Aaliyah, la Beyoncé que pudo ser y no fue
La cantante, fallecida hace 14 años cuando tenía sólo 22, vive un segundo ciclo de fama póstuma convertida en el icono de moda
De no haber muerto en accidente aéreo en agosto 2001, cuando tenía sólo 22 años, Aaliyah Houghton tendría 36 y sería Beyoncé. O, la otra Beyoncé. Eso sospechan muchos músicos y fans jóvenes que apenas la escucharon en vida pero le han dado un segundo ciclo de gloria a la cantante de R’n’B convirtiéndola en el icono de rigor en 2015.
“Estaba llevando a mi hijo de 12 años a baloncesto el otro día cuando sonó en la radio el tema Try Again. Él se inclinó y pensé que iba a apagarla, pero en lugar de eso, subió el volumen. Aaliyah no hacía música de su tiempo; se esforzaba por crear su propio sonido y por eso su música no pertenece a una década concreta”, cuenta John Cristopher Farley, periodista del Washington Street Journal y biógrafo de la cantante. Farley, que había entrevistado varias veces a la cantante, escribió Aaliyah: More than a woman poco después de su muerte “porque se infiltró en el mundo hipermasculino del hip hop y supo encontrar el lugar para una voz femenina indómita”. El canal Lifetime adaptó su libro a la pequeña pantalla hace dos meses en un polémico biopic que no fue bien recibido por los fans en las redes sociales ni por algunos de los músicos que aparecían retratados, como Timbaland o Missy Elliott. “La película generó muchísima atención y a veces las redes sociales propician este tipo de linchamientos. Y en todo caso, me alegro de que la cadena se arriesgase a celebrar la vida de una estrella joven, mujer y afroamericana. Siempre son los hombres muertos del rock los que se convierten en leyenda”, defiende Farley.
La película, y su enorme éxito de audiencia, son dos síntomas más del revival que protagoniza la cantante, que empezó a cantar de niña, como la propia Beyoncé, y tuvo tiempo de lanzar tres discos en solitario. El pasado viernes, Frank Ocean, probablemente el nombre más respetado del hip hop actual, le dedicó una versión de (At your best) you are love, un tema de los Isley Brothers que ella popularizó. FKA Twigs, la rapera y pareja de Robert Pattinson, le rinde homenaje en el vídeo de su canción Two Weeks; Kendrick Lamar ha escrito un tema inspirado en ella y James Blake ha utilizado samplers de sus canciones. Aunque seguramente es el rapero canadiense Drake quien ha llevado más lejos su obsesión, tatuándose la cara de la cantante en la espalda.
A pesar de ese estilo atemporal del que habla su biógrafo, parte de esta fama póstuma tiene que ver con el ciclo de las tendencias, que hace que ahora toque fetichizar todo lo relacionado con los últimos 90 y los primeros 2000. Es por eso que Rihanna, Lorde y cientos de chicas anónimas con Tumblrs copian el aire tomboy de la cantante, con crop tops, pantalones anchos, jerseis deportivos y pintalabios oscuro.
La propia Beyoncé se fotografió en Instagram con la cara de Aaliyah estampada en una camiseta. Los foros que analizan obsesivamente la vida de la artista lo consideraron un acto de conciliación. Se cree que la cantante fallecida salía con Jay-Z en el momento de su muerte y durante años se ha especulado sobre la supuesta rivalidad entre ambas, aunque Aaliyah estaba mucho más afianzada en la industria que la entonces integrante de Destiny’s Child. Los fans de la primera acusan a la segunda de usurpar el lugar que le correspondía en la historia. Farley niega que existiese esa animosidad: “Beyoncé me dijo en una entrevista que su amistad tuvo un gran impacto en su música y que su desaparición cambió su forma de ver la vida. Le hizo pensar que ella también podía triunfar siendo tan joven”. ¿Y qué lugar hubiera ocupado la cantante en el sistema actual, mucho más dominado por los sonidos del R’n’B y por las estrellas femeninas? “Ella estaba colaborando con músicos como Beck y Trent Reznor antes de morir y tenía previsto protagonizar la secuela de Matrix. Sin duda, hubiera hecho cosas sorprendentes”.
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