_
_
_
_

La CIA teje una red internacional antiterrorista

Los servicios secretos de EE UU crean centros de operaciones conjuntas en dos docenas de países

La CIA dispone de centros de operaciones conjuntos en más de dos docenas de países; en ellos, los servicios de inteligencia estadounidenses y de otros lugares trabajan juntos para perseguir y capturar a sospechosos de terrorismo, así como para destruir sus redes o penetrar en ellas, según funcionarios y ex funcionarios de estos organismos. Los centros secretos de información antiterrorista están financiados fundamentalmente por la agencia y utilizan la mejor tecnología de espionaje de la CIA, que incluye dispositivos para comunicaciones seguras, ordenadores conectados a las bases de datos centrales de la CIA y acceso a materiales interceptados de máximo secreto, que antes sólo se daban a conocer a los más estrechos aliados occidentales del país.

Las relaciones de enlace están cambiando la forma de trabajar de EE UU en el exterior
Más información
La cárcel secreta de Bagdad inquieta a la ONU
Terror suicida contra dos mezquitas de Irak
Francia admite que mantiene una "acción común" con la CIA
Un soldado portugués muere y otros tres resultan heridos en un ataque contra una patrulla en Afganistán
La ONU rechaza visitar Guantánamo tras las condiciones impuestas por el Pentágono

Los estadounidenses y sus colegas de otros países que trabajan en estos centros, conocidos por sus siglas en inglés, CTIC, toman a diario decisiones sobre cuándo y cómo capturar a sospechosos, si hay que llevarlos a otros países para interrogarles y detenerles, y cómo desbaratar el apoyo logístico y financiero de Al Qaeda.

La red de centros es un reflejo de la que es actualmente la estrategia central de la CIA y la que más éxito ha tenido a la hora de combatir el terrorismo en el extranjero: convencer y capacitar a los servicios de seguridad de otros países para contar con su ayuda. Prácticamente cualquier captura o muerte de un sospechoso de terrorismo producida fuera de Irak desde los atentados del 11 de septiembre -más de 3.000 en total- ha sido resultado de la colaboración de servicios secretos extranjeros con la CIA, según declaró el subdirector de operaciones de la agencia ante un comité del Congreso este mismo año.

La pista inicial sobre el paradero de un personaje de Al Qaeda puede proceder de la CIA, pero la operación de captura en sí suelen organizarla los centros conjuntos y llevarla a cabo los servicios de seguridad locales, sin que la CIA aparezca sobre el terreno. "En la inmensa mayoría de los éxitos logrados por nuestros CTIC", explica un responsable antiterrorista, "la bota que derribó la puerta era extranjera".

Los centros forman parte además de un giro fundamental en la misión de la CIA, que comenzó poco después de los atentados de 2001 y aún continúa. El principal objetivo de la agencia ya no es reclutar a agregados militares, diplomáticos y agentes miembros de los servicios de inteligencia para que roben secretos de sus países. Hoy, la CIA busca desesperadamente formas de colaborar con otros gobiernos a los que antes criticaba o ignoraba, con el fin de derrotar a un enemigo común.

George J. Tenet, durante su mandato como director de la CIA, fue el responsable de este giro y trabajó con los jefes de las oficinas en el extranjero y los funcionarios del Centro Antiterrorista en la sede central para estrechar radicalmente los lazos con los servicios de información de todo el mundo tras el 11 de septiembre. Por debajo de la diplomacia visible, las tareas de cooperación, que reciben el nombre de relaciones de enlace, están cambiando la forma de trabajar de EE UU en el extranjero.

Desde hace un año, la Casa Blanca ha intensificado sus críticas del presidente uzbeko, Islam Karimov, por su autoritarismo y su represión de los disidentes. Sin embargo, la cooperación antiterrorista con Tashkent prosiguió hasta hace poco. En Indonesia, mientras el Departamento de Estado entregaba mínimas cantidades de ayuda al Ejército a medida que había progresos en materia de derechos humanos y lucha contra la corrupción, la CIA invertía grandes sumas en Yakarta y desarrollaba conexiones con los servicios de inteligencia tras años de tensión. En París, durante los peores momentos de animosidad entre EE UU y Francia por la invasión de Irak en 2003, la CIA y los servicios franceses de inteligencia creaban el único centro de operaciones multinacional de la agencia y realizaban operaciones encubiertas en todo el mundo.

La CIA dirige estos centros conjuntos secretos en Europa, Oriente Próximo y Asia, según funcionarios y ex funcionarios de la agencia. Además, el centro multinacional de París, cuyo nombre en clave es Base de la Alianza, cuenta con representantes de Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá y Australia. "Los CTIC han sido un paso adelante para la codificación, la organización de relaciones de enlace que, en otros lugares, se establecían más ad hoc", explica un ex responsable de la CIA. "Es una herramienta más en la caja de herramientas de las relaciones".

La CIA no ha querido hacer ningún comentario sobre esta información. The Washington Post ha entrevistado a más de dos docenas de funcionarios y ex funcionarios de los servicios de inteligencia y a más de una docena de responsables de servicios de inteligencia extranjeros, además de fuentes diplomáticas y del Congreso. Casi todos han hablado con la condición del anonimato, porque no están autorizados a hablar en público o por lo delicado del tema.

Los CTIC son una cosa completamente distinta de las prisiones encubiertas -lo que en los documentos clasificados se denomina "sitios negros"- que la CIA ha poseído en diversos momentos en ocho países. Varios expertos legales y miembros de los servicios de información dicen que las prisiones -cuya existencia reveló The Washington Post este mes- serían ilegales con arreglo a las leyes de varios de los países que las albergaban. Por el contrario, los CTIC son una expansión de la cooperación secreta en materia de inteligencia que constituye una de las bases de la política exterior desde hace décadas.

Los centros secretos se crearon según el modelo de los centros de la CIA para la lucha contra el narcotráfico en Latinoamérica y Asia. En los años ochenta, ante la corrupción de la policía y los servicios secretos locales, la CIA convenció a los dirigentes de esos países de que le dejaran escoger a personajes concretos, pagarles y mantenerles físicamente apartados de sus propias instituciones. Los agentes de las naciones anfitrionas que trabajan en los CTIC más recientes se someten a una investigación sobre sus antecedentes y al detector de mentiras. Suelen estar bajo la supervisión del jefe de oficina de la CIA y cuentan con la ayuda de funcionarios enviados por el Centro Antiterrorista en Langley.

Convencer a los presidentes y los responsables de los servicios de inteligencia extranjeros de que entablaran o intensificaran las relaciones con la CIA necesitó, muchas veces, la intervención personal de Bush, el vicepresidente Cheney y el secretario de Estado. No obstante, cada acuerdo concreto quedaba en manos de los jefes de oficina de la CIA, otros responsables de la agencia y, en el mejor de los casos, Tenet, "el maestro de los enlaces", como le denomina un veterano funcionario de los servicios secretos.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

George W. Bush, con el vicepresidente Dick Cheney (de espaldas); el entonces director de la CIA, George Tenet (en mangas de camisa), y el jefe de gabinete del presidente, Andy Card, el 20 de marzo de 2003 en el Despacho Oval.
George W. Bush, con el vicepresidente Dick Cheney (de espaldas); el entonces director de la CIA, George Tenet (en mangas de camisa), y el jefe de gabinete del presidente, Andy Card, el 20 de marzo de 2003 en el Despacho Oval.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_