_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

UCI lingüística

No recuerdo haberme sentido nunca defraudada con sus propuestas. Las exposiciones del Koldo Mitxelena suelo vivirlas como un privilegio (uno de esos privilegios de los que gozamos los habitantes del primer mundo cuando éste se comporta como tal) y como un campo fértil y generoso del que siempre cosecho algo que me enriquece porque me da de sentir y de pensar. La exposición que actualmente ocupa las salas del KM no es una excepción a esa regla de satisfacciones. Se titula Try again y compone, a través de una serie de videojuegos -creados o transformados a partir de los originales por artistas- una representación inquietante e interrogante de nuestro tiempo: de sus obsesiones, simulaciones, violencias.

En Euskadi el lenguaje está como para ingresar en una unidad de auténticos cuidados intensivos

Todos los trabajos allí presentados merecen jugarse, pero yo elijo el de Dora García (Game 2008), entre otras razones porque le encuentro una correspondencia más que útil con la actualidad y las preocupaciones que nos rodean. Se trata de un juego con palabras: el vídeo presenta a alguien hablando, y cada vez que esa persona pronuncia una determinada palabra clave (de las previamente señaladas como claves para el juego) tú tienes que marcarlo en el teclado; si lo haces se suman puntos a tu cuenta, de lo contrario se restan. Sea cual sea tu resultado, al final del juego siempre sales ganando. Porque se te sube a la cabeza el recuerdo de que las palabras son algo valioso; y de lo difícil que es escuchar; y de que siempre es importante ordenar el vocabulario en prioridades, pero que hay que tener cuidado porque, a veces, a fuerza de concentrar la atención sólo en unos cuantos conceptos puedes perder el sentido de la frase o del enunciado enteros, y quedarte sin entender prácticamente nada.

Decía hace un momento que de entre todos los juegos de Try again elijo éste también por su correspondencia con la realidad vasca, que de una manera u otra siempre anda enredada en lo lingüístico: en palabras que a fuerza de subrayarse impiden escuchar lo demás, el enunciado entero; en palabras que faltan (cuántos debates lleva decenios acallando y/o agostando el monotema); en palabras que a fuerza de sobre-usarse (se) han cansado tanto que se oyen como un llover; u otras que a fuerza de mal emplearse se han retorcido de tal manera que no sólo ya no hay quien las entienda, sino que han dejado de inspirar tranquilidad, alegría o confianza. En fin, que en Euskadi el lenguaje está como para hospitalizarse, como para ingresar en una unidad de auténticos cuidados intensivos.

Lo que, bien mirado, tampoco me parecería una mala definición para una buena política lingüística o para una buena Consejería de Educación y de Cultura: ser una UCI lingüística, un espacio de auténtico cuidado del lenguaje, de defensa y cultivo de su tersura, su claridad, su energía creativa, su abundancia. Una instancia que no dejara de recordarle a los ciudadanos, especialmente a los más jóvenes, el impresionante valor de las palabras; y que cada palabra muerta en ellos es de verdad una muerte; que cada palabra que no aprenden es una porción de mundo sensual e intelectual del que se están privando; que la anchura del idioma se parece a la de la libertad; que poder expresarse con precisión y en matices es muchísimas veces una puerta de entrada a la felicidad comunicativa y afectiva, y, efectivamente, un poder.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_