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Militancia e independencia

El reciente nombramiento, por parte del presidente de la Generalitat, de Joan Majó como nuevo director general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión (CCRTV) ha dado origen a algunas críticas, tanto políticas como periodísticas, todas ellas centradas en la pública y conocida militancia política socialista del designado, cuya idoneidad profesional para el ejercicio responsable del importante cargo público para el que ha sido nombrado no ha cuestionado absolutamente nadie.

No es mi deseo entrar ahora en esta reciente polémica política y periodística, y no sólo por mi propia coincidencia en la militancia política con el propio Joan Majó y por el respeto profesional y el afecto personal que desde siempre siento por él, sino porque pienso que es ésta una cuestión que trasciende con mucho este caso concreto y que con excesiva frecuencia se interfiere de forma interesada en nuestra vida política.

Militar en política no tiene que condicionar la actuación de una persona en su ejercicio profesional

No obstante, y por si acaso alguien dudase de mis intenciones personales, vaya por delante que me expresé ya en este mismo sentido cuando fue designado para el mismo cargo Vicenç Villatoro, un prestigioso escritor y periodista, notorio militante convergente y hasta aquel mismo momento diputado autonómico de CiU, y que tampoco en aquella ocasión me dejé llevar por mi amistad con él, sino por mis propias convicciones personales al respecto.

Estas críticas, como ha sucedido en otras ocasiones similares en nuestro país, rerpercuten en el sempiterno debate que opone radicalmente la militancia política partidista a la independencia personal. Pero es éste un debate falso, al menos en mi opinión, puesto que la militancia en una organización política, en contra de lo que en no pocas ocasiones se mantiene, no tiene por qué suponer forzosamente la pérdida de la propia independencia personal de criterio, ni condicionar por tanto ninguna actuación profesional.

La militancia política no comporta necesariamente un condicionamiento ni una limitación especial en la actuación de una persona en su ejercicio profesional. Al menos, no más que cualquier otra adscripción personal en cualquier otra opción. Aquellos que creen que la simple condición de militante de un partido político comporta de forma inexcusable la inhabilitación absoluta para el ejercicio de cualquier cargo o función que requiere independencia personal de criterio, como sin duda se debe exigir al máximo responsable de un servicio público de radiodifusión y televisión, parecen considerar que existen unos seres angélicos, sin ideología, creencia ni opinión personal ninguna, que son los considerados "independientes".

¿Tienen o no, las tan traídas y llevadas personas "independientes", su propia ideología, sus propias creencias, sus propias opiniones, sus propias aficiones, predilecciones o querencias personales, o son unos seres sin ningún tipo de ideología ni creencia, sin ninguna opinión, afición, predilección, gusto o afición? ¿Alguien cree que, por poner sólo un ejemplo que juzgo bastante ilustrativo, necesariamente deja de tener independencia de criterio personal quien forma parte de una confesión religiosa determinada, aunque ésta tenga unas normas y unos criterios que muy a menudo influyen en la vida diaria del conjunto de la ciudadanía?

La militancia política partidista -y lo digo por mi propia experiencia, después de muchos años ya de militancia socialista, prácticamente tantos como los que llevo ejerciendo profesionalmente como periodista- no empece ni tan siquiera el ejercicio responsable y libre de una profesión como la periodística, que sin duda tiene unos componentes ideológicos muy a menudo lindantes con la propia política. Al menos, la incompatibilidad entre el ejercicio profesional del periodismo y la militancia política partidista no es superior a la de cualquier persona con ideas propias, y dudo mucho que algún periodista no tenga sus propias convicciones, opiniones e ideas.

Tal vez para algunos la militancia política partidista sea algo tan extraño que crean que los militantes en un partido nos debemos a una obediencia ciega a órdenes y consignas de los dirigentes de nuestra organización, pero pueden estar completamente seguros de que en modo alguno es así. Al menos, no lo es ni lo ha sido nunca en los partidos políticos que yo conozco, y no sólo en el que milito, el PSC. Tal vez sí sea así en otro tipo de grupos u organizaciones, desde algunos grupos de presión hasta determinadas agrupaciones religiosas. Y lo es de un modo muy especial, sin duda, entre algunos profesionales del periodismo, considerados supuestamente "independientes", que en el desempeño de su labor profesional, muy a menudo por intereses espurios, se mueven siempre según las instrucciones que reciben.

¿Es un periodista políticamente "independiente" alguien como Urdaci, de quien no se conoce ningún tipo de militancia política? ¿Son "independientes" tantos y tantos profesionales, periodistas o no, ligados siempre a los centros de poder político y económico?

La independencia personal de verdad responde siempre a la personalidad de cada uno, sea cual sea su militancia, adscripción, afinidad o simpatía, sus propios gustos y aficiones, sus propias opiniones personales. Quien asume en público como un compromiso la militancia política partidista, sea cual sea ésta, no sólo manifiesta su voluntad de contribuir con su propio esfuerzo a la actividad política, sino que ejerce un derecho personal inalienable, reconocido constitucionalmente como tal y que jamás puede ser un impedimento para el ejercicio de cualquier cargo o función, de ninguna profesión, con tanta o mayor independencia de criterio personal y de actuación profesional que muchas personas que alardean de su propia "independencia".

Jordi García-Soler es periodista

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