Los otros Atlas de Ptolomeo
La Universitat de València conserva volúmenes de valor incalculable donados por mecenas
Más de mil manuscritos, 350 incunables, cerca de 3.700 volúmenes del siglo XVI otros 7.500 del siglo XVII, 15.000 del XVIII y muchas más publicaciones valiosas de los últimos siglos, componen el extenso fondo histórico bibliográfico de la Universitat de València. La directora de la Biblioteca Histórica, María Cruz Cabeza, sitúa por importancia el fondo antiguo de la Universitat en el tercer o cuarto lugar entre sus homólogas.
María Cruz Cabeza, nieta del intelectual y político Claudio Sánchez Albornoz, que lleva 37 años trabajando aquí, es la memoria viva de sus fondos. "Cualquiera de todos estos manuscritos e incunables puede costar tanto como un Velázquez, pero la mayoría de la gente no lo entiende, porque son libros", señala de unas obras cuyo valor depende de varios parámetros: la conservación de la encuadernación original, las miniaturas...
Entre los mil manuscritos de la Universitat destacan tres obras de Virgilio, cinco de Tito Livio, un Atlas Ptolomeo del siglo XV, el códice francés del siglo XIV Roman de la Rose, además de otros tantos de teología, un pequeño fondo de manuscritos árabes...
Entre los 350 volúmenes de incunables, impresos en su mayoría en Italia, también hay de Francia y Alemania, y 55 españoles, entre los que se encuentra el considerado primer libro impreso en España Obres e Trobes en lahors de la Verge Maria. Es además único en el mundo. "Con esto del primer libro, siempre hay polémica ya que como los impresores de procedencia alemana eran ambulantes hay quien lo atribuye al Sinodal de Águila Fuente". Hay más incunables de los que sólo existe un ejemplar. De entre estas obras también destaca un Tirant lo Blanc de Joanot Martorell, salido de las prensas de Nicolau Spindeler en 1490, y del que sólo se conocen tres en el mundo. Está escrito en valenciano antiguo. De este impresor también se conserva La Ethica de Aristóteles.
De los siglos XVI y XVII son numerosas las recopilaciones de los Furs; del siglo XIX destacan algunas publicaciones curiosas, como por ejemplo, los 3.608 programas del Teatro Principal, y del fondo más moderno, los aproximadamente 400 volúmenes, entre libros y folletos, editados entre 1936 y 1939 y relacionados con la República y la Guerra Civil.
¿Y de dónde procede todo este patrimonio? El origen de la Biblioteca Histórica, situada en el edificio histórico de la Nau, se remonta a la donación, en 1785, de los libros del insigne valenciano Francisco Pérez Bayer, tutor de los hijos de Carlos III y canónigo, que al morir dejó su legado a la Universitat imponiendo tres condiciones: que la biblioteca tuviera un local adecuado, personal competente y que fuera pública. Otros catedráticos siguieron su ejemplo creando la librería universitaria, sin embargo, todo desapareció durante la Guerra de la Independencia, porque una bomba cayó sobre el edificio de la Universitat. "Sólo se conservó un libro de flora y fauna de las Bahamas. Así que en 1812 se vuelve a empezar".
La catástrofe sirvió de estímulo a rectores, catedráticos y patricios valencianos, que rehicieron la biblioteca, además de llevarse a cabo una política de compra. Sin embargo, el mayor legado llegó en 1837, cuando las obras procedentes de las bibliotecas de los conventos suprimidos por la Desamortización de Mendizábal llegaron a la Universitat. Lo más valioso provino del Monasterio de San Miguel de los Reyes: "Allí estaba toda la Biblioteca Napolitana, que fundó Alfonso el Magnánimo, con los trabajadores más selectos de su corte, y continuó hasta el Duque de Calabria, que fue virrey de Valencia y al no tener descendencia legó su patrimonio a los Jerónimos pasando a la Universitat al ser desamortizados", explica Cabeza.
Para rendir tributo a su fundador y a su principal bienhechor "fortuito", la Biblioteca ha bautizado como Calabria y Pérez Bayer, dos de sus salas: la primera con fondos y utilizada exclusivo para exposiciones, y la segunda de consulta para investigadores, en la segunda planta de la Nau.
Posteriormente llegaron otras donaciones importantes, como las de Mariano Liñán, Francisco Javier Borrull, el Marqués de Dos Aguas, Vicente Hernández Máñez, y la última importante data de 1901.
Todo este material se puede consultar por investigadores. Los manuscritos e incunables no se sacan a consulta, pero hay ediciones facsímiles y se pueden realizar fotocopias del microfilme. Algunos, como el Tirant, de 1490, están ya digitalizados, así que cualquier persona desde cualquier equipo con Java puede acceder a su valenciano antiguo a través de la Web de la Biblioteca Histórica. Un somni hecho realidad, como el nombre de la sección virtual que recoge los fondos históricos.
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