Una tienda de ropa tira en la calle 125 currículos de aspirantes a vendedor
La oferta de empleo estaba redactada como una etiqueta de composición de ropa: "Buscamos personas 25% responsables, 25% innovadoras, 25% frescas y 25% comprometidas. 100% Springfield". De currículos desechables no decía nada.
Los curriculum vitae de 125 personas aparecieron tirados por el suelo el sábado por la noche, entre cajas de cartón y plásticos de transporte de ropas, en la puerta de una tienda de la cadena Springfield, perteneciente al grupo Cortefiel, en la calle de la Montera (Centro). De los 125 historiales -la mayoría de los cuales fueron entregados en mano al encargado de la tienda alrededor de mayo de 2002-, 75 corresponden a chicos y 50 a chicas.
En la mayoría de los currículos, los aspirantes a trabajar en Springfield incluyeron datos personales como su domicilio, teléfono, número de DNI o estado civil. Además, casi todos los historiales venían acompañados por una foto. Todos esos datos estaban en la madrugada del sábado al domingo a disposición de cualquiera que pasara por la céntrica calle, tristemente famosa en los últimos años por la proliferación de prostitutas. Fuentes del Grupo Cortefiel achacaron el abandono de los currículos en plena calle a "un despiste".
M. D. I. tiene 22 años. Desde 1997 ha trabajado como administrativa en una autoescuela y en una agencia inmobiliaria, como jefe de grupo en una aseguradora y como dependienta en Zara y H&M, tiendas rivales de Springfield, entre otros trabajos. Además, tiene conocimientos de informática "a nivel usuario", según los documentos abandonados."¿No se supone que eran datos confidenciales?", se indigna M., que había presentado su currículo el mismo día en varias tiendas de la zona y que anuncia que pedirá explicaciones a Springfield.
La mayoría de los jóvenes había entregado sus referencias en un currículo confeccionado por ellos. Sin embargo, cuatro optaron por rellenar un cuestionario de la propia empresa en el que se advertía, como obliga la Ley de Protección de Datos, de que la información "será conservada confidencialmente" en un "fichero de promociones para el estudio de su posible incorporación a la empresa". Además, el folleto recordaba al candidato su derecho a acceder, rectificar y cancelar la información del fichero. Finalmente, se informaba de que el responsable del fichero es Quirol, SA, una empresa cuyo domicilio social y teléfono coincide con el de Cortefiel.
Según el artículo 10 de la Ley de Protección de Datos: "El responsable del fichero y quienes intervengan en cualquier fase del tratamiento de los datos de carácter personal están obligados al secreto profesional respecto de los mismos y al deber de guardarlos". Si un juez apreciara que se han tratado los datos de carácter personal "con conculcación de los principios y garantías establecidos" por la ley, el responsable se arriesga a una multa de entre 60.001 y 300.506 euros.
L. V. R., de 21 años, ha trabajado como teleoperadora, recepcionista, relaciones públicas en diversas empresas y ha sido dependienta en Mango. Su escueto currículo dice que habla inglés y francés. "Es una vergüenza que el primero que pase por la calle pueda coger los datos", asegura.
Isabel García, responsable de relaciones externas de Spring-field admite que éstas "no son formas de deshacerse de información confidencial", pero rechaza que se trate de una negligencia y prefiere achacarlo a un "despiste" del encargado de la tienda.
Actitud despreciativa
El currículo de Ch. H. dice que ha trabajado en la apertura de una tienda de Springfield en Berlín. A este licenciado en Ciencias Políticas, le duele más la forma "despreciativa" en la que se han manejado los datos personales de 125 personas que el hecho de que los mismos estuvieran a disposición del primero que los encontrara. Ve el lado bueno del problema: "Por lo menos no han puesto comentarios en los currículos", en referencia al caso de los supermercados Sánchez Romero cuando en junio de 2002, la cadena SER halló en plena calle más de 250 solicitudes de empleo, con anotaciones manuscritas de carácter xenófobo y peyorativo.
Isabel García asegura que el hecho de que los currículos estuvieran tirados en la calle a la espera de que los recogiera el camión de la basura no implica que su empresa desprecie a los solicitantes, y que todos los currículos que llegan a Cortefiel son incorporados sistemáticamente al "fichero de promociones".
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