_
_
_
_
Reportaje:

Los pasos italianos de Ribera

Los orígenes y la madurez italianos del valenciano José de Ribera (Xàtiva, 1591-Nápoles, 1652)

en su momento clave, son el tema de la exposición José de Ribera bajo el signo de Caravaggio (1613-1633). La muestra reúne medio centenar de obras entre las cuales hay una treintena de óleos y una docena de grabados, lo que constituye ya de por sí un acontecimiento, pero si además, como es el caso, el comisario es Nicola Spinosa, máxima autoridad internacional en la pintura barroca napolitana, y los préstamos proceden de colecciones públicas y privadas de Europa y de Estados Unidos, el interés se acrecienta progresivamente. Tampoco se puede desdeñar la feliz coincidencia de que esta muestra del pintor español, que se instaló pronto en Italia donde transcurrió casi toda su carrera, se produzca casi simultáneamente con la que sobre el último Caravaggio se muestra en Londres, tras haberlo hecho en el propio Nápoles, porque el estilo del primero se fraguó precisamente bajo la influencia o, si se quiere, el signo del segundo. Tampoco se puede pasar por alto el hecho positivo de que una exposición de esta importancia salga del circuito habitual Madrid-Barcelona para recalar en tres ciudades del patrimonio y la enjundia de Salamanca, Valencia y Sevilla.

Pero lo más relevante en esta ocasión es que los organizadores no se han limitado a proponer una buena muestra de Ribera, así diríamos que "sin más", sino que le han dado un sentido histórico específico rastreando la obra del pintor desde sus primeros pasos en Roma, documentados a partir de 1611, pero que probablemente se retrotraen hacia 1608, lo cual significa que el artista tenía entonces entre 17 y 20 años, hasta su plena madurez en la que fue su residencia habitual, Nápoles, cuando iniciaba la cuarentena. El haber elegido estas tres primeras décadas de la producción italiana de Ribera no es, por supuesto, una cuestión baladí, porque, además de fijar nuestra atención sobre su formación y desarrollo hasta su madurez, con todo lo que esto ha significado en la investigación reciente de nuevas precisiones y atribuciones cronológicas, nos asoma al deslumbrante impacto que Caravaggio produjo por toda Italia, que a partir de 1600 puso literalmente el mundo artístico romano "patas arriba", pero que, tras su prematura muerte en el puerto de Porto Ercole, pudo mantener viva su estela precisamente en el Reino de Nápoles y gracias a la asimilación y difusión de su estilo por parte de nuestro pintor.

Instalado definitivamente en

Nápoles desde 1616, donde se casó con la hija del pintor siciliano Azzolino, la presente muestra de Ribera arranca precisamente con un núcleo de obras fechadas entre 1615-1616, las primeras conocidas y donde se percibe de forma más directa el impacto caravaggiesco, pero se va extendiendo, como antes se ha indicado, hasta la madurez biológica y artística del pintor, que progresivamente enriquece su estilo con un uso de la iluminación claroscurista más matizada, un cromatismo más compactado y, en general, formas más monumentales, figuras más grandiosas y composiciones más atrevidas y solemnes, que demuestran la asimilación de la tradición clásica. A través de este proceso, la trayectoria de Ribera, sin dimitir de su indeclinable instinto naturalista, se hace más compleja y eficaz, más sabia y mejor armada, más rotunda. Al llegar la década de 1630, el punto final de este recorrido, hay dos elementos muy sobresalientes: por una parte, que en esta década es cuando Ribera trabaja más para una clientela española, lo que, sin volver a su patria, explica su influencia en ella, pero también, por otra, que es entonces cuando asimila las nuevas influencias de Venecia y de Rubens, que dan brillo y suntuosidad a su estilo final. Aunque no sea posible aquí hacer un recuento de los, en no pocas ocasiones, altísimos ejemplos que ilustran en la actual exposición la evolución descrita de Ribera, no se puede dudar del valor de los mismos y, por tanto, considerar el conjunto de esta convocatoria como una visita imprescindible para cualquier amante de la pintura de nuestro país.

]]>José de Ribera bajo el signo de Caravaggio (1613-1633) ]]>se expone en la Sala San Eloy (plaza de San Boal, 1), de Salamanca, hasta el 19 de mayo.

'Cristo coronado de espinas', de José de Ribera. Fundación Casa de Alba, Sevilla.
'Cristo coronado de espinas', de José de Ribera. Fundación Casa de Alba, Sevilla.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_