Los fabricantes de vacunas se hunden en Bolsa por el apoyo de EE UU a liberar las patentes

Los inversores castigan a Moderna, BioNTech, Curevac, Novavax y Pfizer por la posible pérdida de ingresos

Un hombre se vacuna en Ontario (Canadá), con la vacuna de Pfizer/BioNTech, este miércoles.CARLOS OSORIO (Reuters)

El respaldo de la Administración de Joe Biden a la liberación de las patentes de las vacunas ha provocado una estampida de inversores en algunas de las farmacéuticas encargadas de su producción, temerosos de que se evaporen los cuantiosos ingresos previstos por su venta. La firma alemana BioNTech, que comercializa la vacuna junto a la estado...

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El respaldo de la Administración de Joe Biden a la liberación de las patentes de las vacunas ha provocado una estampida de inversores en algunas de las farmacéuticas encargadas de su producción, temerosos de que se evaporen los cuantiosos ingresos previstos por su venta. La firma alemana BioNTech, que comercializa la vacuna junto a la estadounidense Pfizer, está entre las más castigadas, con un desplome de sus acciones del 11% en el parqué de Fráncfort. Un retroceso aún mayor, del 19%, sufrió otro laboratorio germano, CureVac, cuya vacuna se prevé que sea aprobada pronto por la Agencia Europea del Medicamento. Las estadounidenses Novavax (-5%) y Moderna —con una caída acumulada cercana al 10% desde el anuncio sobre las patentes— también experimentan una desbandada notable.

El mercado está penalizando especialmente a las farmacéuticas de menor tamaño, cuya cuenta de resultados es más dependiente de las ventas de la vacuna. Gigantes como la estadounidense Pfizer, con una cartera de medicamentos mucho más diversificada, también acusan el golpe, con un descenso próximo al 3%, pero el castigo es de menor intensidad que en aquellas que han vivido una subida bursátil prácticamente vertical gracias al éxito de la investigación de la vacuna. Johnson & Johnson —para la que la vacuna representa una cuota proporcionalmente pequeña de sus ingresos— y AstraZeneca son la excepción entre los principales fabricantes de la vacuna: sus títulos se movían este jueves sin apenas cambios.

La propuesta de EE UU de suspender las patentes tras la petición realizada en octubre por la India y Sudáfrica puede tener consecuencias globales. La Comisión Europea ya se ha mostrado dispuesta a debatir sobre el tema, aunque por ahora ve más urgente facilitar su exportación que abrir la producción a cualquier empresa del mundo para universalizar su uso, un hecho que alteraría por completo el reparto de ingresos por la vacuna. Los cálculos de las farmacéuticas ya están hechos, y son multimillonarios. Pfizer elevó el martes su pronóstico de ventas de la vacuna para 2021 hasta los 21.000 millones de euros, y apuntó que la demanda de los gobiernos de todo el mundo que luchan para detener la pandemia podría contribuir a su crecimiento en los próximos años.

Para Elena Rico y Ana Gómez, expertas en el sector de Renta 4, en caso de que prospere la medida, las farmacéuticas tardarían un tiempo en notar el impacto. “La tecnología, la inversión, el know-how [conocimiento] y el despliegue logístico necesarios dificultan un incremento de capacidad de forma automática”, avisan. Pero aunque no sea de forma inmediata, creen que si se liberaran las patentes los efectos serían inevitables. “Las estimaciones que tenía recogidas el mercado para las compañías implicadas deberían ser revisadas a la baja y la mera sospecha ya hace que las cotizaciones reaccionen a la baja”, explican.

Pese al varapalo bursátil, la pandemia sigue siendo por ahora un negocio altamente rentable para las farmacéuticas, sobre todo para las pequeñas y medianas que han logrado desarrollar su propio inyectable. BioNTech ha subido más de un 300% desde marzo de 2020; CureVac, un 92% desde que empezara a cotizar en agosto de ese año, y los avances de Moderna y Novavax rondan el 600% y el 1.000% respectivamente si se toma como punto de partida el inicio de la crisis sanitaria.

La profundidad del golpe final es todavía un misterio, y está a expensas de las conversaciones en el seno de la Organización Mundial del Comercio, donde las decisiones se toman por consenso. Frente a los motivos de salud pública que esgrimen los defensores de la suspensión de patentes, los que se oponen alegan que podría desincentivar la investigación por parte de las farmacéuticas en el futuro, dado que no obtendrían recompensa económica por ello.

Pfizer dedicó a investigar 9.405 millones en 2020, frente a los 8.394 millones el año antes, y Moderna prácticamente triplicó sus gastos el año pasado debido a la búsqueda del fármaco. Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro, cree que “las empresas farmacéuticas estarán interesadas en que la exención de la patente sea estrecha y limitada en el tiempo, para evitar sentar un precedente demasiado negativo y desincentivar la investigación y el desarrollo futuros”.

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