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Reportaje:La precampaña electoral

El candidato desbordante

Pizarro se multiplica en su primera semana electoral

Miguel Ángel Noceda

El candidato Pizarro ha llegado temprano a la sede del PP. Tras ojear la prensa, repasa de pie y en mangas de camisa la agenda del día. Es martes y la jornada va a ser dura. Está a punto de entrar en una reunión de urgencia con la cúpula económica del partido en la que tendrá que destilar toda su sabiduría bursátil para explicar la espectacular caída de las cotizaciones y, de paso, buscar la culpabilidad del Gobierno para sacar la máxima rentabilidad electoral. Por la tarde asistirá a la presentación de un libro sobre Mariano Rajoy (Si yo fuera presidente) en un hotel madrileño, del que saldrá disparado para cenar con unos amigos en un restaurante cerca de su casa.

Pizarro se está acostumbrando rápido a su nueva vida. Irrumpió en política como un ciclón y en su primera semana en el bullicio electoral se ha mostrado incesante. La inició como espectador de excepción, junto a Rajoy, Zaplana y Acebes, en una conferencia de Esperanza Aguirre. A la salida, se escurrió como pudo de la prensa y corrió a encerrarse con el equipo que le ha puesto el partido para la campaña, con una jefa de prensa y un dirigente de Nuevas Generaciones a su disposición.

El miércoles presentó la dimisión en Telefónica y el jueves en la Bolsa
Ha ido a conferencias, presentaciones de libros, homenajes, ha dado entrevistas...
Quería actuar en este circo y le ha llegado la oportunidad en la pista central
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Al día siguiente, acudirá a Telefónica para dimitir como consejero de la compañía, cargo en el que apenas le ha dado tiempo a estrenarse. El presidente del grupo, César Alierta, amigo y paisano de Pizarro, se habrá acordado sin duda del alboroto que causó su nombramiento en diciembre. Entrada la noche irá al homenaje a Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA hace 13 años, junto al roble que se plantó en su memoria en una plaza del barrio de Salamanca para, después de recoger abrazos y frases de aliento de los militantes, desplazarse a una emisora de radio.

El jueves es el día escogido para trazar el calendario de visitas a localidades madrileñas. Interrumpirá la tarea para trasladarse a la Bolsa de Madrid a despedirse como vicepresidente de Bolsas y Mercados Españoles, cargo que ha compartido con el de presidente de Endesa. Sale del coche blindado hablando por el móvil. Sube las escaleras a toda prisa y apenas tarda unos minutos en regresar. Luego, continuará la ronda de entrevistas, que comenzó en Libertad Digital, el medio de su incondicional Federico Jiménez Losantos, y en la que se ha negado a incluir a EL PAÍS.

El viernes, como siempre, ha madrugado y hecho gimnasia antes de salir de casa. Toca perfilar la conferencia sobre economía que el partido celebrará el fin de semana y en la que él pondrá colofón después de Juan Costa y antes de Rajoy. Será la puesta de largo en política de este abogado del Estado que se metió a agente de cambio y bolsa y acabó presidiendo Endesa tras haber hecho lo propio en la Bolsa, la caja de ahorros aragonesa Ibercaja, donde ha mantenido despacho y secretaria hasta ahora, y la sociedad bursátil Ibersecurities.

Rajoy necesitaba un peso pesado para contrarrestar la tormenta que él mismo provocó al fulminar a Alberto Ruiz-Gallardón y, tras fallar otras opciones como la de María San Gil, encontró a este aguerrido aragonés de 56 años, preparado, culto, afable, devoto, al que se la da bien hacer amigos y que, además, comulga con las ideas conservadoras que imperan en el partido.

Para Pizarro, este cambio supone una revolución, pero se le ve encantado, como un chaval con zapatos nuevos. Consciente del envite, inició una frenética actividad, dejando constancia de su facilidad de palabra y de las ansias que escondía de convertirse en tribuno público tras años entre bambalinas. Quería actuar como primera figura en este circo y le ha llegado la oportunidad en la pista central.

Le habría gustado que salir al escenario sin tanto lío y no ser segundo plato, pero no podía defraudar la petición desesperada de Rajoy y Aznar, que le avalaron para afiliarse el día de su presentación. Hay quien sostiene que, en el fondo, este hombre que pudo ser ministro en 1996 no se descarta como un recambio para la derecha si Rajoy fracasa y no prospera Aguirre.

De momento, se conforma con ser el número dos de Madrid, lo que no es poco. "Yo estoy con don Mariano, y detrás de don Mariano", pronunció el día de su presentación. Después se dejó fotografiar en su nuevo despacho, en la primera planta de la sede del PP, con una revista sobre la mesa en la que aparece Aguirre en la portada con el mensaje de "confianza en el futuro". Sintomático.

Poco importa que semanas antes hubiera asegurado en un acto en Andorra (Teruel) que nunca se dedicaría a la política y que se ponía a disposición del Gobierno aragonés (PSOE y PAR): "Lo que quieran, aquí me tienen". Quizá esto explique que llamase al presidente de la comunidad, Marcelino Iglesias, antes que a los responsables del PP regionales para anunciarle su candidatura. El cambio le supuso fuertes críticas del PAR, que le consideraba de los suyos. Como no deja de ser hombre con buenos principios, no olvida que todo el Parlamento aragonés le amparó en la OPA, por lo que no hará campaña en Aragón.

Hasta ahora Pizarro había cuidado una imagen dialogante, lo que él llama la filosofía del albacea ("hacer de consejero sin estorbar"). Pero eso ha cambiado ahora "por responsabilidad, valentía y patriotismo", lo que puede aclarar que un hombre tremendamente familiar y con la chequera bien repleta dé un cambio de vida tan radical. Tanto, que parece otra persona. En su anterior etapa, se caracterizó por mantenerse a la expectativa. Ahora, seguramente por exigencias del guión, aparece un político implacable, con actitudes de la derecha más dura, de los que se encienden fácilmente y no perdonan.

Algunos observadores han destacado que está pecando de prepotencia y que se siente muy sobrado, lo que, en política, resulta extremadamente peligroso. Otros subrayan que los rivales no se van a quedar parados al considerar que tiene una mandíbula de cristal, que es vulnerable por temas como la compra de 50.000 acciones de Endesa unos días antes de la OPA, que él asegura que de haber sabido la existencia de la oferta no habría comprado nunca; los 12 millones de euros de indemnización que cobró por dejar Endesa; o los cuatro que recibió por la venta de las acciones en la OPA.

La vicepresidenta Fernández de la Vega le disparó por otro costado: "Habrá que preguntar al PP si piensan traer mucho por aquí al señor Pizarro para que explique a los valencianos por qué se ha opuesto al trasvase del Ebro".

Pizarro destapó sus dotes mediáticas en la larga batalla que libró en Endesa contra Gas Natural y el Gobierno de Rodríguez Zapatero, a quien atribuyó la autoría intelectual de la OPA lanzada por la empresa catalana. Por paradojas de la vida, una OPA que ponía al descubierto las debilidades de una empresa que no lograba subir su valor en Bolsa, le convirtió en un triunfador. La defensa que hizo de la acción, que pasó de 17 a 41 euros, le hizo ganarse el apego de casi un millón de accionistas.

Mientras, el PP encontraba un filón político. Acusó al Gobierno de querer cargarse a Pizarro y de ceder a los grupos políticos catalanes, lo que ahora complica que tenga tirón en esa comunidad. Un respaldo en el que se mojó especialmente Esperanza Aguirre y apenas gastó esfuerzos Ruiz-Gallardón. Es verdad que al Ejecutivo socialista le habría encantado desbancar de sus sillones a unos cuantos presidentes de empresas privatizadas que había colocado el PP, entre ellos Pizarro, que sustituyó a Martín Villa en 2002, o Francisco González, a quien propuso para presidir Argentaria (luego BBVA).

Nieto de un coronel de la Guardia Civil que persiguió a los maquis en la sierra de Teruel, es un enamorado de su tierra. Metió Ibercaja en Endesa "para defender el carbón de Teruel", aunque Rato le había puesto entre los consejeros independientes de la eléctrica. Le encanta el Pirineo. Vendió la casa de la catalana estación de Baqueira, que ha compartido con amigos como Aznar o Rato, para hacerse un chalé en la aragonesa de Formigal.

Se ha hinchado de decir estos días que no quiere mirar al pasado. Pero, por si acaso, de su boca han salido amenazas ("no me hagáis hablar") y referencias a Rumasa, en cuya privatización trabajó como funcionario o lanzaba alguna perla contra Solbes, a quien no ha llamado para plantear el debate que pide públicamente. Si el PP gana, encontrará cortapisas para ser ministro de Economía por la relación que ha tenido en algunos sectores. Si no, será, probablemente, el diputado más rico del Congreso.

Manuel Pizarro llega a la sede de la Bolsa de Madrid.
Manuel Pizarro llega a la sede de la Bolsa de Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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