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Elecciones 27M
Columna
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La contradicción

Algunos muertos no se acaban de ir. Es el caso de ese muerto al que ya he aludido más veces, la herencia del fraguismo que afecta a nuestra sociedad en todos los planos. Y ahora, en plena campaña electoral, se nos aparece en todo su esplendoroso hedor.

Aquí la tenemos por todas partes, es el centro de la campaña, es lo que verdaderamente se discute cada día, son las noticias de Galicia: las reclamaciones de proteger el litoral y todo el país del urbanismo especulador; las exigencias de los grandes y pequeños promotores inmobiliarios y de la mayoría de alcaldes de que sigamos adelante con el desastre urbanístico; las concesiones de piscifactorías que nadie sabe muy bien cuál es su rentabilidad social y que afecta a los vecinos de esos lugares... Todo se resume en la gran trapallada desvelada por este periódico: el pacto secreto de los señores Fraga y Tojeiro para instalar Reganosa, con permiso o sin él, y donde les pareció y con todas las garantías de que la Xunta lo respaldaría. Eso fue la política aquí, el salvajismo de los poderosos repartiéndose compinchados el país, y ello blindado por el silencio, un silencio comprado. Todo eso sale de debajo de la mesa y se nos planta encima.

Pero de todas esas desfeitas no va a responder ni el señor Fraga, allá en su Madrid, ni el señor Núñez Feijóo, que era su vicepresidente. Se cuidarán mucho de abrir la boca para que nadie se lo recuerde. Lo penoso es que quien pone la cara son los que ahora gobiernan, son ellos los que cargan con el trabajo sucio de hacer cumplir los términos legales de tanta trapallada. Trapallada inscrita en los registros, pero trapallada. Son socialistas y nacionalistas los que, atrapados en la trampa, se tragan la quina y nos dicen que todo es legal, sabiendo que, caso de que sea legal, no es justo. Son ellos los que defienden esa barbaridad ya construida y se enfrentan a mariscadores y vecinos que tienen toda su razón. No es muy justo que se vean en esa situación, pero debieran saber salir de esa contradicción. O explicarse.

Y por todo ello la campaña electoral está siendo confusa, llena de ruido y humo, porque al tiempo que esta administración apenca con esos compromisos heredados también es cierto que saca adelante una ley para parar la destrucción de la riqueza paisajística del litoral. Un empeño del presidente que desde luego no es fácil; ningún alcalde, ni socialista ni nacionalista, no digamos del PP, estará a favor de esa medida proteccionista, aunque el conjunto de la población seguramente la ve necesaria. No sabemos si será una medida efectiva, pero al menos es un intento de detener un desastre que merece ser considerado.

Probablemente toda esa confusión no va a distorsionar mucho el resultado electoral que se prevé. Aunque el combate entre partidos es constante hasta la fatiga, en estas elecciones va a contar el factor local, afortunadamente, y ahí solamente los vecinos de cada municipio saben de sus asuntos particulares. Pero casi inevitablemente va a haber una tendencia de fondo muy clara: el resultado de las autonómicas se va a extender ahora a los municipios. La pérdida de la Xunta, no teniendo tampoco el Gobierno central, le va a pasar una seria factura al PP, y el Partido Socialista va a rentabilizar enormemente la presidencia de la Xunta, sumada al Gobierno central. La incógnita es si el Bloque rentabilizará el poder que ahora tiene recuperando el apoyo social que perdió en las anteriores elecciones, si se mantendrá o si retrocederá. En ese sentido, que el vicepresidente acuse públicamente de parcialidad a la CRTVG parece inapropiado. Quien está en el gobierno no debe hacer oposición y hay cosas que hay que arreglar dentro de casa, pero eso no sólo daña a la Xunta, también indica cierta inseguridad o preocupación.

Así, con aciertos y también con insuficiencias, con la demostración de cómo se puede gobernar en coalición y también con ejemplos de cómo no se puede, la fórmula que gobierna la Xunta va a consolidarse en todo el país. Pero, al tiempo que se consolida electoralmente, el cargar con esa pesada herencia - Cidade da Cultura, puerto exterior, Reganosa, piscifactorías por todas partes... - puede ser el comienzo de un poder sin hegemonía social, sin la adhesión de los sectores que lo deben apoyar. Hay herencias indeseables.

De todos modos, ¿qué dicen al respecto los señores Fraga y Núñez Feijóo?

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