El divorcio récord de Aga Khan

Es uno de los hombres más ricos del mundo y dicen que de los más influyentes. Le gusta poco la fama, pero sí el poder. Se mueve en los círculos más exclusivos. Y acaba de divorciarse por segunda vez. En eso también ha logrado un récord. El Tribunal de Apelación de Amiens ha fallado que Karim Aga Khan, de 74 años, pague a su exesposa Gabriele Thyssen, la última Begum, 60 millones de euros. Veinte más de los que Paul McCartney entregó a Heather Mills al divorciarse.

El príncipe -jefe religioso de más de 15 millones de musulmanes ismaelitas nazaríes que creen que él es descendiente directo de Alí, yerno de Mahoma, y, por tanto, su representante en la Tierra- se casó en 1988 con la princesa Gabriele Thyssen, una joven alemana 28 años más joven que él. Tuvieron un hijo, Aly, de 11 años, pero el matrimonio comenzó a tambalearse poco después.

SU ESPOSA CONTRATÓ UN DETECTIVE PARA DEMOSTRAR QUE LE ERA INFIEL

En 2002, la Begum descubrió que su marido le era infiel. Gracias a un detective privado, supo que el príncipe se había ido de vacaciones a Tanzania con otra mujer a bordo de su avión privado. En su fallo, los jueces de la Corte de Apelaciones de Amiens afirman con rotundidad que el Aga Khan construyó con esa amante una relación privada "que duró varios años".

La pareja rota lleva discutiendo los términos de su divorcio varios años en los tribunales. La Begum exigió 200 millones de euros y el Aga Khan ofreció siete. En primera instancia, el tribunal concedió a Begum 12 millones, pero tras la apelación, la indemnización ha quedado fijada en 60 millones.

Pero la sentencia no solo habla de dinero. Sostiene que los dos son responsables del divorcio: él por infiel y ella por descuidar las obligaciones que asumió en el contrato como esposa de un líder espiritual.

Para el Aga Khan, este ha sido su segundo matrimonio. Estuvo casado con Salima Aga Khan, con la que tiene tres hijos: la princesa Zahra y los príncipes Rahim y Hussain.

Como hombre de negocios, Aga Khan es el socio mayoritario de la financiera italiana Fimpar, que controla el grupo hotelero Ciga y creó e impulsó Costa Esmeralda, en Sicilia, lugar de reunión de la alta sociedad mundial. En 1967 creó una fundación que lleva su nombre y a través de la cual colabora con los programas de desarrollo de Naciones Unidas y lleva a cabo importantes obras filantrópicas. Además es presidente de un impresionante entramado empresarial y financiero que le reporta unos enormes beneficios anuales, con los que no solo ha mantenido la fortuna heredada de su abuelo, sino que la ha aumentado.