La marginación del servicio secreto
El PP excluyó al CNI de la investigación y luego se escudó en sus informes para negar que mintiera
A primera hora de la tarde del 13 de marzo, el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Jorge Dezcallar, acudió al Ministerio del Interior para comunicar personalmente a Ángel Acebes lo que consideraba una prometedora pista sobre el 11-M.
El ministro agradeció la información y Dezcallar regresó a su despacho, donde se encontró una llamada del secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timermans, sumamente nervioso. La Cadena SER estaba informando de que el CNI trabajaba "al 99% de posibilidades" en la hipótesis de que los atentados del 11-M eran obra de islamistas.
El número dos de Zaplana pretendía que el responsable del servicio secreto desmintiera a TVE esta noticia. Faltaban pocas horas para la apertura de las urnas y resultaba cada vez más difícil convencer a los españoles de que ETA estaba detrás de la masacre.
Acebes se reunió con Dezcallar tras la detención de dos indios y tres marroquíes, y no le contó ni una palabra
Los espías tuvieron que copiar de la televisión el número de matrícula de la furgoneta hallada en Alcalá de Henares
Dezcallar intentó hacerle comprender cuán descabellado era que el jefe de los espías saliera públicamente al paso de un medio de comunicación. Pero Timermans insistió y Dezcallar aceptó difundir una nota que desmentía lo que la emisora no había dicho: que el CNI hubiera "abandonado totalmente una línea de investigación en beneficio de otra u otras". La agencia Efe difundió el comunicado a las 16.50, junto a una grabación para radio con la voz de Dezcallar.
La sorpresa del director del CNI fue mayúscula cuando supo que la policía había detenido ya como sospechosos a dos indios y tres marroquíes. Las detenciones se produjeron entre las 15.30 y las 16 del sábado, aproximadamente una hora antes de que se difundiera el desmentido que dejaba en evidencia la absoluta falta de información del principal servicio de información del Estado. Y también antes de que se entrevistara con Acebes, quien no le dijo ni una palabra.
El 18 de marzo, en la primera reunión del Consejo de Ministros tras las elecciones, Aznar decidió desclasificar dos informes del CNI: el primero, de las 15.51 horas del día 11, consideraba "casi seguro que la organización terrorista ETA es la autora de estos atentados"; el segundo, de las 16.04 del día 12, restaba credibilidad a la reivindicación de un supuesto grupo islamista a un diario en árabe de Londres.
El ministro portavoz, Eduardo Zaplana, dijo que los documentos del CNI "prueban y acreditan que ninguno de los miembros del Gobierno ha mentido" e insistió en que el PP "puede perder las elecciones, pero no va a consentir perder la credibilidad".
El informe se fraguó en una reunión que, a las 10 de la mañana del 11 de marzo, celebró Dezcallar con los expertos del CNI en ETA y terrorismo islamista. Tras sopesar pros y contras, los analistas del centro se inclinaron por la opción de ETA, pese a reconocer que la matanza suponía un "importante cambio" en su modus operandi y que había "ciertas similitudes" con atentados de integristas musulmanes.
El CNI advertía de que estaba "a la espera de que la investigación policial extraiga datos concretos y concluyentes" y de que no conocía aún "la composición y características del atentado".
Los analistas de inteligencia ni siquiera sabían que a las 10 de la mañana se había encontrado una furgoneta en Alcalá de Henares y que a las 15.30 -es decir, 21 minutos antes de que remitieran su informe al Gobierno- ya estaba en el complejo policial de Canillas, con los detonadores, la cinta con versículos coránicos y restos de un cartucho de Goma 2.
El CNI tuvo que grabar las imágenes emitidas esa noche por televisión para obtener la matrícula de la Renault Kangoo y comprobar que, en contra de lo habitual en ETA, no había sido doblada. Los expertos en islamismo se sumaron esa misma noche a la célula de crisis constituida con carácter permanente en la sede del servicio secreto, monopolizada hasta ese momento por especialistas en la banda vasca.
Esta célula elaborará un informe, fechado el 15 de marzo, en el que asegura que la furgoneta "por sí misma constituye toda una reivindicación del atentado" y que en el mismo "pueden haber intervenido uno o varios suicidas". Precisamente, la ausencia de suicidas se valoró, el día 11 por la mañana, como un factor que excluía la autoría islamista. "Es que son fanáticos, pero no estúpidos. El hecho de que estén dispuestos al suicidio no significa que se quiten la vida sin necesidad. Y el atentado del 11-M no lo requería", explica un experto.
El vídeo reivindicativo dejado el sábado junto a la M-30, en el que aparece un hombre armado y ataviado para el martirio, y la inmolación de siete terroristas en Leganés el 3 de abril confirmaron al CNI que los autores del 11-M eran "muertos andantes".
Sin embargo, más allá de los análisis y de los datos que, de forma oficiosa, conseguían los agentes gracias a sus contactos policiales, el CNI estaba ayuno de cualquier información.
El día 12 por la mañana, cuando Aznar le pregunta su opinión, Dezcallar tiene que confesarle: "Presidente, la investigación la lleva la policía, son ellos los que están estudiando el explosivo, el teléfono... Tenemos que esperar a ver qué dicen, yo no tengo nada nuevo en este momento".
Aznar encargó a Dezcallar que preguntase a los servicios amigos, pero ninguno aportó un solo dato de utilidad. Ni siquiera en la red mundial Echelon -con antenas en EE UU, Reino Unido y Australia- se halló un rastro que condujera hasta la matanza de Madrid. Y eso que se revisaron innumerables conversaciones de las semanas previas.
El CNI, lógicamente, también activó sus escuchas, más modestas, en el entorno de ETA. Desde primeras horas de la mañana del día 11, el servicio secreto detectó una "agitación extremada" en la izquierda abertzale, cuyos dirigentes daban por sentado que la matanza era obra de "la empresa" y temían pagar sus efectos.
Dezcallar logró que Aznar no desclasificara un párrafo del informe del día 11 en el que se explicaba que Arnaldo Otegi carecía de información de ETA cuando, a las 10.30 de la mañana, descartó la autoría de la banda y que decidió responsabilizar a la "resistencia árabe" para no asumir las consecuencias de la barbarie.
Era importante mantener la reserva de este párrafo, ya que a Otegi no le resultaría difícil deducir cómo habían llegado sus comentarios a oídos del servicio secreto en tan corto espacio de tiempo. Pero, a pesar de que el PP hizo de la lucha contra ETA y Batasuna su principal bandera, dirigentes de este partido -según cree el CNI- filtraron el párrafo a periódicos afines.
El propio ex ministro Acebes no tuvo inconveniente en utilizar la filtración, confirmando así su contenido, cuando compareció en la comisión parlamentaria el 28 de julio. "Yo conocía, como ahora conocen todos ustedes, que Otegi cuando realiza esas afirmaciones no sabe que no ha sido ETA, sino que lo que quiere es desviar la atención", afirmó.
Acebes pretendía escudarse en el informe del CNI para justificar su calificativo de "miserables" a quienes cuestionaban la autoría de ETA. Pero él habló a las 13.30 del 11-M y el CNI entregó su informe más de dos horas después.
Con información de Elsa Granda, José María Irujo, Jorge A. Rodríguez, Luis Gómez, Francisco Mercado y Miguel González.
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