La mutación de Capello
El técnico, más inseguro que nunca y "dispuesto a rendirse", ha remontado los ataques de la afición, el club y los jugadores
Fabio Capello nunca se ha arrepentido de nada. Menos aún de haber fichado por el Real Madrid. Le gustan los desafíos y las misiones imposibles. Ha heredado los genes de su región, el Friuli, conocida por haber parido cabezotas en cantidad industrial. Es un hueso duro de roer, decían de él. Pero estos 11 meses en el banquillo del conjunto blanco han mermado su seguridad y la confianza en su trabajo.
Eso es lo que aseguran desde su entorno los que han vivido con el técnico italiano los momentos más duros de la temporada, desde el partido en el Carranza -en el que los seguidores blancos no tardaron ni media hora en corear '¡Fuera, fuera, fuera!', criticando al estilo de juego capellista y la inercia de los jugadores- hasta las derrotas contra el Recreativo y el Deportivo, pasando por la eliminación de la Liga de Campeones y por la incómoda situación con su ex pupilo, Antonio Cassano.
"Ha aguantado como nadie. Sabía que le esperaban insultos y ataques personales"
"No quería seguir porque no tenía el apoyo del vestuario ni de la directiva"
Antes del partido en el Camp Nou, pidió unidad y aseguró que él no tenía ninguna lista negra "Hace dos meses era impensable que admitiera haber cometido un error. Lo hizo con Beckham"
En el cuerpo técnico reconocen que Capello salió especialmente afectado del vestuario de Tarragona después de que Cassano lo insultara delante de toda la plantilla -"Eres un sinvergüenza, yo en el Roma di la cara por ti y ¿así es como me compensas?", le soltó el delantero italiano descontento por sus continuas suplencias-. "Le tranquilizamos diciéndole que no importaba lo que le había dicho sino quién lo había dicho. Y que no le diera demasiada importancia".
"Fabio ha perdido la seguridad que le había distinguido siempre. Por primera vez se le vio dispuesto a abandonar el barco y rendirse. Para los que le conocemos bien eso fue algo chocante", dicen desde su entorno. Después de la derrota contra el Recreativo (0-3) en el Bernabéu empezó a plantearse su salida del club. Perder en Riazor (2-0) lo hundió y el fracaso contra el Levante en casa (0-1) le hizo pensar que su camino había llegado al final.
Fue dos semanas antes de la eliminatoria de octavos de final de la Champions contra el Bayern de Múnich. La víspera del partido, Capello presentó su dimisión. "No quería seguir porque no tenía el apoyo del vestuario y no se sentía protegido ni respaldado por la directiva", afirman fuentes de la entidad blanca. Nadie consiguió convencerle de que se lo pensara un poco más y no se dejara llevar por la prisa. Entró en la sala donde estaban reunidos los directivos diciendo: "O ahora o nunca. No quiero volver a sentirme cuestionado el próximo partido".
Según fuentes del club, Calderón no aceptó las dimisiones porque quedaban dos partidos fundamentales para seguir en la Liga de Campeones, pero pactó con la junta el despido de Capello en el caso de que perdiera contra el Barcelona en el Camp Nou. Aquel partido, tres días después de caer contra el Bayern, dio comienzo a la remontada del Madrid. "Fabio tuvo una charla con la plantilla. Fue el punto de inflexión. Pidió unidad y dejó claro que él no se había dedicado a hacer ninguna lista negra, que eso no era cosa suya sino de la directiva", dicen algunos de sus colaboradores.
"Ha aguantado como nadie... Desde el partido del Carranza sabía perfectamente que le esperaría una temporada jodida con muchos insultos y ataques personales", sostienen desde su entorno. Y es que ese día de agosto la hinchada despidió al once madridista entre gritos y pitos. La temporada ni había comenzado todavía, pero Capello se dio cuenta entonces de que su paso por Chamartín no sería ningún cuento de hadas, que no tendría nada que ver con su anterior aventura madridista de la década anterior.
Sus principales colaboradores son testigos de ello. Aseguran que Capello, que hoy cumple 61 años, no ha cambiado sus hábitos -sigue fiel al jamón ibérico-, ni la forma de relacionarse con la plantilla, pero sí el trato con la prensa y, sobre todo, el lado más cabezota de su carácter. "Hace tan sólo un par de meses era impensable que admitiera haber cometido un error. Con Beckham sí lo hizo, reconociendo que se equivocó en apartarle del equipo cuando éste anunció que no había renovado y había fichado por el Galaxy. En esa ocasión fue frágil", relatan.
Fuentes del vestuario que quieren mantener el anonimato cuentan que nunca habían visto al técnico italiano "tan obsesionado" con la prensa. De hecho, desde hace un par de meses y coincidiendo con la decisión de entrenar a puerta cerrada, ha vetado cualquier entrevista. Sólo habla con aquellos medios que quieran debatir de moda y de arte. A poder ser, contemporáneo.
"Nunca lo había visto tan obsesionado. Se lee todos los periódicos antes de llegar a Valdebebas y si no puede con todos, le pide a Italo Galbiati que le haga un resumen", dice un jugador de la plantilla. Y no hay nadie mejor que el segundo de Fabio Capello para cumplir a rajatabla las órdenes de su superior. En octubre, tras el enésimo fallo de Van Nistelrooy de penalti -entre Liga y Champions llevaba tres seguidos-, Galbiati salió de Valdebebas gritando contra un periodista: "Escribes sin saber las cosas. Entérate antes de publicar que Capello no ensaya los penaltis. Siempre lo hacemos los sábados cuando entrenamos a puerta cerrada".
Y es que en el cuerpo técnico admiten que se esperaban otro trato. "En Italia nadie se atrevía a criticar a Fabio porque siempre acababa ganando y callando bocas. Aquí en cambio lo ha pasado realmente mal debido a los ataques personales de los medios. De repente lo convirtieron en un entrenador inútil, incapaz de gestionar al grupo y leer los partidos. Todo esto le hizo perder confianza", argumentan.
Pero ni eso consiguió desmantelar su coraza. "¿Con quién se desahogaba? Con nadie más que consigo mismo, como siempre lo ha hecho porque está demasiado convencido de sus propios medios para ir quejándose por ahí". Sus hombres de confianza le pidieron dos cosas en las últimas semanas: que agradeciera al vestuario las muestras de apoyo sobre su continuidad y que ante los medios se limitara a hablar de "finales".
Cumplió sólo con la última. "Él es así".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.