China
Leo sin sorpresa que China va a introducir la propiedad privada en su Constitución, por lo que el partido comunista "da otro paso hacia el capitalismo como modelo económico". Me alegro por la capacidad que tienen de cambiar sin traumas mayores algo que se supone ha sido oficialmente la columna vertebral de su régimen político, lo que prueba que no hay reformas imposibles si hay voluntad.
El derecho de propiedad en la Constitución china va a representar el fin de una gran hipocresía, y esto no puede ser malo, que no hay cosa peor que el engaño. La propiedad social en estos últimos años ha ido haciéndose más y más propiedad privada, es decir, ha dejado de ser mero usufructo a disposición de unos pocos dirigentes.
Y lo que está ocurriendo en China ha ocurrido ya en Rusia, Polonia, Bulgaria, Hungría, países en los que también ha desaparecido la "propiedad social", de la que con tanta largueza disfrutaban sobre todo los grandes señores del partido y sus cortesanos, pues, en realidad, era una propiedad de corte feudal en la práctica de todos los días, y, cosa extraña, ha emergido en su lugar la propiedad clásica en las manos de los mismos dirigentes, es decir, de los que estaban más convencidos de las virtudes del sistema comunista, con el que tanto obnubilaron al pueblo.
Y estos procesos de tránsito de una propiedad a otra tan distinta han ocurrido en un ambiente de fuerza y confusión que hace recordar, no se sabe por qué, la sentencia de Proudhon: "La propiedad es un robo". Es en todo caso un buen tema de meditación.
En la práctica no creo que el pueblo chino note mucha diferencia y, si es verdad lo de que lo que importa son los frutos, habrá que reflexionar mucho sobre el quid de sistemas tan distintos que, sin embargo, producen los mismos resultados.
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