"Una guerra complicaría la economía en EE UU"
A Köhler, de nacionalidad alemana, pero nacido en Polonia en 1943, le ha tocado lidiar con todas las críticas que se han hecho contra el FMI por su actuación en América Latina, y en especial en Argentina. Incluso le llegan las que se hacen a los programas del Fondo en la crisis asiática de 1998. Quiere cambiar la imagen del FMI como defensor del "capitalismo" y hacerlo más transparente. Asegura, además, que a los países pobres no se les apoya sólo con dinero, sino ayudándolos a progresar por sí mismos. Cuando habla es seguro, y en algunos temas, contundente.
Pregunta. Si hay una guerra contra Irak ¿Cuál cree que será su impacto en la economía mundial?
Respuesta. Espero, por supuesto, que la guerra pueda evitarse. El impacto económico de un conflicto dependerá de su duración y de que se extienda o no a otros países. Sólo se puede especular acerca de los posibles escenarios. Creemos que lo más probable es que sea un conflicto corto, y si finalmente así sucede, el impacto en la economía mundial será relativamente limitado.
"Europa debe pensar en dar una interpretación al Pacto de Estabilidad acorde con la situación"
"Imponer algún control al capital, en casos extremos, no deber ser un tabú"
P. ¿El FMI estudia algún plan para atajar una crisis en caso de que la guerra se alargue?R. Desde la crisis de Asia el FMI amplió sus tareas a la prevención de crisis. Estudiamos cada situación en su momento y en una zona determinada, por país o región. Contamos con instrumentos financieros y mecanismos para ayudar a contrarrestar una crisis. Además, también tenemos liquidez si se requiere respaldo financiero. Estamos preparados y no porque esperemos una guerra, sino porque es nuestro deber intentar evitar las crisis y reaccionar si ésta se produce.
P. ¿No cree que dada la actual debilidad de la economía mundial es de poco sabio embarcarse en una guerra, aún cuando sea corta?
R. Una declaración de guerra es el último recurso y es evidente que esa decisión no está en manos del FMI. Una guerra, por corta que sea, complicaría la situación económica en EE UU y aumentaría la incertidumbre que atraviesa la economía mundial. Me preocupa, y no poco, el aumento del déficit público en EE UU. Ahora bien, tampoco veo la necesidad de ser catastrofistas: la economía mundial ha demostrado un alto grado de resistencia y creo que la probabilidad de que continúe la recuperación es razonable.
P. Y con respecto a Europa... ¿cree que se debería flexibilizar el Pacto de Estabilidad, al menos temporalmente, para facilitar la salida de la crisis actual?
R. No estoy satisfecho con la evolución de la UE en su conjunto. Nos encontramos en una situación difícil porque grandes países de la UE, como Alemania, Francia e Italia, no cumplieron con su obligación de llevar a cabo o completar las reformas estructurales necesarias para mantener su déficit dentro de los límites del Pacto y estimular el crecimiento. Ahora, en la actual situación de fragilidad económica y con la perspectiva de una guerra, creo que Europa debe pensar en dar al Pacto una interpretación acorde con la situación, pero sin socavar la sustancia misma del acuerdo, ni ceder terreno respecto a la reforma estructural. Europa debe preservar las bases del Pacto porque, además, se enfrenta a serios problemas a medio y largo plazo, particularmente en su sistema de pensiones, y necesita prestar atención a sus reservas para los próximos años, a fin de no encontrarse sobreendeudada en 10 ó 20 años.
P. En el último informe del FMI sobre España, además de advertir sobre la necesidad de reformar el sistema de pensiones, también se hizo hincapié en el alto endeudamiento de las familias y los altos precios, en especial en el sector inmobiliario. ¿Cuán peligrosos son estos dos factores para la economía española?
R. El nivel de endeudamiento de las familias o el incremento de los precios de la vivienda no son un serio problema para España, pero el sistema de pensiones sí representa un riesgo importante a medio plazo. Después de 2020, el país sufrirá uno de los cambios demográficos más acusados de la UE. Así pues, la reforma de las pensiones podrá ser gradual, pero deberá iniciarse con suficiente antelación. Aunque el alto nivel de endeudamiento de las familias quizá tampoco planteen un problema inmediato, sí podrían incidir negativamente en el crecimiento si, dadas las perspectivas menos favorables del empleo, los consumidores actuaran con mayor cautela.
P. ¿Qué sugeriría para solucionar el problema de las pensiones?
R. No creo que siendo de fuera deba dar consejos específicos a un gobierno. Pero quizás sería posible una buena mezcla, entre el sistema público y el sistema de pensiones privado, con una administración eficiente, una buena regulación y la financiación adecuada.
P. ¿Cuáles son sus expectativas para Argentina este año?
R. Para empezar me gustaría decir que estamos contentos por la estabilización de la economía argentina. Digo esto porque estábamos muy preocupados por el impacto social de la crisis y los niveles de pobreza que se habían alcanzado. Pero debo decir también que la economía sigue siendo muy frágil, que todavía falta mucho por hacer para reconstruir un sistema financiero sólido; y debo añadir que estamos muy preocupados, y por favor lo digo con toda modestia y no con la intención de dar lecciones a Argentina desde fuera, porque el tiempo está pasando y cada vez resulta más apremiante emprender las reformas para restablecer un crecimiento sostenido en Argentina. Ahora el país está inmerso en la campaña para las elecciones presidenciales y, para finales de año, están previstas elecciones de gobernadores y legisladores. Consideramos de suma importancia que estos acontecimientos políticos se desarrollen sin complicaciones, pero tenemos que hallar la forma de impulsar con determinación el programa de reformas para que no se pierda más tiempo.
P. ¿Está cumpliendo Argentina con lo pactado unos meses atrás?
R. Creo que el compromiso del Gobierno argentino es firme y que cumplirá lo pactado. Las políticas financieras van bien, pero de nuevo hay incertidumbre respecto a las repercusiones de la decisión judicial sobre la dolarización.
P. ¿Qué espera para Brasil?
R. Tengo motivos para ser optimista. La transición democrática, fluida y pacífica, es una buena muestra de la madurez política del país. El presidente Lula da Silva ha definido el programa correcto: crecimiento y estabilidad macroeconómica con equidad social. Además, el nuevo gobierno ha mantenido la continuidad de las políticas necesarias para atajar la inflación y mantener las finanzas públicas por buen camino.
P. Y del resto de Latinoamérica ¿Qué es lo que más le preocupa?
R. Por una parte, la situación es muy alentadora. Como resultado de los recientes procesos democráticos en Brasil, Perú, Colombia y Ecuador, han salido de las urnas gobiernos que apoyan la colaboración con la comunidad internacional y políticas internas para promover el crecimiento y la equidad. Es esencial combatir la corrupción, porque la debilidad de las instituciones desalienta la inversión y perjudica, sobre todo, a los pobres. Dicho esto, a los países latinoamericanos es mejor analizarlos individualmente. Reconozco estar preocupado por la situación en Venezuela y, por otra parte, también seguimos muy de cerca la evolución de Ecuador, Bolivia, Uruguay y Paraguay, países formal o informalmente muy dolarizados, porque a la hora de aplicar una férrea disciplina fiscal hay que tener en cuenta la situación social y ello requiere una delicada negociación. Esperamos poder respaldar a estos países para que se lleven a cabo las reformas con el menor coste social.
P. La volatilidad del mercado de capitales ha sido perjudicial para Latinoamérica ¿Está a favor de algún control al movimiento del capital?
R. Una de las lecciones de la crisis asiática es que la apertura de la cuenta de capital debe ser acorde con la capacidad del país de absorber el flujo de capital. Por lo tanto, imponer algún control al capital, en casos extremos, no es tabú en mi opinión. Ahora bien, la mejor forma de evitar la volatilidad es crear un ambiente de confianza y previsibilidad, y ello se logra a través de instituciones serias, como un sistema financiero bien asentado.
P. ¿Cree que tras el caso Ahold veremos más fraudes contables en Europa y EE UU?
R. El caso Ahold demuestra nuevamente que se debe reforzar la ética empresarial. El comercio y la globalización son buenos pero necesitamos mejorar el proceso y para ello hay que desarrollar una ética universal. Espero que no haya más casos como el de Ahold, pero no estoy seguro de ello.
P. Por último, me gustaría preguntarle cuál es la misión del FMI bajo su dirección y qué hará para combatir la pobreza, como se comprometió a hacerlo en la cumbre de Monterrey hace un año.
R. El FMI está en un profundo proceso de cambio. Uno de los mayores cambios es la transparencia, la apertura a los debates y a las críticas sobre la globalización y el papel del FMI. También tenemos un deber, y es el decir a los países lo que es más aconsejable desde el punto de vista económico en una situación determinada. Y en cuanto a la pobreza, lo mejor que podemos hacer es ayudar a un país a ayudarse a sí mismo.
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