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Reportaje:

Reuniones secretas y mucho teléfono

Los sindicatos revelan los movimientos del ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, hasta la rectificación del 'decretazo'

Francisco Peregil

Los sindicatos CC OO y UGT quieren contener la alegría. Dicen que aún habrá que ver la letra pequeña de lo que el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, ha prometido. Y que será preciso solucionar el tema del subsidio agrario. 'Pero también somos conscientes de que es la primera vez en la historia de la democracia que con una huelga general el Gobierno rectifica algo que ya estaba implantado', sostiene el secretario de acción sindical de UGT, Toni Ferrer.

Lo que sigue es la historia de lo que la oposición considera la mayor rectificación del Gobierno del PP vista desde el lado de quienes les hicieron rectificar y quienes han mantenido al menos cuatro reuniones secretas en los últimos meses con un ministro. La marcha atrás se inició el día en que Eduardo Zaplana se sentó en su mesa del Ministerio de Trabajo. 'Pero Zaplana aún no sabía que estaba dando marcha atrás', señala una fuente de CC OO.

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'De cara a los medios, todo el mundo decía que el diálogo social estaba roto, pero Eduardo Zaplana quería recuperar un clima de conversación. Lo primero que hizo nada más llegar al ministerio fue hablar con José María Fidalgo y con Cándido Méndez [secretarios generales de CC OO y de UGT, respectivamente]. Reuniones informales de espaldas a la prensa ha habido por lo menos cuatro. Y conversaciones por teléfono, muchísimas. No ha habido ministro que en dos meses haya hablado más con los secretarios generales', añade la citada fuente.

'Al principio, Zaplana suplía la falta de conocimiento en la escena pública con debates más ideológicos que sociales y políticos... Aprovechó el verano y parte de septiembre para empaparse del decretazo... Juan Chozas [secretario general de Empleo] siguió con Zaplana porque era el único que conocía el decretazo, todos los tejemanejes, la letra pequeña. Y poco a poco, Rato dejó de tener protagonismo en las negociaciones con nosotros, a pesar de que fue el primero que anunció, durante el congreso del PP valenciano hace dos fines de semana, que el Gobierno estaba dispuesto a negociar', señala otro portavoz sindical.

'Nos consta', añade la citada fuente, 'porque nos lo ha dicho gente del PP, que hubo una reunión de militantes del PP valenciano con Aznar en la que le dijeron: 'No tiene sentido que haya sacado a Zaplana de aquí para quemarlo en dos meses en Madrid. Es absurdo que no tenga cierto margen de maniobra para negociar con los sindicatos'.

'El propio Zaplana no se veía con margen de maniobra para negociar con nosotros sobre el decretazo. En los contactos que tenía con los sindicatos decía que lo del decretazo ya estaba hecho y que su oportunidad para consensuar temas con nosotros sería la mesa sobre siniestralidad laboral que se va a celebrar precisamente el lunes [por hoy]. Ahí quiere dar el do de pecho y mostrarse como adalid del diálogo', sostiene un portavoz de CC OO.

'Y nosotros, hasta hace 15 días, las impresiones más optimistas que teníamos es que había enmiendas de CiU y Coalición Canaria, lo que nos dejaba en un nivel de insatisfacción del 80%. El cambio se dio el sábado 28 de septiembre en Valencia, cuando Rodrigo Rato anunció que el Gobierno iba a hablar con los sindicatos. No nos lo esperábamos', añade el citado portavoz. 'Entonces, Zaplana llamó a Méndez y a Fidalgo. Le preguntaron al ministro si la oferta iba a ir en serio o era un mero artificio publicitario. Y Zaplana dijo que la cosa iba en serio'.

'Y prueba de que Zaplana está obsesionado por su imagen', continúa la citada fuente sindical, 'es que el 5 de octubre habló con los secretarios generales para decirles que no se les calentara la boca en los discursos de la manifestación, no fuese que todo lo que iban a ofrecer les pareciese poco. Zaplana no quería aparecer como que se baja los pantalones. La manifestación, que estaba convocada desde 45 días antes, resultó ser la de mayor asistencia de fuera de Madrid. La anterior era la que se organizó contra el Plan Hidrológico, que desplazó 426 autobuses. En la de los sindicatos vinieron 1.300. Y, en efecto, Cándido Méndez y José María Fidalgo han cuidado mucho el lenguaje, han dicho que no querían vengarse de nadie, sino restituir derechos'.

Temas tabú

'Otro ejemplo más de su insistencia en cuidar la imagen ante la opinión pública y ante nosotros es que el día que dijo ante los periodistas en el hotel Ritz que en este país hay temas tabú como el despido, de los que habría que empezar a hablar, ese mismo lunes por la tarde, coincidió con el secretario general de CC OO en el hotel Meliá Princesa, en la concesión de premios a la transparencia informativa, y le dijo a Fidalgo: 'Todo lo que se dice que he dicho yo esta mañana (estaba grabado, lo dijo), no tengo ningún interés en que forme parte de la mesa de trabajo; no hay nada de eso ni va a haber nada a la vuelta de la esquina', concluye una fuente próxima a los líderes sindicales.

Tanto en UGT como en Comisiones Obreras se muestran convencidos de que el Gobierno decidió rectificar cuando se dio cuenta de que era muy difícil prolongar un conflicto que 'estaba provocando una pérdida de crédito político y electoral. La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas señalaba que había habido un 32% de participación en la huelga general. Ya no era el 7%, ni el 12%, que es lo que el Gobierno sostuvo al principio. Y alguien en Moncloa supo dar la marcha atrás', asegura un portavoz de CC OO.

¿Y qué ha dicho el antiguo ministro de Trabajo Juan Carlos Rodríguez Aparicio sobre el rectificazo? 'Las relaciones personales de Aparicio con Cándido Méndez y José María Fidalgo eran muy buenas. Se ha hablado con él en la última semana en plan amigo. Y sus impresiones vienen a resumirse en la expresión 'ya lo decía yo'. Aparicio sabía de lo que trabajaba, conocía la legislación laboral y la idea del decretazo no era suya, ni estaba de acuerdo con el espíritu de la ley. Cumplía órdenes'.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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