Lemond y el manillar de triatleta
Si hay un hecho significativo en la evolución tecnológica de la aerodinámica de las bicicletas usadas en las vueltas ciclistas y su efecto sobre el rendimiento, éste se da en el Tour de 1989, concretamente el 23 de julio, cuando se celebra la contrarreloj de la última etapa, a la que llega con el maillot amarillo Laurent Fignon, que ya había ganado los Tours de 1983 y 1984. Antes de iniciarse la contrarreloj se encuentra en segunda posición, a 50 segundos, el americano Greg LeMond. Nadie espera sorpresas de última hora, más siendo una etapa corta entre Versalles y París, con escasos 24,5 km. Pero Greg LeMond compite con el manillar de triatlón aero-bars, habiendo conseguido permiso para usarlo por parte de la organización antes del inicio del Tour, mientras que su oponente lo hace con un manillar clásico. LeMond gana la contrarreloj por 58 segundos, sacándole a Fignon cerca 2,4 segundos en cada kilómetro y consiguiendo así la victoria del Tour por 8.
Los diferentes dispositivos aerodinámicos se conocían desde mucho antes, pero empezaron a usarse en las pruebas regidas por la normativa de la UCI a raíz de los récords de la hora de Francesco Moser, en México, en 1984. Moser deja finalmente el récord en 51,151 km; 1,720 más que el anterior de Merckx. Para ello cuenta con la ayuda de casco aerodinámico, ruedas lenticulares y manillar de triatleta: dispositivos destinados a disminuir la resistencia del aire y por ello prohibidos hasta entonces en el reglamento. A partir de ese momento la UCI empezó a relajar progresivamente las normas.
Greg LeMond, al igual que cinco años antes Moser tuvo que modificar su postura sobre la bicicleta para adaptarse al nuevo manillar y no perder eficacia en el pedaleo, al tiempo que se beneficiaba del ahorro energético de una menor fuerza de resistencia, lo que posibilita rodar a mayor velocidad.
El manillar de triatleta permite reducir de forma importante el área de choque contra el viento al tiempo que logra un perfil del ciclista de mejor aerodinámica en su parte delantera, lo que mejora el llamado coeficiente de penetrabilidad o Cx, que no depende del tamaño sino simplemente de la forma del perfil. Para hacernos una idea el Cx del conjunto de ciclista erguido sobre bicicleta de montaña estaría en torno a 1,1. Si lo midiéramos sobre una bicicleta de carretera con manillar convencional estaría en torno a 1 y con el manillar de triatlón podría reducirse hasta cerca de 0,8. Por otra parte, el área frontal de choque contra el denominado viento relativo puede disminuir desde 0,4 hasta 0,36 m2 con el uso del manillar de triatleta. Al producto del Cx por el área frontal de choque se le denomina área frontal efectiva o SCx y junto con la velocidad del viento relativo son las variables que mayor peso tienen en el cálculo de la fuerza de resistencia a vencer por el ciclista.
Pero el desarrollo de nuevos materiales y dispositivos no tendrá un efecto sobre las marcas a no ser que el deportista se acople perfectamente a ellos. Esa relación entre hombre y máquina es lo que se denomina ergonomía.
Xavier Aguado es biomecánico de la Facultad de Ciencias del Deporte de la UCLM.
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