la circulación por las mismas vías de trenes regionales y trenes de velocidad alta, que alcanzan los 220 kilómetros por hora, ya fue advertido cuando se proyectó el Euromed. Los alcaldes de Tarragona y de una decena de municipios del litoral manifestaron entonces su oposición a que un tren de velocidad alta atravesara sus poblaciones y exigieron que se construyera una línea específica, más alejada de la costa y de los centros urbanos'.

No hay que ser un experto en gestión ferroviaria, para entender la dificultad de compartir sobre una misma plataforma, una larga distancia rápida, con otros tráficos tan básicos e importantes como las cercanías y las mercancías. Separarlos parece lógico, sólo es cuestión de dinero.

Seguramente alguien caerá en la tentación de argumentar que con el AVE, el accidente de Torredembarra no se repetirá, ya que en pocos meses habrá una instalación que separará los distintos tráficos. Desgraciadamente para la Comunidad Valenciana, este argumento sólo es cierto al norte de Tarragona; incluso hay que recordar que el Cataluña Express, con el que chocó el Euromed, venía de Tortosa, que comparte con los valencianos estar al sur de la antigua Tarraco. Con los proyectos de Fomento en la mano: 'De Castellón hasta el sur de Tarragona se pretende poner en marcha una vía polivalente, de forma que puedan circular unidades de cualquier ancho de vía, usando el actual y saturado corredor. Desgraciadamente, un inevitable cuello de botella para el futuro de las comunicaciones ferroviarias entre Cataluña y la Comunidad Valenciana' (EL PAIS 20-I-2002, disculpas por la autocita). Es un debate clave para nosotros.

Volviendo al editorial: 'El accidente de Torredembarra es una dramática evidencia de las insuficientes infraestructuras ferroviarias del corredor del Mediterráneo, en buena parte consecuencia del diseño radial de las comunicaciones'. Es inexplicable la incapacidad, del Gobierno central y de los autonómicos de la Comunidad Valenciana y de Cataluña, para conseguir un proyecto coherente para el eje mediterráneo. En particular parece como si lo que ocurra al sur del paralelo de Tarragona fuera otra realidad.

Una vez más, el triángulo básico de las tres capitales españolas, se rompe por la conexión Barcelona-Valencia, aunque, cierto es, siempre podemos recurrir a una autopista donde poner el coche a tope, a pesar que muchos voten por modelos de movilidad sostenible.

La frontera ferroviaria de los valencianos ha pasado de Port-Bou al paralelo de Tarragona. ¡Un flaco consuelo!

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