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VIAJEROS URBANOS

Parques para perderse en Bremen

Desde jardines a verdaderos bosques, la ciudad cuenta con muchos espacios verdes de los que disfrutar

El Bürgerpark en invierno.
El Bürgerpark en invierno.Pilar Fernandez

Pese al mal tiempo que impera en el norte de Alemania, aquí los parques y jardines se viven y se disfrutan a lo largo de todo el año. En Bremen, testigos y cómplices de la vida cotidiana, los espacios verdes marcan la llegada de las estaciones y se convierten, con el paso de los meses, en escenarios diferentes pero siempre concurridos. En otoño son el marco ideal para paseos románticos entre hojas secas y tonos ocres. En invierno se vuelven misteriosos y desolados, pero aun así, con un buen termo de té, acogen los tradicionales paseos de domingo. En primavera los parques son el auténtico corazón de la ciudad, alegre y fragante, perfecta alfombra verde para picnics familiares. Finalmente, en verano se convierten en dinámicos campos de deporte con animadas terrazas para disfrutar de un buen helado.

Grandes y pequeños, hay parques y jardines para todos los gustos. En el norte de la ciudad encontramos el Blindgarten (Raschenkampsweg/Ulenweg), un jardín creado especialmente para ser disfrutado por personas ciegas. Es el primer jardín de este tipo en Alemania donde, gracias a su diseño, los visitantes pueden tocar, sentir y oler las plantas libremente. 

El parque por antonomasia de Bremen es el Bürgerpark (Holleralee /Parkallee). Más cercano a un bosque que a un parque, bello, poderoso y abierto a todos los habitantes de la ciudad, este impresionante espacio es, desde 1886, uno de los lugares de ocio más importantes de la ciudad. Sus estanques, lagos y canales, que se pueden recorrer alquilando barquitas de madera, salpican un terreno muy cuidado en algunas zonas y prácticamente salvaje en otras. Hay que tener cuidado y evitar que la noche nos sorprenda durante el paseo, sobre todo en las cortas tardes de invierno, ya que la mayoría de los senderos carecen de iluminación. El Bürgerpark alberga un zoo de animales domésticos que hará las delicias de cualquier crío, acoge conciertos y representaciones teatrales en verano y dispone de unos circuitos diseñados especialmente para corredores, así como caminos adaptados para pasear a caballo. La oferta gastronómica es también muy agradable: Emma am See, un café con vistas a la orilla del lago Emma, el pintoresco restaurante Meierei, donde degustar especialidades locales junto a la chimenea, y Haus am Walde, un fantástico Biergarten para disfrutar de las tardes de primavera. En el parque encontramos también uno de los hoteles más lujosos de Bremen, el Park Hotel, cuyo mirador es un lugar privilegiado para observar, si el parque está tranquilo, a los ciervos y otros pequeños animales que habitan en los rincones más escondidos y que a veces se atreven a salir a disfrutar, ellos también, de este maravilloso lugar.

El Bürgerpark en primavera.
El Bürgerpark en primavera.Pilar Fernandez

En el centro de la ciudad, en un lateral de la catedral (Am Dom), sorprende un pequeño jardín en el que crecen aproximadamente 60 tipos de plantas. La particularidad de este oasis entre edificios de piedra y tranvías es que todas las especies que alberga aparecen mencionadas en la Biblia.

En las afueras de la ciudad destaca el Wätjens Park (Landrat –Christians– Strass), que data del siglo XIX. Este idílico lugar, fundado por la familia del mismo nombre, acoge un pequeño festival de música en agosto.

El Vergesacker Stadtgarten (Nahe der Weswerstrasse) es también una buena opción para contemplar una vegetación muy singular, en la que especies autóctonas se mezclan con otras llegadas desde el norte de África o China. Situado en la ribera del río Weser, es un lugar maravilloso para contemplar el ir y venir de los barcos y respirar el aire marinero de la ciudad.

El Knoops Park (Raschenkampsweg), en el norte de Bremen, es conocido por ser uno de los parajes más bonitos de la zona. Acoge cada otoño una curiosa tradición. Las familias que lo deseen pueden reunirse y competir amistosamente entre sí para ver quien recoge más castañas. El hecho de que sólo haya media docena de castaños en todo el parque hace la prueba más emocionante.

Uno de los parques más famosos y queridos por la ciudad es el Rhododendron Park (Marcusallee). 46 hectáreas en las que disfrutar de cualquier variedad imaginable de rododendro y azalea. Su floración en el mes de mayo es todo un espectáculo que ningún visitante debe perderse. Auténticos muros de flores de hasta dos metros de altura bordean los senderos de este parque, que, además, acoge un museo botánico con una interesante sección dedicada a la vegetación asiática presidida, cómo no, por un gran buda sonriente. Muy interesante resulta también visitar el hotel para insectos, la zona dedicada a plantas aromáticas –toda una experiencia para el olfato–, el jardín de los bonsáis o la rosaleda, con 230 variedades distintas de rosas, una de las cuales está dedicada a los famosos músicos de Bremen.

Las antiguas murallas acogen el que fue el primer parque de la ciudad, Wallanlage (Nahe Stephanitorbollwerk), proyectado por el famoso paisajista Isaak H. A. Altmann. Aquí se puede descansar y disfrutar de la naturaleza en pleno centro con la agradable compañía de sus simpáticos habitantes: cientos de patos y conejos que pasean a sus anchas entre ciclistas y viandantes. Es muy recomendable cruzar el foso y pasear por la otra orilla, a lo largo de la calle Contrescarpe, para poder disfrutar de las vistas del parque con la catedral de fondo. Sin duda una de las postales más bonitas de la ciudad. En uno de los extremos de Wallanlage se encuentra el Focke Garten, un lugar muy especial, pues aquí se situaba el centro de la ciudad en la Edad Media. Antes de la Segunda Guerra Mundial, este terreno acogió también el museo Focke, que fue totalmente destruido durante los bombardeos. En los años 50 se creó este jardín integrando los restos del museo.

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