La UE advirtió reiteradamente a Hungría del desastre de sus cuentas públicas
La Comisión decidirá sobre el programa de ajuste económico húngaro la semana próxima
El desastre de las finanzas públicas en Hungría era un secreto a voces. La Comisión Europea ya había advertido reiteradamente durante los últimos dos años a las autoridades húngaras, sobre la grave situación en que se encontraban sus cuentas públicas, con un déficit desbocado, una deuda pública creciente y la imposibilidad de corregirlas con las insuficientes medidas adoptadas. El propio comisario Joaquín Almunia ya había avisado públicamente a las autoridades húngaras en Budapest de los riesgos de la situación en que se encontraban.
Almunia presentará la próxima semana en Estrasburgo la valoración de la Comisión al programa de ajuste presentado por el Gobierno húngaro el pasado 1 de septiembre, con el que pretende reducir el déficit actual del 10% al 3,2% en 2009, mediante un drástico ajuste, que ha desatado la ola de protestas de los ciudadanos.
Además de las advertencias de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el propio Banco Central de Hungría ya habían advertido al Gobierno de Budapest de la gravedad de la situación. El pasado enero la Comisión devolvió al Gobierno de Ferenc Gyurcsany el programa de convergencia que había presentado por considerarlo no creíble y sin propuestas concretas. En aquel momento la situación ya era delicada por el creciente déficit público del 6,1% previsto para 2005 y próximo al 7%, para 2006. En ambos casos no se incluían los gastos de pensiones (1,5%) y otros costes no contabilizados como los derivados de la sociedad constructora de las autopistas. Fuentes próximas a la Comisión señalan que el reconocimiento ahora por parte del Gobierno húngaro de un déficit del 10% para este año encaja perfectamente con las cifras que ya se habían conocido públicamente.
En noviembre de 2005, el Consejo de Ministros de Economía de la UE llegó a la conclusión de que "las medidas previstas por el Gobierno húngaro no eran suficientes para alcanzar los objetivos de déficit para 2005 y 2006". Dos meses antes, el 16 de septiembre, el comisario Almunia, en un discurso pronunciado en la Academia de Ciencias Húngara en Budapest afirmó, que "de los seis Estados miembros, que en julio habían recibido recomendaciones del Consejo, Hungría fue el único que no las cumplió". Almunia empleó varias expresiones contundentes, como "continuamos muy preocupados" o "continuaremos muy vigilantes" sobre el seguimiento de las medidas adoptadas para la reducción del déficit público.
Amelia Torres, portavoz de Almunia, manifestó ayer que "la Comisión ya había avisado varias veces a las autoridades húngaras de la situación, señalándole de manera precisa que no iba por el buen camino". "Ahora", añadió, "lo importante es aplicar las medidas anunciadas, corregir la situación y volver cuanto antes a la normalidad".
El Gobierno de Budapest no pudo mantener por más tiempo su descontrol de las cuentas públicas a partir de las rebajas de casas de rating y la pérdida de valor de su moneda, que son las que han forzado al Gobierno a contar la situación. Ante este panorama, el primer ministro, Gyurcsany, se ha visto obligado a presentar un ajuste de caballo. Entre las medidas presentadas se incluye un aumento del IVA para los productos alimentarios y de primera necesidad del 15% al 20%; un aumento de las cotizaciones sociales de dos puntos, un incremento del gas del 30% y de la electricidad del 8%. El ajuste afecta también al gasto, con medidas muy impopulares como la introducción de pagos en los servicios médicos y los productos farmacéuticos, hasta ahora gratuitos para toda la población.
El objetivo de este apretón de cinturón de las cuentas públicas es situar el déficit en 3,2% en 2009, dentro del límite de convergencia del 3% al año siguiente. Aunque no tiene fecha de entrada en el grupo de países del euro, las autoridades prevén cumplir los requisitos necesarios para 2011.
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