Las mujeres sostienen el récord de empleo: por primera vez hay más de 10 millones de trabajadoras en España
Son la piedra angular de la creación de trabajo en los últimos años, aunque sufren peores condiciones laborales. La cifra de ocupadas se ha incrementado en dos millones desde 2007, mientras que la de los hombres se mantiene casi igual
Las trabajadoras españolas han roto un nuevo techo, uno que hasta hace poco tenía más cemento que cristal. Por primera vez, la afiliación media a la Seguridad Social superó los 10 millones de trabajadoras en mayo, un hito que las acerca cada vez más a representar la mitad de la población trabajadora. Para poner en contexto esta cifra conviene echar la vista atrás: en 2007, antes de la Gran Recesión que arrasó la economía española, había 11,27 millones de hombres trabajadores, ligeramente por encima de la cifra actual (11,22 millones); y en el mismo periodo la ocupación de mujeres ha crecido de 8,03 millones a 10,11. Es decir, la mejora de 19,3 millones de empleos de entonces a los 21,23 de hoy es atribuible a ellas. Pero, a la vez, cobran menos, sufren más temporalidad, más jornadas parciales y más desempleo que los hombres.
Según señalan los datos de la Seguridad Social, las mujeres representaron el mayo el 47,4% de la población trabajadora. Es el máximo registrado, aunque es una variable que avanza muy poco a poco. Solo mejora dos décimas respecto al mismo mes del año pasado (47,2%). “La brecha se reduce con un ritmo más lento del que nos gustaría, pero de manera continuada. El camino está claramente marcado y nos lleva a la plena equiparación”, opinaba este martes el secretario de Estado de Seguridad Social, Borja Suárez. En 2013 eran el 46,5%, y en 2007, el 41,6%. Son datos parecidos a los que ofrece la Encuesta de Población Activa, que permite estudiar periodos anteriores: en el 2000 eran el 36,5%, en 1990 el 31,2% y en 1980 el 28,4%. “Empezamos a corregir los sesgos de género del mercado laboral. La tendencia es imparable”, añadió el secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey.
Para tomar esta posición el número de trabajadoras ha ido creciendo poco a poco más rápido que el de ellos. En los últimos cuatro años el ritmo de creación de empleo ha sido superior entre mujeres (3,9% en promedio) que entre hombres (3,2%). A ello se suma que la ocupación masculina (-4,8%) cayó más que la femenina (-4,3%) durante el peor año de la pandemia, el 2020. Este fenómeno se repitió durante lo peor de la Gran Recesión: cada año de 2008 a 2013 se contrajo más la ocupación entre hombres que entre mujeres. El mayor desfase se dio en 2009, cuando el empleo de ellos cayó un 9,2% y el de ellas un 3,4%. En el siguiente gráfico se aprecia cómo el incremento de cada sexo desde que la crisis tocó fondo (en 2013) es parecido, pero en los años previos ellos (que partían de muchos más empleos) perdieron muchos más puestos que ellas.
Con el foco en el régimen general (el principal de los asalariados) la equiparación está aún más cerca. Ellas son el 48,8%, un punto más que antes de la pandemia (47,9%). Son muchas menos en el régimen de trabajadores autónomos, el 37,2%. “Vamos a alcanzar el 50% antes en el régimen general. Hay muchas menos autónomas, algo que se está corrigiendo, pero la brecha es grande”, ha añadido Suárez.
Carolina Vidal, secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CC OO, destaca que las menores tasas de ocupación de las mujeres ayudan a que sustancien el crecimiento del empleo: “Con más margen de mejora, con más mujeres desempleadas, es más fácil que ellas sean la que se asuman los nuevos empleos. Además, hay una mayor conciencia de que necesitamos independencia económica para ser libres”. Esta especialista también apunta a las mejoras del salario mínimo y la mayor estabilidad derivada de la reforma laboral, que hacen más atractivos algunos de los puestos peor remunerados, justo los que ellas ocupan en mayor proporción.
“Son esos factores, pero hay más, como la necesidad de recursos de muchas familias por la inflación de los últimos años. Muchas mujeres que eran inactivas están trabajando como pueden para llegar a fin de mes”, indica Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT. “Los niveles de cualificación de las mujeres son cada vez mayores, lo que las sitúa en mejor posición para demandar empleos de más calidad”, añadió Suárez, que también apuntó a la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad: “Es decisivo, nos pone a la vanguardia europea”.
En la media europea, lejos de los más paritarios
España está justo en la media europea respecto al peso de las mujeres en el mercado laboral, según los datos de Eurostat del tercer trimestre de 2023. Es un 46,5%, un punto menos del que notifica la Seguridad Social en mayo. El país de la UE con mayor proporción es Letonia, con un 50,5%. Es el único del continente en el que las mujeres son más de la mitad de la fuerza laboral. En este dato tiene mucho que ver que también es el país con más población de mujeres: son el 53,7%. También se encuentran cerquísima del 50% en Lituania (49,8%) y Portugal (49,8%).
En el otro lado de la balanza, con la mayor diferencia entre trabajadores y trabajadoras, está Italia: las mujeres son solo el 42,4% de la plantilla nacional. Aunque España se sitúa en la media europea, hay 20 países con mejores datos.
Menos salarios, más parcialidad, más temporalidad
“El dato de los 10 millones de trabajadoras es superbueno y apunta a una incorporación masiva en los últimos años”, continúa Antoñanzas, “pero debemos mirar más allá: nuestras condiciones de trabajo siguen siendo mucho peores”. El puntal de esta reflexión es la brecha retributiva, que concreta la EPA: en 2022 ellas cobraron en promedio 1.942 euros brutos al mes, frente a los 2.303 de ellos. Un argumento habitual de los negacionistas de la brecha salarial es que esta diferencia solo se debe a la mayor prevalencia de las jornadas parciales entre mujeres. Sin embargo, en la comparación en jornadas completas también se observa una diferencia salarial importante: ellos ganan 2.398 euros al mes y ellas, 2.267.
Un aspecto positivo es que año a año la diferencia es menor. En 2022, el salario medio de las mujeres suponía el 84,3% del de los hombres, cuando solo 10 años antes este porcentaje era del 76,6%. La diferencia es aún menor si solo se toman en cuenta las jornadas completas: ha pasado del 76,6% en 2012 al 94,5% una década después.
Más allá de las retribuciones, las mujeres sufren mucha más parcialidad (21,1%) que los hombres (6,6%). En estos guarismos es clave el hecho de que ellas sigan soportando la mayor parte de la carga de los cuidados: el 17% de las empleadas a jornada parcial están en esta situación para cuidar a niños o adultos enfermos, frente al 4% de hombres en las mismas circunstancias. Esto también redunda en sus peores salarios, ya que los complementos que impulsan las nóminas premian las horas extra, justo lo que no puede asumir quien se ve obligado a cuidar. También sufren más temporalidad (19,4%, frente al 14,9% de ellos) y más paro (13,7%, ante el 11% de los hombres).
En ello tiene mucho que ver el hecho de que las mujeres sean mayoría en algunos de los sectores que peor retribuyen a sus plantillas, como el empleo doméstico (981 euros brutos mensuales y un 89% de proporción femenina).
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