¿Qué es la deflactación del IRPF? ¿Cómo funciona? ¿Por qué el Gobierno no la aplica?
La medida supone adaptar los tramos del impuesto a la inflación para mitigar la perdida de poder adquisitivo de los consumidores
No hubo, ni habrá: el Gobierno no deflactará el IRPF. Es más, es un elemento que Bruselas tendrá en cuenta a la hora de valorar si España ha cumplido con el ajuste fiscal que exigen las nuevas reglas presupuestarias europeas. Ya lo había dejado el Ejecutivo español claro cuando se agudizó la escalada inflacionaria, hace ya dos años, agravada por el conflicto en Ucrania. En cambio, aprobó rebajas del IVA energético y alimentario, c...
No hubo, ni habrá: el Gobierno no deflactará el IRPF. Es más, es un elemento que Bruselas tendrá en cuenta a la hora de valorar si España ha cumplido con el ajuste fiscal que exigen las nuevas reglas presupuestarias europeas. Ya lo había dejado el Ejecutivo español claro cuando se agudizó la escalada inflacionaria, hace ya dos años, agravada por el conflicto en Ucrania. En cambio, aprobó rebajas del IVA energético y alimentario, cheques para los más vulnerables y descuentos en el IRPF para quienes menos ganan, entre otras medidas de alivio para el consumidor. Pero, ¿en qué consiste la deflactación? ¿Y por qué el Ejecutivo no la aplica?
¿Qué es la deflactación?
La deflactación tiene el objetivo de suavizar el efecto de la subida de precios. La inflación provoca que los ciudadanos, a paridad de sueldo, puedan comprar menos bienes y servicios. En otras palabras: pierden poder adquisitivo porque todo se ha encarecido. Esta espiral se puede mitigar con subidas salariales, algo que ha pasado en muchos sectores a lo largo de estos últimos años de precios disparados. Pero la medida se puede quedar en agua de borrajas si no se adaptan los tramos del IRPF a la subida, ya que los incrementos en las retribuciones pueden traducirse en un mayor pago de impuestos. La inflación, de esta forma, se convierte en una subida fiscal encubierta, también llamada progresividad en frío.
Este fenómeno se debe a la estructura del IRPF, al que se aplican distintos tipos impositivos en función de diferentes tramos de renta: a más ingresos, más se tributa. Por ejemplo, desde los 12.450 hasta 20.199 euros, la retención es del 24% —sin considerar las peculiaridades de cada autonomía—. A la parte que exceda esta cuantía hasta los 35.199 euros se aplica una tasa más elevada, del 30%, y así sucesivamente. Por eso, ante una subida salarial dirigida a mantener el poder adquisitivo, es posible que se produzca un efecto perverso: el contribuyente no disfruta de la revalorización de sueldo porque salta de tramo y acaba tributando más. Con la deflactación se pueden ajustar los tipos impositivos y los tramos de renta, adaptándolos a la subida de precios. “Si esta adaptación, aumentando los tramos, reduciendo tipos o cambiando otros elementos de la estructura del impuesto, es superior a la inflación real, entonces hablamos de una rebaja de impuestos”, resume el inspector de Hacienda Francisco de la Torre.
¿Se ha aplicado alguna vez?
Sí. La mayoría de las comunidades, que tienen encomendada la gestión de la mitad del IRPF —el tramo autonómico—, ha deflactado el impuesto, unas rebajas concentradas en los ejercicios de mayor subida de precios, 2022 (8,4%) y 2023 (3,5%). Y lo han hecho de manera distinta. Por ejemplo, Galicia deflactó un 4,1% el impuesto hasta los 35.000 euros; Andalucía aprobó la deflactación del 4,3% de los primeros tramos de tributación; la Comunidad Valenciana, cuando aún gobernaba el socialista Ximo Puig, también ajustó tramos y bajó tipos para los ingresos más bajos, pero lo compensó con una subida a partir de los 52.000 euros. La Comunidad de Madrid, por su parte, aplicó la misma rebaja a todos los tramos.
¿Por qué el Gobierno la rechaza?
El Ejecutivo se ha negado repetidamente a deflactar el tramo estatal del IRPF, pese a las presiones de la oposición y a que muchos economistas y organismos especializados respaldaran la medida. El argumento del Gobierno es que la medida, aunque se aplique solo a los tramos más bajos, acaba beneficiando también a los contribuyentes que más ganan. Eso se debe, una vez más, a la estructura del impuesto: los tramos iniciales de renta, independientemente de los ingresos totales, tributan primero por los tipos más bajos, así que los salarios elevados también disfrutan de la rebaja de manera acumulativa.
“Bajo el lema de la deflactación del IRPF se esconde algo que no se suele explicar: cuando uno dice que se deflacta en rentas por debajo de 40.000 o de 60.000 euros, también se están bajando los impuestos a los que cobran 70.000 euros, 80.000, 120.000 o 140.000, por la misma construcción del IRPF”, apuntó la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en una entrevista con este diario a finales de 2022, cuando los Gobiernos autonómicos empezaron a anunciar deflactaciones en cascada.
¿Cuál sería el impacto de la medida?
Depende del periodo considerado y de los niveles de los precios. “Si tomásemos como punto de comparación el tipo efectivo de 2019, antes de la pandemia, el efecto de la progresividad en frío asciende a 12.644 millones de euros”, explica De la Torre. Según cálculos del Banco de España, Hacienda ha ingresado 11.000 millones más entre 2019 y 2023 por no haber ajustado el IRPF a la inflación, una cifra equivalente a cerca de un tercio del aumento de la recaudación del impuesto.
El Registro de Asesores Fiscales (REAF) del Consejo General de Economistas estimó que los contribuyentes hubieran pagado varios centenares de euros menos si se hubiese ajustado el impuesto a la inflación de los últimos años. El ahorro hubiera oscilado entre los 232 y los 400 euros para las rentas que van de los 30.000 a los 45.000 euros anuales —corrigiendo el tributo a la inflación acumulada, calculada en el 16,1%—, y de hasta 1.700 euros en el caso de las más altas.