Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos
La relación con los hijos es fundamental para su desarrollo, desde que son bebés con la no verbal, hasta hablar con ellos desde el respeto y la escucha cuando son más mayores
¿Qué diferencia hay entre hablar con nuestros hijos o tener la sensación de estar interactuando con una pared? Para que se produzca una comunicación fluida con los hijos es necesario “sentirse escuchado y respetado, aunque haya disparidad de opiniones así como tener empatía para ser sensible a la realidad del otro, aunque no siempre se alcance el objetivo que uno desea cuando habla. Pero, sí es fundamental que haya un sentimiento de que hay entendimiento y un espacio para hablar con momentos de calidad, así tendremos muchas más probabilidades de tener una comunicación fluida. Vivimos en una sociedad en la que nos obligamos a ser multitarea. Mientras hacemos la compra, hablamos con un amigo por teléfono y en ese rato nos arreglan el coche en el taller. Cuando la atención y la energía están puestas en tantos sitios, es difícil expresarse claramente y estar receptivo a lo que nos dicen”, comenta Cristina de la Rosa Tineo, Psicóloga psicoterapeuta, miembro del centro Nudos.
La comunicación con los hijos es fundamental para su desarrollo desde que son bebés. “Asociamos mucho la comunicación al lenguaje oral, pero la no verbal está mucho más presente en nuestras vidas. Con un bebé, es primordial el contacto físico, el tono, el volumen de voz y los gestos, así como cuidar las interacciones para que se sienta tranquilo y acompañado. Situarse cerca de él al hablar y mirarle a los ojos, para que nos vea con claridad y sienta la cercanía. Según los niños van creciendo, hay que respetar sus espacios vitales y procurar no ser intrusivos. Conviene tener en cuenta el momento evolutivo de cada niño, así como su estado emocional o de salud para ajustar la manera de transmitir la información”, explica Cristina de la Rosa Tineo.
Comunicarse es recomendable a cualquier edad. “Jugar también es una forma de comunicación; es el lenguaje de los niños. A través de él, nos cuentan cosas que han hecho, qué desean, qué les asusta. Por ello, dedicar tiempo a jugar con nuestros hijos favorece el estar cerca de ellos. Pero también conviene “ser un ejemplo y un modelo, desde que los hijos son pequeños para que se acostumbren a expresar y escuchar. Es recomendable adecuar el lenguaje a la edad del niño, así como respetar los turnos de palabra, hablar con un tono adecuado, favorecer momentos para la conversación, como cenar en familia y sin televisión, o enseñar normas de respeto para conversar, como no interrumpir a quien está hablando”, aclara la psicóloga.
Cuando la comunicación se rompe con los hijos
Hay momentos en que hablar con los hijos puede resultar misión imposible, porque debido a diferentes circunstancias, como la llegada de la adolescencia con los reajustes en la personalidad que conlleva, se rompe la comunicación. En estos casos “se puede hacer un trabajo de introspección con nosotros mismos y buscar la aceptación absoluta del proceso que tiene el niño o joven sin hacer juicios de valor y desde el respeto. La diversidad es lo que nos hace realmente nos enriquece, aunque nuestro cerebro esté programado para aceptar solo lo que es igual a nosotros. Se trata de hacer un ejercicio de empatía y humanidad para salirnos del cuadro y aceptar al otro en su totalidad”, comenta María José Lladó, psicopedagoga del centro Acimut Bienestar.
Nuestro día a día está repleto de elementos que interrumpen la comunicación con nuestros hijos, como los dispositivos electrónicos con pantallas. “En general, no hay una buena comunicación con nuestros hijos. Para que se produzca una comunicación adecuada y fluida hay que comunicarse primero bien con uno mismo y para ello hay que conocerse a uno mismo, aceptarse y permitirse ser y sentir. La comunicación tiene que ser generosa y no desde la manipulación o desde el obtener algo a cambio. Se trata de realizar un acto de amor incondicional y respeto, con el que favorezco que la otra persona se abra para interactuar y hablar conmigo. Una buena comunicación afectiva y efectiva se produce cuando la persona se muestra tal cual es, sin obtener nada del otro, independientemente de su parentesco y mostrándose cómodo con el silencio que es una escucha intensa”, Explica María José Lladó.
Cuando los hijos buscan su espacio y no se muestran comunicativos “Hay que respetar que quieran tomar cierta distancia, tienen derecho a hacerlo al igual que los adultos, porque una buena comunicación no depende de la cantidad sino de la calidad. Conviene mostrarse disponible, sin insistir y facilitar momentos en los que generar clima de confianza y de encuentro. Se puede preguntar y mostrar interés por el otro, pero nunca, da igual la edad del interlocutor, interrogar”, recomienda la psicóloga, Cristina de la Rosa Tineo.
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