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Reportaje:

'L'ocell, a la gàbia'

El ex juez Pascual Estevill entra en la cárcel para cumplir 9 años por extorsionar a empresarios

L'ocell, a la gàbia (El pájaro, en la jaula), le gustaba decir a Luis Pascual Estevill cuando era juez de instrucción y acordaba la prisión de una persona a la que acababa de tomar declaración. Ayer fue él quien cató esa medicina. Minutos después de las 13.00 horas, el ex magistrado entró en la cárcel de Quatre Camins, en La Roca del Vallès, para cumplir una condena de nueve años de cárcel que le impuso en enero de 2005 el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por extorsionar a empresarios cuando impartía justicia.

Ayer vencía el plazo de tres días que le concedió el TSJC para ingresar voluntariamente en la cárcel. Como era de esperar, Estevill apuró al máximo su tiempo de libertad. Pero el reloj marcaba las horas. Poco después de las doce de la mañana Pascual Estevill salió de su domicilio de la calle de la Emancipació, en la zona alta de Barcelona, conduciendo en solitario un turismo cuatro por cuatro de color oscuro metalizado. Iba en busca de su hijo, el abogado Javier Pascual Franquesa, y juntos llegaron al aparcamiento del penal poco tiempo después. Arreglado, pero informal, con una americana sport y sin perder la compostura de la corbata, Pascual Estevill cruzó la puerta de la cárcel con una bolsa de viaje. Una vez más, pero en esta ocasión para cumplir una sentencia firme.

"Hacía la vida de una persona jubilada. Estaba con su mujer, sus hijos y sus nietos"
En los últimos tiempos, consumía parte de su tiempo jugando en las tragaperras

Atrás quedaban los días en los que, enfundado siempre en un traje y con su inseparable pañuelo en el bolsillo superior de la americana, Pascual Estevill consumía parte de su tiempo jugando a las máquinas tragaperras en un bar del paseo de la Bonanova. En este local, como asiduo cliente que era, tenía un trato muy afable con los camareros, que le conocen desde hace años. El establecimiento está situado muy cerca de su domicilio, y era habitual verle por la mañana o la tarde cambiando billetes de 50 euros por monedas para probar suerte. Una y otra vez. Y consumiendo un cigarrillo tras otro en lugar de los Montecristos con los que no tenía reparos en acudir al levantamiento de un cadáver.

El pasado día 17, Pascual Estevill recibió la llamada telefónica de su abogado, Manuel Troyano, quien le comunicó que se había acabado la vida en libertad y que volvería a oír el sonido de las cancelas antes de tres días. "No recuerdo cómo fue la conversación exacta. Sólo sé que se dio por enterado y me dijo que vale. Desde entonces ha estado preparándose", explica el abogado.

Pascual Estevill ya conoce la cárcel de Quatre Camins porque allí pasó varios meses de su vida por otras causas. El otro penal de cumplimiento de penas en la provincia de Barcelona es Brians, en Sant Esteve Sesrovires (Baix Llobregat), pero allí habría coincidido con el abogado Juan Piqué Vidal, condenado por el mismo caso a siete años de cárcel. Y esa coincidencia entre rejas no la deseaban ni uno ni otro, porque dejaron de hablarse antes del juicio, que se celebró a finales de 2004.

Si Pascual Estevill hubiese incumplido ese plazo de tres días, la justicia habría ordenado a la policía que le detuviera para entrar en prisión, pero ese era un escenario poco imaginable porque durante años el ex juez no ha faltado a ningún requerimiento de control quincenal en el TSJC.

"Estevill hacía la vida de una persona de su edad que está jubilada. Estaba con su mujer, sus hijos y sus nietos", explica el abogado. Quienes lo trataron en otro tiempo ratifican las palabras de Troyano y explican que en los últimos años "parecía que se lo hubiera tragado la tierra". Atrás queda su dilatada agenda de actos sociales a principios de la década de los noventa. Y sus prolongados almuerzos y cenas en los mejores restaurantes de Barcelona, cuando CiU lo encumbró a vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para que dejara el Juzgado de Instrucción número 26 de la ciudad, desde el que se convirtió en el azote de la burguesía.

"Pero ¿a quién habéis enviado aquí? ¡Este hombre es un impresentable!", se le oyó decir en aquella época a Pascual Sala, presidente del órgano de gobierno de los jueces, en claro reproche al entonces diputado nacionalista Miquel Roca. De aquella época es también la ostentosa visita que hizo Pascual Estevill a un casino de Las Palmas durante una reunión anual del CGPJ en el archipiélago en presencia de diversos vocales y magistrados del Tribunal Supremo.

Además de en su domicilio y en el bar de la tragaperras, otro lugar en el que Pascual Estevill pasaba parte del día era en el despacho de su hijo Javier, en la calle de Bruc de Barcelona. El padre logró para él al inicio del juicio una condena menor que le evitó entrar en la cárcel. Para ello el ex juez confesó con todo detalle los sobornos que cometió contra los empresarios y relató la participación directa de Piqué Vidal en ellos. A cambio, la fiscalía y el resto de acusaciones retiraron los cargos más graves que pesaban sobre Pascual hijo. Y, en aplicación del principio acusatorio que rige en España, no se puede condenar a nadie por unos hechos de los que no se le acusa.

La entrada en prisión de Pascual Estevill cierra una parte del caso, pero abre otro frente de final incierto. Con 72 años cumplidos, es muy probable que el ex juez solicite el tercer grado penitenciario en cuanto pasen las elecciones autonómicas y se nombren nuevos gestores en el Departamento de Justicia de la Generalitat. Su abogado no quiere soltar prenda sobre cómo actuará e invoca su secreto profesional, pero sí explica que el cliente reúne los requisitos para cumplir la condena en régimen abierto e ir únicamente a la cárcel a dormir. Otras fuentes judiciales no lo ven tan claro.

La ejecución de la condena implica también el pago de 418.000 euros de responsabilidad civil y 1.803.036 euros de multa impuesta por el tribunal. "Estevill tiene lo que tiene y no tiene más", recuerda su abogado. Lo que le ha podido embargar la justicia durante este proceso es la mitad indivisa del edificio situado en el número 514 de la calle de Muntaner y 100 millones de pesetas (600.000 euros) que se le bloquearon en una cuenta en Suiza. "Ahora habrá que hacer cuentas. Puede que falte dinero o que sobre", asegura el defensor. La tasación del edificio, que se realizó a principios del año 2000, era de 150 millones de pesetas (900.000 euros), una cantidad que habría que actualizar.

A la lista de deudas económicas con la justicia también han de añadirse los intereses de las cantidades que se abonen y la condena de las costas judiciales. Pero es que Pascual Estevill, además, todavía tiene que liquidar a la Agencia Tributaria la multa que se le impuso en 2001 por delito fiscal en la misma sentencia que le condenó a siete años de cárcel. Así las cosas, es más que probable que el ex juez, que en su día amasó una pequeña fortuna en dinero y en influencias, acabe declarándose insolvente para afrontar sus pagos. Al menos, oficialmente.

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