Un agente electoral en la alcaldía
"No es muy normal que en un país moderno exista un modelo clientelar como el de Ourense, pero también resulta extraño que los orensanos se dejen engañar tanto tiempo", sostiene Xosé Luis Barreiro Rivas, director del departamento de Ciencia Política y de la Administración, de la Universidad de Santiago. Barreiro está harto de las "conclusiones simplonas" que achacan el éxito del clientelismo político a la ignorancia de la población rural. De ser así, sostiene, "tendría que haberse demostrado una gran diferencia entre el voto urbano y el rural", que en la práctica no es tal.
La dispersión poblacional, la ausencia de actividades colectivas y la invertebración de los espacios urbanos que el profesor aprecia en el mundo rural gallego desembocan en relaciones directas entre el partido y el individuo, en lugar de una dinámica general entre el partido y la sociedad. "El PP es el que mejor se ha adaptado a esta realidad", concluye, además de sumar la "incapacidad" de las otras formaciones políticas para combatir el clientelismo.
En una sociedad democrática, según el estudio El clientelismo político como intercambio, de la investigadora Susana Corzo, de la Universidad de Granada, se define el fenómeno como "la consecuencia de una relación personal de intercambio, en el ámbito de la política, que se establece de forma voluntaria y legítima, dentro de la legalidad, entre los que pueden ocupar u ocupan cualquier cargo público y los que desean acceder a unos servicios o recursos públicos a los que es más difícil llegar, que no imposible, de no ser por este vínculo o relación".
Políticas públicas
En Galicia, dice Barreiro, "el gran agente electoral del PP son los alcaldes". Ellos se encargan de facilitar la prestación de servicios con una perspectiva individual. "Las políticas públicas tienden a presentarse en Galicia como favores, como regalos dadivosos que, al no poder ser resarcidos con el simple voto, requieren una fidelidad activa o pasiva y generan sutiles obligaciones de supeditación y dependencia, de sumisión al intermediario de turno", escribieron el ensayista Antón Baamonde, el escritor Manuel Rivas y los catedráticos Fermín Bouza y Ramón Maiz como integrantes del foro Luzes de Galiza, una plataforma de intelectuales creada en 1998 y que arremetió contra los modos de gobierno imperantes en la comunidad.
Baamonde sostiene que el clientelismo no se ciñe sólo al mundo rural: "No se debe pensar únicamente en el paisano que es arrastrado a votar, también vale para los profesionales cuyo volumen de negocio depende de la Administración". Uno de los efectos perversos de esto conduce, según Baamonde, a una suerte de "estatismo conservador" que aborta cualquier iniciativa emprendedora.
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