_
_
_
_

El día de Douglas Adams

El 25 de mayo se conmemora a un escritor que, en su afán científico, traspasó los límites de la novela

Montero Glez
Douglas Adams.
Douglas Adams.De Michael Hughes - Flickr, CC BY-SA 2.0

Al igual que se celebra a Joyce con el Bloomsday cada 16 de junio, existe un Towel Day o Día de la toalla para homenajear al escritor Douglas Adams. Sucede cada 25 de mayo. Durante todo ese día, los seguidores del autor llevan una toalla al cuello, al hombro, en la mano o donde pille.

Es la manera friki de conmemorar al autor de la saga Guía del autoestopista galáctico, serie novelística donde el autor inglés combina ciencia ficción y humor desatado. Con todo, Douglas Adams es algo más que un autor de ciencia ficción. Como ejemplo sirva su crónica titulada Last Chance to see y que en castellano se tradujo como Mañana no estarán. En la citada crónica, Adams nos cuenta cómo sale en busca de las más variopintas especies de animales al borde de la extinción, tal y como reza el subtítulo de este trabajo escrito con ayuda del zoólogo Mark Carwardine.

Al principio del libro, Adams nos sitúa a mediados de los ochenta cuando, llevado por el mismo entusiasmo de sus tiempos de autoestopista sin dinero, llegó a Madagascar junto a Mark Carwardine para localizar un pequeño animal que recibe el curioso nombre de aye-aye y que es de vida nocturna, pasándosela colgado en los árboles tropicales. Su dieta es insectívora en su mayor parte, pues, también le da a las frutas. Aunque por su apariencia se encuentre más cerca de los roedores que de los primates, este pequeño animal de cara simpática y ojos despiertos, está emparentado con los lemures de Madagascar.

Según cuenta el libro de Douglas Adams, el aye-aye es la especie más rara de lemur y también la que se encuentra más cerca del límite de extinción. El hecho de su agonía es la suma de muchas cosas, pero la más importante de todas corresponde a la superstición, a la infamia colectiva de ciertas tribus que duermen su razón con creencias absurdas tales como que el aye-aye trae malos augurios.

En este trabajo, Douglas Adams, desmonta falsos mitos con ayuda de Mark Carwardine, pero también adapta la dimensión fantástica a lo real como ocurre con el cuento chino de los monstruos cubiertos de escamas que echan fuego por la boca. Se trata de la historia que nos conduce hasta el aliento de los dragones del que hablaban los viejos marineros cada vez que sentían el calor infernal de una tierra inhóspita. Sin ir más lejos, nos encontramos con la historia del aviador holandés que tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en la isla de Komodo, en Indonesia. Sorprendido por unas extrañas huellas, decidió seguirlas hasta dar con un bicho de más de tres metros de longitud. Se trataba de un lagarto devorador de hombres y cuyo aliento abrasaba. Cuando el aviador holandés fue rescatado y contó lo vivido, fue tomado por loco.

Sin duda alguna, el mito de los dragones chinos tiene su origen en los dragones de Komodo, unos reptiles gigantes capaces de comerse animales de cuatro y dos patas, no dejando de ellos ni los huesos, tal y como pudo comprobar Douglas Adams cuando llegó a esta pequeña isla indonesia y fue testigo de cómo un dragón se comía un pollo de una sentada.

Pero el asunto no queda ahí, pues, Adams nos describe sus experiencias en África con los gorilas así como con extrañas especies como los delfines ciegos del río Yangtse en China, o los pájaros kakapo de Nueva Zelanda, loros que olvidaron volar y cuyo pico “parece un enorme abrelatas incrustado en la cara”.

En definitiva, estamos ante un libro jugoso, ameno y muy simpático que se emparenta con ese otro libro de Gerald Durrell del que ya hablamos aquí, el titulado Mi familia y otros animales. En Mañana no estarán, el escritor Douglas Adams desprende el entusiasmo de un autor consagrado que no ha perdido la memoria cuando se trata de volver sobre sus propios pasos, cuando viajaba por Europa haciendo autoestop y tuvo el fulgor creativo que lo llevó a escribir Guía de autoestopista galáctico, la obra que se conmemora cada 25 de mayo llevando encima una toalla.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirte aquí a nuestra Newsletter

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Montero Glez
Periodista y escritor. Entre sus novelas destacan títulos como 'Sed de champán', 'Pólvora negra' o 'Carne de sirena'.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_