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Las otras víctimas de la ruina de la hostelería

Los proveedores de alimentos a bares y restaurantes alertan de una caída del 40% de su facturación

Puesto de La Dársena en la nave de pescados de Mercamadrid, este jueves en Madrid.
Puesto de La Dársena en la nave de pescados de Mercamadrid, este jueves en Madrid.VICTOR SAINZ

A Juan Antonio Cardeña no le salen las cuentas desde el mes de marzo. Regenta la pescadería La Dársena en Mercamadrid y desde que llegó la pandemia ha visto recortados sus ingresos y ha tenido que prescindir de parte de su plantilla, ahora en ERTE. Este pequeño negocio es uno de los miles que componen la enorme cadena de valor de la hostelería española: esas empresas que abarcan desde la recogida del producto en el campo o el mar, hasta que se sirve en el plato. Las víctimas colaterales de la caída del consumo y el cierre de bares y restaurantes.

El propietario de La Dársena en Mercamadrid, uno de los mayores mercados de alimentos de Europa, asegura que seis meses después de la llegada del virus mantiene una caída de las ventas del 40%, mientras los gastos logísticos se mantienen. “Hemos pasado de una media de 400 o 500 entregas a la semana a 300, porque casi toda nuestra venta es a hostelería”. Pero lo peor lo sufrió durante los meses de confinamiento, cuando solo mantuvo activo a uno de sus 18 empleados para servir unos 20 pedidos semanales a restaurantes de comida a domicilio.

Esta empresa pescadera es una de las 30.730 que pertenecen a la industria alimentaria española, un número que se verá recortado en el recuento de final de año, según adelanta la Federación Española de Industria de la Alimentación y Bebidas (Fiab). “Calculamos la pérdida de unos 11.000 empleos y el cierre de entre 800 y 1.000 empresas”, comenta Mauricio García, su director general. Aunque toda la economía se ha ralentizado, los fabricantes más afectados son los que proveen a bares y restaurantes: “Los que venden a la hostelería están cayendo alrededor del 40%, mientras que los que producen alimentos para el hogar, como los cereales, lo harán entre un 4 y un 8%”.

Es precisamente ahí, en el consumo de las familias, donde pretenden colarse las empresas en apuros. El pescadero Juan Cardeña ha optado por ampliar su mercado a la venta online, que lleva años intentando implementar. “Lo que vamos a perder por la hostelería, que será mucho, por desgracia, intentaremos recuperarlo por el cliente particular. Porque comer, comemos todos los días y el que ya no lo hace en el restaurante, lo hace en su casa”.

Juan Antonio Cardeña, uno de los dueños del negocio familiar La Dársena, este jueves.
Juan Antonio Cardeña, uno de los dueños del negocio familiar La Dársena, este jueves.VICTOR SAINZ

A grandes cifras, el sector prevé un recorte de unos 10.000 millones de euros en los 120.000 millones que mueve la producción de alimentación en España. De esa cantidad, un tercio corresponde a exportaciones, otro a venta a supermercados y el último tercio, a proveer a bares y restaurantes.

La Federación Española de Empresas de Distribución a Hostelería y Restauración (Fedishoreca) cifra en un 45% la caída de las ventas de la hostelería en España hasta septiembre y calcula que el 20% de los locales permanecen aún cerrados, lo que castiga también todas las empresas que les suministran la materia prima, especialmente a los fabricantes de bebidas, según Mauricio García.

El grupo cervecero Mahou San Miguel anunció el mes pasado que cerrará el año en pérdidas por el desplome de sus ventas a bares un 37%. Pero no es el único. La Compañía Cervecera de Canarias, fabricante de las marcas Tropical y Dorada, emplea a alrededor de 400 personas y destina el 99% de su producción al archipiélago. Las Islas Canarias –junto a Baleares– son las más perjudicadas por la fallida campaña de verano de 2020 y allí la hostelería se ha dejado un 54% de las ventas y el 40% de los establecimientos continúan cerrados.

“La gente nos dice: ‘Bueno, habrán crecido las ventas porque la gente bebe más en casa’. Pero no, los supermercados no cubren para nada lo perdido en la hostelería”, explica Juan González Gil, consejero delegado de la cervecera canaria. A final de año prevén un mordisco en la facturación de entre el 50% y el 65% por la brutal caída en la llegada de extranjeros y peninsulares. Las islas perdieron ocho de cada 10 viajeros en el verano de 2020, en una región donde el 40% de los empleos depende del turismo.

“Esperamos que las cifras vayan a peor. Deberíamos estar recibiendo algo más de un millón de turistas al mes y llegan menos de 100.000”, dice resignado González el mismo día que se anuncia la cancelación de los carnavales de 2021, la gran cita que podía reavivar la economía de las islas.

La guerra comercial de Trump, otro frente pendiente

Mauricio García, representante de la patronal Fiab, advierte que las exportaciones son el otro pedazo del pastel que se reducirá este año. “Pueden caer hasta un 6%”, asegura. “Entre los aranceles y la caída de la demanda global estamos teniendo dificultades”.

Porque llueve sobre mojado. EE UU, el segundo mayor importador de alimentos españoles fuera de la UE, gravó con un 25% a un centenar de productos en octubre del pasado año, principalmente al aceite, el vino y el queso. España le vendió en 2019 productos a ese país por valor de 1.838 millones. Fiab calcula que las nuevas barreras ha supuesto una pérdida de casi 200 millones de euros en facturación durante los cinco primeros meses de aplicación.

Este verano, la patronal española respiró tranquila cuando el Gobierno de Trump decidió no añadir más tasas en su revisión de la lista de productos afectados, pero recuerdan que el problema “no se ha solucionado”.

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