Hiba Abouk: “En el instituto era también un símbolo sexual a pequeña escala”
La actriz madrileña, que triunfó con 'El príncipe', se escapó de casa con 18 años, rompió con sus padres y estuvo viviendo con gitanos. "Soy un alma libre", dice
Todo ha ido tan rodado en la sesión de fotos que es de esas contadas ocasiones en las que ha terminado antes de la hora prevista. El ambiente es relajado e Hiba Abouk (Madrid, 1986), actriz con dos estrenos pendientes, la producción canadiense Malek y Caribe Mix, el debut en la dirección de Miguel Ángel García de la Calera, parece a gusto. Algo que, recalca cada vez que puede, es su objetivo: una vida cómoda y libre.
"Cuando eres guapa, eres guapa siempre. Solo que cuando eres más conocida, más gente te ve guapa. Pero es algo que siempre he tenido. Desde que era pequeña y me decían: ‘¡Qué cara más bonita!’. Así que… me la pela”
Ese es el motivo por el que se mudó a París. “Me fui porque hablo el idioma, quería entrar en la industria francesa y siempre fue mi sueño vivir allí. Me hubiera gustado estudiar en París, pero entonces no tenía un duro y me quedé en Madrid. Es una ciudad muy cara y más si intentas vivir lo mejor que puedes. Pero ahora que he hecho un poco de dinero, me he decidido. Hice las maletas hace año y medio, yo sola, y muchas veces me preguntan: ‘¿Te has ido por amor?’. No, me he ido SOLA”. Al darse cuenta de cuánto ha recalcado la última palabra suelta una gran carcajada. “Es una maravilla. No me conoce nadie. Soy anónima. Ni siquiera me hacen la pelota en los restaurantes”.
Hiba Abouk era casi desconocida hasta que en 2014 se estrenó la serie El príncipe. La suya es la típica carrera volcán, años humeando sin que nadie prestara mucha atención y, de repente, una sola, repentina y espectacular erupción y todo el mundo quería saberlo todo sobre ella. Con un plus: su físico la convirtió en una sex symbol. “No me afectó. No sé si es porque en el instituto era también un símbolo sexual a pequeña escala. Cuando eres guapa, eres guapa siempre. Solo que cuando eres más conocida, más gente te ve guapa. Pero es algo que siempre he tenido. Desde que era pequeña y me decían: ‘¡Qué cara más bonita!’. Así que… me la pela”.
Y, además, una cara exótica para un país en el que cuando se presenta a alguien como “madrileña” hay un estándar en el que no entra la procedencia norteafricana. Su fama fue tan repentina que resulta graciosa su entrada en la Wikipedia, completada con retales y a toda prisa. Según la enciclopedia, su padre es libio, su madre tunecina y su abuelo, gitano. “Mis padres son tunecinos. Mi padre es de origen libio, pero nacido en Túnez. Se conocieron allí. Mi padre está jubilado, pero fue broker. Mi madre no trabajó hasta los 40 años, porque mi padre se quedó en paro, y ella encontró un empleo en Tunisair [linea aérea tunecina] en Madrid. Yo soy la pequeña de cuatro hermanos. Fui una sorpresa. De ahí mi nombre. En árabe significa Regalo de Dios”.
Cuenta que empezó a actuar en el colegio como un juego. “Con 16 o 17 años descubrí que había muchas cosas que contar, sobre todo, siendo una mujer árabe. Quería hablar del choque de culturas que sufrí en la adolescencia. En mi casa pasaban cosas, y en la calle, también. Pero eran dos mundos separados. Siempre soñé con ser actriz para interpretar a mujeres de mi perfil”, cuenta.
Por eso estudió dos cursos de filología árabe. “Para profundizar en mis orígenes”, explica, antes de lanzarse a monologar. “No salí rebelde. Salí muy libre. Pero eso no lo entienden en ningún sitio. En cada evento al que acudo me preguntan si tengo pareja. Como si no pudieras ser completa sin pareja. Pero, ¿por qué? ¿Y si no quiero tener nunca pareja? Un alma libre es complicada de entender. Yo quiero que cada uno tenga la libertad de elegir. Porque yo he crecido en libertad, si no estaría aquí posando para una revista como a mí me da la gana. Pero tengo una prima que creció como yo y ha decidido llevar el velo. Me parece fantástico, mientras sea su elección”.
"He crecido en libertad, si no no estaría posando para una revista como a mí me da la gana. Pero tengo una prima que creció como yo y ha decidido llevar el velo. Me parece fantástico”
Un detalle final al respecto de esa tan simpática entrada de la Wikipedia: ¿y lo del abuelo gitano? “Eso no lo puedo asegurar, pero la verdad es que con 18 años me fui de casa y hasta que dejé la facultad estuve conviviendo [en Madrid] con gitanos, porque estaba como en casa y era una más”. Había roto con sus padres. “Estuvimos enfadados un par de años. No entendían que quisiera ser actriz. Pero a mí me gustaba vivir así ¿Qué le voy a hacer?”.
Poco a poco, empezó a interpretar papelitos. “De repente, me vi haciendo televisión… y ganando dinerito… y bien. Pensé: ‘Pues no me he equivocado. Van a estar muy orgullosos de mí”. Y así hasta El príncipe. “Cuando terminé la serie, dije que no quería hacer televisión durante un tiempo. Pero ya ha pasado ese tiempo y estoy dispuesta a hacer series cortas. Lo que no quiero es comprometerme mucho tiempo. Necesito viajar constantemente. Ahora me lo puedo permitir. El día que eche raíces (quiero ser madre) tendré que bajar el ritmo. Pero este es mi momento. Puedo hacer una peli: siete, ocho semanas…, pero una serie son seis meses, dos de descanso y volver a empezar. Y eso te ata mucho. Y yo ahora no quiero ataduras de ningún tipo. Yo quiero ser libre, pero libre en todos los sentidos… también profesionalmente”.
Maquillaje: Junior Cedeño para Dior. Peluquería: María García para Dior. Asistente de estilismo: Silvia Ballester Cussac. Producción: Adriana Suárez.
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