Trucos para desconectar (por completo) del trabajo durante las vacaciones
Ocho de cada diez directivos se llevan el trabajo a la playa y eso no es bueno para la salud. La clave para la desconexión total es delegar y racionar el uso del móvil
Apaga y vámonos. Nunca una frase hecha ha venido más al pelo. Llegan las vacaciones y, con ellas, el mejor momento del año para tirar el boli y darse a la buena vida. Al merecido descanso y los placeres del ocio después de un año de ajetreo e incertidumbre laboral. Pero no, eso no es lo normal por extraño que parezca. Seis de cada 10 españoles son incapaces de desconectar del trabajo en sus días de asueto en la playa. Y responden a las llamadas de empresa, a los mensajes o a los e-mails. Es lo que muestran los datos del último informe de desconexión digital de Infojobs, que acaba de salir del horno. A pesar de que la población que continúa pegada a sus herramientas laborales en vacaciones llega al 59%, ha disminuido tres puntos respecto a 2023, cinco en relación con 2022 y 15 si se compara con 2021, resalta la plataforma de empleo.
Esas son las buenas noticias. Las hay peores. Los números de Infojobs se refieren al común de los mortales, al conjunto de los trabajadores. Cuando se estratifica por nivel de responsabilidad se observa que a los directivos les cuesta más todavía soltar el trabajo. Solo un 17% del total desconecta cuando está de vacaciones (frente al 46% del empleado especialista o el 29% del mando intermedio).
El trabajo se cuela en el tiempo libre de los ejecutivos por dos motivos fundamentales: por un sentimiento de obligación para con él y porque “mi puesto de trabajo lo requiere”. Tienen una falsa creencia de que son imprescindibles, de que se para el mundo cuando ellos no están, y les cuesta delegar sus funciones en otras personas, de ahí que no desconecten fácilmente del trabajo, explica Guido Stein, profesor de IESE Business School. Y esto tiene unas claras consecuencias en el cerebro, señala Marta Romo, directora general de la consultora de talento BeUp, “que tiene el sistema de alerta permanentemente activo, generando cortisol y adrenalina, que nos inflaman y nos generan malestar, de manera que muchas veces, cuando uno se para o baja la actividad, su organismo responde enfermando”.
Romo advierte de que los directivos llegan tan cansados a la época estival que utilizan los días libres para recomponerse en lugar de para descansar. Están saturados por el cambio constante que deriva en que siempre haya temas pendientes y eso genera mucho estrés. Así, “la desconexión laboral se convierte en un lujo inalcanzable para la mayoría de los mandos intermedios (64%) y para tres de cada cuatro directivos atrapados en una dinámica de atención constante a las demandas laborales” durante todo el año, resume Infojobs, que continúa a lo largo del verano.
Apagar el teléfono
“No puedo desconectar al 100% porque tengo una responsabilidad con la compañía y con los trabajadores”, reconoce Susana Entero, directora general de Kellanova para España y Portugal (la antigua Kellogg’s). “Pero descansar, claro que descanso en vacaciones. Me quito el estrés. Aunque no apago el móvil durante esas tres semanas; quiero saber si pasa algo”, explica.
El teléfono es precisamente la fuente de todos los males, el dispositivo en el que trabajo y placer se funden y por el que estamos drogados, en palabras del profesor Stein, que destaca una y otra vez la adicción general que sufrimos. El antídoto de todos los expertos consultados para que ejecutivos y no ejecutivos consigan olvidarse del trabajo en las vacaciones es guardar el móvil en un cajón. “Soltar el dispositivo para no tener la oportunidad de que te contacten, de consultarlo como hacemos cada 50 segundos o cuando nos entra un aburrimiento que es saludable y hay que vivir. Recomiendo vacaciones del móvil, que agota nuestras capacidades cognitivas”, sentencia Romo. Apagarlo, dejarlo en casa y ponerse horas para verlo y tener el control sobre él. Justo lo que hace Jesús Ponce, presidente del Grupo Novartis en España, durante sus tres semanas de veraneo: “Lo miro al desayunar y lo dejo en un cajón. Y lo vuelvo a mirar a la hora de la comida y en la cena también”. Hace lo que denomina “desconexión con estructura”.
Porque, como dice Susana Entero, “hay que limpiar la cabeza de trabajo y llenarla de otras cosas” y “pensar que la salud y la desconexión son lo importante en las vacaciones”. De hecho, según Miguel Pardo, presidente de la red de directivos Vistage Portugal, “está probado que se pierde un 30% de productividad si no desconectas”. Por ello, un mes antes de abandonar la oficina, Pardo aconseja cerrar los temas importantes y empezar a delegar. Una semana antes dar instrucciones y avisar de que estará fuera, hablando con el personal, los clientes, proveedores… y un día antes enviar los correos electrónicos necesarios y redireccionarlos a otras personas en su ausencia.
La responsable de BeUp recomienda no llenar las vacaciones de actividades. Hay que vaguear, dormir y aburrirse. Al menos los primeros días, dice. Y luego ya llegará el veraneo activo, de contacto con la naturaleza para exponernos a la luz natural que tanta falta hace y practicar deporte, y de conectar social y familiarmente, “de hacernos presentes a través de las buenas conversaciones”, señala la experta, ya que esta es la manera de activar la memoria, que se desactiva cuando estamos en modo multitarea y distracción continua.
David Martínez Fontano es el director general de Makro España. Asegura que en las 2,5 semanas de descanso que se toma en verano “hago desconexión total”. “Porque cuando desconectas resuelves cosas, ya que desconectar no significa dejar de pensar en el trabajo”. El ejecutivo se olvida del móvil para ir a la playa y se conecta un par de veces al día. Eso sí, “tengo que mirar las ventas a diario”, admite.
Así es como él y muchos directivos esperan volver cargados de energía en septiembre para ser más productivos y, como dice Miguel Pardo, saber que han vivido.
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