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Cascos autoriza a Gallardón a iniciar el proyecto de reforma de la M-30

El ministro y el alcalde firman hoy el convenio previo a la cesión de la autovía

El ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, firmarán hoy el convenio por el cual el primero autoriza al segundo a que saque a concurso los estudios previos para el macroproyecto de reforma de la carretera de circunvalación M-30, promesa estrella de la campaña electoral del regidor. El convenio es necesario porque la M-30 es aún propiedad de Fomento, y, por tanto, para iniciar los trámites de la obra es preciso que el ministerio delegue expresamente esa competencia en el Ayuntamiento. Ambas instituciones seguirán negociando en los próximos días los términos de la cesión definitiva de la carretera del Estado al municipio.

Esa negociación ha estado marcada por la otra gran obra que se va a hacer en la ciudad en los próximos meses, a cargo de Fomento: la construcción de una estación ferroviaria en plena Puerta del Sol, una obra que levantará el centro urbano durante cuatro años y que ha recibido fuertes críticas por parte de PSOE e IU, los comerciantes y vecinos afectados e incluso expertos ingenieros.

La oposición municipal interpreta que el convenio de hoy responde a un intercambio de favores entre el ministro y el alcalde:Ruiz-Gallardón acepta sin rechistar el polémico proyecto de construcción de la estación de Sol y, en pago a su silencio, Fomento autoriza al regidor a que inicie ya su obra más emblemática. Ruiz-Gallardón se comprometió en campaña a que la reforma de la M-30, que incluye el enterramiento de un tercio de su trazado, estaría concluida en un trienio, y para lograrlo necesita comenzar de inmediato los trabajos. El cambio de titularidad de la primera carretera de circunvalación de Madrid es una piedra más en las relaciones entre el alcalde y Álvarez-Cascos. Ruiz-Gallardón pretende que el convenio en el que se fijen las condiciones del traspaso recoja la obligación del Ministerio de Fomento de financiar parte de los 2.000 millones de euros que costará la reforma de la M-30.El ex alcalde de la capital José María Álvarez del Manzano ya negoció, a finales de su mandato, con el Ministerio de Fomento para conseguir las mejores condiciones económicas en el traspaso de la M-30. En 1998, Fomento había ofrecido al Ayuntamiento cederle la titularidad de la carretera, pero el gobierno municipal retrasó las conversaciones argumentando que, antes de cerrar un acuerdo, el ministerio debía asumir mejoras en la ronda por valor de 84 millones de euros. La entonces concejal de Obras, Elena Utrilla, afirmó que Fomento ofrecía 32,5 millones menos de los que pedía el Consistorio.

Los dos grupos de la oposición (PSOE e IU) reclaman desde hace años que el Ayuntamiento asuma la gestión y titularidad de la M-30. En realidad, eso tenía que haberse producido de forma automática en aquel año 1998, según recoge el convenio firmado entre Fomento y el Ayuntamiento sobre infraestructuras en la capital. Ese texto establece que, al cerrarse la autovía M-40 -cosa que ocurrió en diciembre de 1997-, la M-30 pierde su función como vía de conexión entre las carreteras radiales y pasa a tener la consideración de una calle más del casco urbano.

Hasta el final de su mandato, Álvarez del Manzano no mostró gran interés en aceptar la gestión de la M-30, sobre todo porque hacerse cargo de una infraestructura tan deteriorada -mal señalizada, con el asfalto muy gastado y hondones en los que se forman peligrosas bolsas de agua en cuanto llueve- acarreaba indefectiblemente un fuerte desembolso en mejoras.

Por el contrario, el nuevo alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, dejó claro desde su primer día al frente del Ayuntamiento, y ya en campaña electoral, su deseo de asumir con todas las consecuencias la titularidad y mantenimiento de los 30 kilómetros de la autovía construida a mediados del siglo XX y por la que circulan entre 200.000 y 300.000 vehículos cada día.

"La obra más ambiciosa"

Ruiz-Gallardón pretende que la reforma de la M-30 sea al municipio lo que la construcción del Metrosur ha sido a la Comunidad de Madrid en los últimos años: "la obra más ambiciosa" que se ha intentado hacer en la capital, una gran infraestructura con la que los ciudadanos identifiquen al nuevo equipo de gobierno. El alcalde confía en que la reforma "transformará la ciudad" porque "racionalizará el tráfico". ¿Cómo? Fundamentalmente, enterrando más de cuatro kilómetros de autovía bajo el río Manzanares y construyendo tres grandes túneles de entrada y salida de la ciudad.

Además, Ruiz-Gallardón anunció a bombo y platillo que eliminaría los semáforos de la M-30, lo que en la práctica significa que la única parte de la carretera que ahora tiene semáforos, la avenida de la Ilustración, al norte, quedará como una calle más, y el tráfico de circunvalación se desviará por un túnel paralelo de cuatro kilómetros. Otro túnel de 3,5 kilómetros en el extremo opuesto de la M-30, al sur, servirá para ofrecer un atajo a los casi 140.000 coches que actualmente se ven obligados a cruzar el colapsado nudo sur para pasar del eje este de la autovía al oeste (o viceversa).

Pero, sobre todo, el entonces candidato prometió en campaña que la reforma lograría recuperar para la ciudad a su gran desconocido: el río Manzanares. Bajo su cauce, en el tramo comprendido entre el viejo matadero de Legazpi y el Palacio Real, se enterrarán cuatro kilómetros de carretera, creando una "alfombra urbana" que uniría el Campo del Moro y la Casa de Campo.

Esta gigantesca obra costará al Ayuntamiento 2.000 millones de euros, y el presupuesto municipal para inversiones no llega este año a los 350 millones. Si Fomento no accede a aportar una parte del dinero, la obra emblemática de Ruiz-Gallardón podría quedar paralizada sine die.

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