El equipo docente tendrá la “responsabilidad última” sobre si un alumno pasa de curso en primaria y secundaria
Los profesores decidirán sobre la repetición atendiendo a lo que consideren mejor para la evolución académica del estudiante
La decisión sobre cuándo debe pasar de curso un alumno en primaria y secundaria la tomará el equipo docente de forma colegiada en función de lo que considere que más “beneficiará su evolución académica”. El Ministerio de Educación ha mantenido, tras debatirlo con las comunidades autónomas, las grandes líneas de la primera versión del proyecto de decreto de evaluación y titulación que adelantó EL PAÍS. La nueva versión debe pasar ahora por varios organismos, como el Consejo Escolar del Estado, antes de ser aprobado. El nuevo texto, al que ha también tenido acceso este periódico, reafirma que los profesores tendrán la “responsabilidad última” en materia de repetición y obtención de los títulos de ambas etapas, sin estar condicionados por un número específico de materias suspendidas.
El decreto desarrolla lo establecido en la nueva ley educativa, la Lomloe, aprobada en diciembre. Todas las leyes educativas han permitido pasar con suspensos. Con la anterior norma, la ley Wert, aunque en principio solo se podía promocionar con hasta dos suspensos, las excepciones que contemplaba permitían que por ejemplo en la Comunidad de Madrid, el territorio que más ha criticado la nueva ley, se llegue a pasar de curso hasta con cinco. La diferencia es que ahora ya no se menciona un límite, sino que se da a los docentes la capacidad de decidirlo en función de lo que piensen que más favorecerá “el progreso del alumno”.
La nueva regulación se enmarca en el intento de reducir el nivel de repetición que hay en España, que es escandalosamente alto en comparación con su entorno. Casi triplica el nivel de los países de la OCDE y, tal y como refleja el Informe PISA, miles de alumnos españoles repiten mientras estudiantes de otros países de la UE con su mismo nivel de competencias pasan de curso. La utilización intensiva de la repetición no reporta al país, además, mejoras comparativas, sino más bien al contrario, como pone de manifiesto, por ejemplo, el hecho de que España lidere el abandono educativo temprano en la Unión Europea. La repetición cuesta entre 1.800 y 3.000 millones de euros al año, según diferentes cálculos, que podrían destinarse a fórmulas más efectivas para paliar el fracaso, como la contratación de profesorado para poner en marcha programas de apoyo.
El texto apuesta, en esa línea, por abordar los problemas de aprendizaje de forma temprana. “Cuando el progreso de un alumno o alumna no sea el adecuado, se establecerán medidas de refuerzo educativo”, que deberán “adoptarse tan pronto como se detecten las dificultades”, señala.
Los alumnos obtendrán el título de la ESO cuando el equipo docente considere que han adquirido “las competencias establecidas y alcanzado los objetivos de la etapa”. Solo se podrá repetir dos veces en toda la educación básica (hasta ahora eran tres) y una en primaria. Y en esta etapa, además, solo cabrá al término de segundo, cuarto o sexto, que son los últimos cursos de sus respectivos ciclos.
Comunidades autónomas
Uno de los cambios de la nueva versión del proyecto de decreto consiste en que ha desaparecido el apartado siguiente: “Las Administraciones educativas [en referencia a las comunidades autónomas] podrán establecer directrices para la actuación de los equipos docentes responsables de las evaluaciones, sin que, en ningún caso, el número o la combinación de materias o ámbitos no superados pueda ser la única circunstancia a tener en cuenta en la decisión sobre la promoción”.
Las consecuencias prácticas del cambio son, en todo caso, limitadas. En primer lugar, las comunidades autónomas deben desarrollar sus propias normas sobre evaluación y titulación, y nada les impide dar directrices a sus centros, aunque dicha mención no aparezca en el real decreto del Gobierno. En segundo lugar, su normativa de desarrollo debe respetar lo que establece el decreto, que deja la decisión última sobre la promoción en manos de los equipos docentes. Y, finalmente, aunque la nueva versión no impide ahora expresamente a las comunidades establecer el número de materias no superadas como “única circunstancia a tener en cuenta” a la hora de decidir si los alumnos pasan de curso, en realidad, aquellas que quieran orientar a sus centros educativos al respecto, también podían hacerlo con la redacción anterior, ya que bastaba con que no señalaran un determinado número de suspensos como única razón para repetir.
Los alumnos, como ya figuraba en la versión anterior, podrán pasar de primero a segundo de bachillerato hasta con dos asignaturas suspendidas que deberán recuperar. Para obtener el título de bachiller tendrán que aprobar todas, aunque de forma excepcional el equipo docente podrá concedérselo con una materia sin superar si considera que ha alcanzado los objetivos y competencias de la etapa; la media de sus calificaciones es igual o superior a cinco, y el alumno ni ha faltado a clase de forma reiterada e injustificada ni ha dejado de presentarse a las pruebas de evaluación.
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