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El bloguero etíope que no se resigna

Tras 544 días en prisión por su activismo en Internet, BefeQadu Hailu retoma su protesta para tratar de romper la censura de su Gobierno

Carlos Bajo Erro
Los Zone9 Bloggers posan después de recuperar la libertad.
Los Zone9 Bloggers posan después de recuperar la libertad. Zone9

BefeQadu recuerda perfectamente el 25 de abril de 2014: “Estaba en la calle, cerca de la zona de Bole (en Addis Abeba), unos policías de paisano nos rodearon y nos pidieron que les entregásemos nuestros teléfonos móviles y nuestras bolsas. Lo hicimos sin resistirnos y entonces nos enseñaron una orden de arresto. Eran las 16.45. Nos separaron. A mí me llevaron primero a mi casa y lo registraron todo. Se llevaron un montón de papeles y algunos libros que supongo que consideraron que eran importantes. Mi familia estaba atemorizada, aunque yo les había prevenido que era algo que podía pasar, porque ya les había ocurrido a otros escritores disidentes. Después me llevaron al infame centro de detención de Maekelawi. Eran más o menos las nueve de la noche cuando llegué. Era una celda subterránea y había ocho personas encerradas en una habitación de unos 16 metros cuadrados”.

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Así comenzaron los 544 días que BefeQadu Hailu ha pasado en prisión. En realidad, en diferentes prisiones, con idas y venidas a juzgados, para vistas que no terminaban de celebrarse, que se demoraban y se aplazaban. El episodio que relata este joven es una parte de la operación que llevó al arresto de seis miembros del colectivo de blogueros etíope Zone9 y otros tres periodistas. Formalmente, estaban acusados de terrorismo, de atentar contra el Estado (aunque eso lo supieron meses después de su detención). En la práctica, el crimen de BefeQadu y sus compañeros había sido romper el control la prensa que ejerce el gobierno de Etiopía a través de un blog colectivo que contaba lo que no publicaban los medios. La organización Reporteros Sin Fronteras colocaba en 2015 a Etiopía en el puesto 142 de 180 en cuanto al estado de libertad de prensa. “El año 2014 se distinguió por una mayor represión de los periodistas por parte del gobierno etíope”, sentencia el informe de la ONG.

BefeQadu forma parte del último grupo en ser liberado, después de que una parte de los arrestados saliese de prisión en julio. En octubre, tras su última comparecencia judicial, este gestor de sistemas de información de 35 años de edad, fue eximido de los cargos principales de terrorismo junto al resto de sus compañeros. Sin embargo, a pesar de haber recuperado la libertad, BefeQadu fue el único en no ser completamente redimido. Se mantuvo el cargo de “incitación a la violencia”, por el que tuvo que comparecer ante los tribunales, de nuevo, el pasado 7 de diciembre. Sus compañeros sabían que esa espada de Damocles no amilanaría al bloguero, como señalaron en las redes sociales.

“Fui liberado bajo fianza de 20.000 birr (algo más de 850 euros). Las acusaciones se basan en las declaraciones que hice a la policía bajo tortura en Maekelawi”, explica el imputado. Una de las primeras cosas que hizo cuando recuperó la libertad fue volver a escribir en el blog colectivo de Zone9 y recuperar una actividad más intensa que nunca a través de Twitter. La prisión no le ha silenciado, es más, considera que su responsabilidad es ahora mayor. “Durante nuestro encarcelamiento, el público, tanto local como internacional, nos mostró un enorme apoyo, muchos se preocuparon por nosotros. Así que ahora creo que tengo más responsabilidad para continuar informando como hacía antes”, afirma seguro BefeQadu.

En todo caso, el paso por los centros de detención etíopes de los blogueros no ha sido ningún juego de niños, a pesar de que en su relato se refugien en la ironía. Los presidios son “Siberia” o el “Sheraton”, en su explicación. “Siberia” es Maekelawi, el lugar más duro. “Estábamos encerrados todo el día en una habitación oscura. Sólo podíamos salir al lavabo dos veces al día durante 10 minutos. Y podíamos ver la luz del sol otros 10 minutos”, explica el BefeQadu, que habla de torturas y violencia y reconoce que sufrió especialmente durante ese tiempo. Concretamente, dos meses y medio en “Siberia”. Es normal que después de aquello, el siguiente destino fuera el “Sheraton”, “el nombre del hotel de lujo por su relativa libertad”, bromea el bloguero que se muestra satisfecho porque veían el sol durante todo el día. Sin embargo, la estancia en el Sheraton fue breve. Once días, nada más. La mayor parte del cautiverio lo ha pasado en Qilinto. “He pasado el tiempo leyendo, hablando con los visitantes por encima de la cerca de alambre y discutiendo sobre las cosas de la vida con el resto de presos”, comenta BefeQadu despreocupado.

Los miembros del colectivo de blogueros no esperaban una respuesta internacional como la que han tenido. Su arresto fue inmediatamente difundida, sobre todo, a través de los medios sociales y de las redes de activistas que defienden la libertad de expresión. “Mientras estuvimos en Maekelawi no sabíamos nada de lo que pasaba en el exterior. Estábamos aislados, con muy pocos contactos con los abogados y nuestras familias. Pero mientras estuvimos en Qilinto, nuestros amigos nos informaban cuando venían a visitarnos. Puedo decir que ver las campañas que se estaban lanzando a favor de nuestra causa nos ha hecho mantener la esperanza en la liberación. Nos ha hecho estar seguro de que valía la pena continuar luchando por nuestras convicciones”, explica el bloguero etíope. Después los blogueros han recibido premios internacionales por su defensa de la libertad de prensa, tanto de Reporteros Sin Fronteras, como del Committee to Protect Journalists.

El impacto de las campañas de solidaridad en su liberación es más complicado de establecer, porque junto a ellas se han producido contactos y movimientos en esferas diplomáticas. Sin embargo, BefeQadu Hailu prefiere pensar que el ruido que hizo la campaña #FreeZone9Bloggers ha influido. “Ha dado mayor publicidad a todo lo que hicimos como blogueros y ha ido difundiendo a escala internacional todos los procedimientos de los tribunales. Sí, creo que eso ha influido en el veredicto”, dice convencido.

La determinación para seguir alimentando el blog colectivo, para seguir explicando lo que ocurre en Etiopía, más allá de los presionados medios convencionales, se debe a que el colectivo de blogueros todavía no ha conseguido sus objetivos. “Todos habíamos criticado el régimen en nuestros blogs individuales y en los medios sociales. Nos unimos en una iniciativa conjunta porque queríamos contribuir a la democratización de Etiopía. Eso fue lo que me motivó a mí”, explica BefeQadu. Y parece que la página de Zone9 es más necesaria que nunca: “No tenemos prensa diaria privada; la semanal tiene muy poca circulación; el gobierno impone muchas presiones; no tenemos una verdadera televisión privada; sólo hay un proveedor de internet y es propiedad del Estado, así que tenemos la penetración de internet más baja del este de África. La libertad de expresión en Etiopía está en riesgo. La gente tiene miedo a expresar su opinión en público y la sociedad civil independiente no es lo suficientemente fuerte para trabajar en la promoción de la democracia. No hay partidos de oposición en el parlamento. Simplemente la democracia ha retrocedido 10 años en Etiopía”, relata el bloguero.

Todo parecen inconvenientes, pero eso no desmotiva a los activistas. Al contrario. Los más de 500 días de cautiverio no han hecho más que demostrarles que se encuentran en el buen camino. “Las TIC y los medios sociales son fundamentales en regímenes represivos como el etíope. Llenan el vacío de acceso a la información y su difusión entre los compañeros. El periodismo ciudadano está sustituyendo a los medios de comunicación convencionales que están más controlados. Por eso, el papel de las TIC en un entorno tan inestable como el nuestro es inestimable”, sentencia BefeQadu Hailu desde su propia experiencia.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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