La mina de los papeles de Susper
Casi 60 etarras han sido detenidos gracias a los documentos incautados a Ibon Fernández Iradi
El día en que cayó Ibón Fernández Iradi, Susper (el 19 de diciembre del año pasado en Saint Martín de Seignanx, Francia), los investigadores echaron las campanas al vuelo. Que si se había vuelto a desarticular el aparato militar de ETA a los dos meses de rehacerse de un anterior golpe policial, que si esto demostraba la debilidad y permeabilidad de la banda... Pero su inmediata huida, dos días después, por un respiradero de una celda de la comisaría de Bayona (destinada a que los borrachos duerman la mona), pareció tornar la victoria en derrota. Hasta que los agentes le echaron un vistazo al cerro de documentos guardados en sendos pisos de Pau y Tarbes. Los papeles contenían informes operativos, notas de autocrítica de la banda, datos sobre las medidas de seguridad de ETA, citas, agendas y varios listados de posibles aspirantes a etarras, uno de ellos en soporte informático con 45 nombres y otro en papel con 70 nombres... Y ya han caído 60 etarras (de las dos listas) gracias a los papeles de Susper, lo que ha provocado que hasta ETA sospeche de él.
Susper tenía en sendos pisos de Tarbes y Pau listados con nombres de aspirantes a etarras
La Comisaría General de Información, dirigida por el comisario Jesús de la Morena, ha exprimido al máximo la citada información, lo que ha permitido asestar duros golpes a ETA a ambos lados de la frontera, que ni siquiera la fuga de Susper frenó. De hecho, ni siquiera se sabe con seguridad qué papel ocupa ahora Fernández Iradi en la banda, aunque, según las fuentes consultadas de la lucha antiterrorista, no se ha reintegrado a la dirección de la organización.
Una de las explicaciones al uso entre las fuerzas de seguridad sobre porqué Susper tenía tanta documentación es que había recogido papeles de varios pisos de seguridad de la anterior cúpula militar de ETA. "No sabía ni lo que había en esos papeles ni la verdadera importancia que tenían", aseguran mandos de las fuerzas anti ETA. Parte de los papeles habían sido acumulados en el piso de Tarbes por el antecesor de Susper, Juan Antonio Olarra Guridi, quien, a su vez, los había heredado de Javier García Gaztelu, Txapote, el anterior jefe de los comandos y uno de los más firmes defensores del reclutamiento de etarras entre los jóvenes vascos fogueados en la violencia callejera (kale borroka), según fuentes policiales.
El estudio de los documentos (y los también incautados a Lorena Somoza Chamizo) ha permitido encadenar varias operaciones contra la banda, fundamentalmente contra el aparato de captación, con el objetivo de secar el semillero de posibles terroristas. El 19 de febrero de este año llegó la primera. Quince personas fueron detenidas en esa ocasión, de las que once fueron encarceladas nada más comparecer ante el juez. Los quince estaban en la situación de los 34 de ahora: unos ya captados, otros pendientes de mantener una entrevista de ingreso en Francia y otros habían asumido tareas de información y creación de infraestructura, según fuentes de la lucha antiterrorista. Captadores-captadores sólo cayeron dos, Antonio Agustín Figal Arranz y Fernando Bert Arratxea, quienes fueron sorprendidos en la estación de ferrocarril de Agen (Francia).
El segundo golpe para "neutralizar estructuras básicas para el funcionamiento de la banda terrorista ETA" se desencadenó el 1 de abril y supuso la caída de nueve activistas. El Ministerio del Interior volvió a dejar claro entonces el origen de la información que había permitido la operación (siempre a las órdenes de Baltasar Garzón): "Este operativo, continuación de otro desarrollado el 19 de febrero y que se saldó con 15 detenidos, es un golpe al núcleo de colaboradores que ETA intentaba reconstituir en estas zonas". Es decir, era el segundo capítulo de los papeles de Ibón Fernández Iradi.
La tercera operación fue la desarrollada en la madrugada de ayer, que ha supuesto la caída de 34 personas a ambos lados de los Pirineos. Y si los listados aún no se han agotado gracias a las detenciones, es más que probable, que más tarde o más temprano, salte otra operación contra el semillero etarra. Los servicios antiterroristas no dudan de la eficacia de cortar la entrada de posibles aspirantes antes de que se produzca. "Hay que golpear la cabeza y los pies", alegan.
Explican que estas operaciones siembran el miedo y la desmoralización entre los aspirantes a etarra y agregan un problema más a los que los proetarras tienen ya en Francia cuando se deciden a dar el salto de la frontera. Según las fuentes consultadas, ETA ya no se fía de los aspirantes, apenas tiene capacidad para acogerlos en el sur de Francia... Y está llegando a grados de desconfianza inaudita. Un mando antiterrorista citaba el caso de un asalto a un colegio del País Vasco para comprobar un expediente escolar y ratificar que el aspirante a etarra había estudiado donde decía y lo que decía.
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