'Sushi' y más
Eat moves o comida en movimiento, pregona a bombo y platillo el eslogan de esta casa. Local desenfadado, de pretensiones gastronómicas limitadas, que gira en torno a una estrecha cinta transportadora que cruza su galáctico comedor de un extremo a otro, desde la cristalera de la cocina hasta la punta de la barra. Sobre su superficie se pasean pequeños platillos con diferentes clases de nigiri sushi, makis, california rolls y otros bocaditos nipones de arroz que los propios clientes escogen al verlos pasar en régimen de autoservicio. Hasta el agua (mineral o gasificada) se la escancian los comensales de dos grifos que emergen en el centro de las mesitas.
Como es lógico, la factura depende de la cantidad y la calidad de lo elegido. Para calcular la suma se aplica un código de colores: los platos de filo naranja (1,50 euros) son los más económicos; los de reborde gris (4,50 euros), los que transportan las preparaciones más caras. Entre medias, otros de 2 y 3 euros.
PINK SUSHIMAN
Caballero de Gracia, 8. Madrid.
Cierra los domingos por la noche.
Teléfono: 913 60 56 08.
'Web': www.pinksushiman.com
Bocaditos fríos, se entiende, que se elaboran a discreción por dos sushiman que trabajan a la vista en un extremo, porque para los calientes ya está su cocina, que se atreve con platos de la culinaria japonesa o incluso china como sus tres woks: el de verduras, el de setas y pollo y el de tallarines con gambas. Entre estas especialidades figuran cosas normales junto a otras imprevisibles: teriyaki o yakitori de pollo, gyozas de verduras y carne, tempura, tofu pockets y varios arroces. Platos que con algo de suerte se pueden solicitar a unas camareras tan desinhibidas como el propio local, que suelen simular actividad pero es fácil que se encuentren ausentes.
De la misma cocina también salen una sopa de miso mediocre y conos (temakis) de alga nori rellenos de distintas cosas. Hasta un total de ocho especialidades, incluidas las de cangrejo y mango, el salmón crujiente y la tempura de langostinos.
Y para beber, cervezas españolas o japonesas. O, en su lugar, sake y dos vinos blancos o rosados de precios económicos.
Se concluye con postres convencionales (tarta de chocolate, tarta de queso, helado de té verde) que no valen gran cosa. Tampoco el té verde figura entre lo mejor de la casa.
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