_
_
_
_
Reportaje:Fútbol | Liga de Campeones

El portero vanidoso

El culto al cuerpo puso en peligrola carrera del extravagante e irregular Wiese al sufrir vigorexia, adicción al gimnasio

Europa descubrió a Tim Wiese, muy a su pesar, el 7 de mayo de 2006. El Werder Bremen empataba a un gol contra la Juve en Turín. El partido agonizaba y la Vecchia Signora buscaba desesperadamente la victoria tras haber perdido por 3-2 en la ida. Ya superado el minuto 90, el balón voló sobre el área cuando la impresionante figura de un portero vestido de rosa lo atrapó con sus dos poderosas manos. Éste, al caer, rodó sobre sí mismo una, dos, tres veces..., hasta que se le escurrió la pelota, que llegó a los pies de Emerson. Marcó el brasileño y se clasificó el Juventus.

"Doy por sentado que ha sido un gesto para la tribuna", comentó Harald Toni Schumacher, ex portero del Colonia y de la selección alemana en la década de los ochenta y el hombre que formó a Wiese en el Fortuna. "Lo siento, estoy destrozado", convino Wiese, guardameta por casualidad. A los nueve años, se lesionó durante un partido con el DJK Dürscheid. "Ponte los guantes y haz lo que puedas", le dijo el entrenador. Jamás abandonó ya la portería y tan bien lo hizo que le fichó a los 15 años el Bayer Leverkusen. Apenas duró un par de cursos con los leones porque un día, terminado el entrenamiento, abandonó el vestuario con el torso desnudo bajo la americana. "¿Adónde vas con esa pinta?", le preguntó el técnico antes de amenazarle: "O te vistes correctamente o vete buscando equipo". Orgulloso, nunca volvió.

"Pesé 100 kilos. Era todo músculo, pero no podía ni moverme", recuerda el pupilo de Schumacher

Schumacher se lo llevó al Fortuna, de Colonia, y Wiese le señala como su maestro, aunque siempre tuvo a Kahn como ejemplo. La devoción por el portero del Bayern Múnich le llevó a elegir a Verena, la esposa del meta internacional, entre las diez mujeres más bellas del mundo. "Para mí, era Dios, pero ya me he liberado. Ahora sólo quiero parecerme a mí mismo", declaró al volver de su última y grave lesión de rodilla al inicio de la pasada temporada.

Católico practicante, hijo único de Wilma -"a ella le debo cuanto soy", suele decir- y de Frank, propietario de una prestigiosa empresa de publicidad, su fama de bocazas está justificada. Valga una muestra: "Felicito al Bayern", dijo hace unas semanas, tras perder contra el Werder. "Lo ha hecho tan bien que sólo le hemos metido tres", añadió quien no soporta mirarse al espejo y verse pálido, motivo por el que, al menos un par de veces a la semana, toma baños de rayos UVA.

También hubo un tiempo en que, por su culto al cuerpo, puso su carrera en peligro al sufrir vigorexia, es decir adicción al gimnasio. "Llegué a pesar 100 kilos. Era todo músculo, pero no podía ni moverme", explica. Superado ese periodo, hoy pesa 91 kilos, pero no podría vivir sin gomina para el pelo, ya que la usa a litros.

La vanidad de Wiese se traspasa al campo: en el Kaiserslautern empezó a jugar de rosa antes de ser traspasado al Werder. ¿Por qué? Según sus compañeros, es la mejor manera de lucir el moreno... La arrogancia del hombre al que hoy debe batir el Barça le llevó a decir en 2003 que en tres temporadas sería titular con Alemania. Nunca ha sido convocado. Para muchos, hoy pasa examen a los ojos de Loew, el seleccionador. No lo cree: "Simplemente, jugaré uno de esos partidos que soñaba de niño". No lo dice, pero sabe que, además, tiene ocasión de redimirse por un fallo que le dio más fama que sus paradas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_