Se desata la 'Rossimanía'
"Ganar delante de toda esta gente es increíble. Es muy difícil explicar las emociones internas que uno siente al oír el público con todas sus fuerzas. Fue como ganar dos veces en el mismo día". Un ídolo de multitudes, como una estrella de rock, o tal vez más: se trata de un fenómeno que supera lo deportivo porque los fans de Rossi no son simples tifosi. Allí donde va lo esperan agolpadas durante horas centenares de personas. Los chicos aúllan como posesos, las chicas chillan histéricas, sus madres todavía más que ellas; hombres talluditos se emocionan como adolescentes... su pasión por el piloto de Tavuglia roza lo patológico. Visten su ropa, lucen sus colores -sobre todo el amarillo, tonalidad fetiche de Rossi- y enarbolan el nº 46 por todas partes. Claro que él contribuye a la fiesta disfrazándose de lo que sea, y sus admiradores no tardan en imitarle. Además, Rossi tiene un enemigo oficial: Biaggi. Los rossistas nunca desperdician una sola ocasión para ponerlo de vuelta y media. Su sonada victoria de ayer en Mugello se saldó con una invasión masiva de la pista por parte del público. Miles de personas saltaron las vallas de seguridad formando una marea amarillenta para agasajar al héroe. El alegre jolgorio degeneró en una especie de fiesta salvaje, con motos y scooters haciendo caballitos por la recta del circuito, e incluso acciones de pillaje por parte de algunos elementos descontrolados que arramblaban con lo que se les pusiera a tiro (como un combo de televisión, evaporado, con su caja y todo, de una caseta al lado de la recta de llegada). Aunque la rossimanía pega muy fuerte en Italia, el ídolo parece mantener todavía la cabeza bien firme entre sus hombros. Quizá para mantener una prudente distancia con todo este mundillo ha fijado su residencia en Londres.
Sete Gibernau, que conserva el liderato del Mundial, felicitó a Rossi por la victoria, pero añadió que tenía unas "ganas locas" de regresar a Barcelona para que los aficionados españoles disfruten este fin de semana en Montmeló tanto como ayer los italianos. "Seguro que será divertido", afirmó. Gibernau dijo que la carrera demostró que su liderato no es fruto de la casualidad y expresó su pesar por la inoportunidad de la lluvia: "No he hecho una buena salida, pero he podido llegar hasta la cabeza al rodar muy rápido y a un fuerte ritmo. Creo que tenía controlada la carrera y que podía haber optado a la victoria, pero la lluvia ha jugado en esta ocasión en favor de Rossi. En esas condiciones el resultado era una loteria".
Daniel Pedrosa, en 250cc, se mostró también satisfecho por haber alcanzado la segunda plaza del podio -está a sólo tres puntos del líder, De Puniet- y expresó su confianza en Montmeló: "La próxima carrera se disputa al lado de mi casa e intentaremos seguir con la línea de trabajo que nos hemos marcado". Pedrosa confesó que intentó luchar con Porto y De Puniet, pero que tuvo problemas con el neumático delantero. "He intentado controlar la ventaja que tenía sobre Poggiali para asegurarme el podio, y el problema final de Randy de Puniet me ha permitido ser segundo".
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