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Camboya no es solo Angkor: una ruta más allá de los famosos templos

Islas con preciosas playas en el sur, templos remotos entre lianas y selvas, delfines de agua dulce, el Mekong Dis­covery Trail… en este país del sudeste asiático hay mucho que ver al margen de sus principales atracciones turísticas

Kampot Camboya
Arquitectura de estilo colonial en el distrito Old Market de la ciudad de Kampot, en Camboya.Alamy Stock Photo

Los espectaculares templos de Angkor, envueltos en la selva, ejercen de poderoso imán para miles de viajeros que acuden a Camboya, casi en peregrinación, para contemplar una de las grandes maravillas del mundo. Pero este país va mucho más de Angkor y de Siem Reap, paraíso mochilero y puerta de entrada a los templos. Camboya es también más que su capital, Phnom Penh, cada vez más animada y parada inevitable para quienes se asoman a este rincón extraordinario.

Este país del sudeste asiático, durante mucho tiempo al margen de las corrientes turísticas, tiene también playas paradisíacas en las islas y las costas del sur, interminables arrozales y plantaciones de palmeras que dan paso a las onduladas colinas y verdes selvas de las provincias de Mondulkiri y Ratanakiri, al este, apenas visitadas por los turistas. Y hay otras sorpresas para los que se salgan de ruta, como los delfines de agua dulce que se pueden avistar en el Mekong Discovery Trail. Esperan también escapadas rurales deliciosas, templos de montaña como los de la frontera con Tailandia o los de Kampong Thom, rincones salvajes como el gigantesco e inexplorado parque nacional de Virachey, en que todavía podremos avistar animales raros, o excursiones a las comunidades indígenas de la zona.

Las costas camboyanas del sur

En las costas de Camboya hay complejos playeros y un puñado de islas tropicales cada vez más populares entre los viajeros. El sur del país está también salpicado de parques nacionales y áreas naturales protegidas, ideales para practicar senderismo, ciclismo de montaña, escalada, kayak, buceo y submarinismo. No faltan las playas paradisíacas, con hamacas colgantes, palmeras mecidas por la brisa y grandes dosis de sol y soledad.

Sihanoukville, con sus tranquilas playas de arena blanca, es el punto de partida para llegar en ferri a la mayoría de las islas, y la plácida Kep, que acaparó las primeras iniciativas turísticas del país, es hoy una alternativa más discreta, con hoteles-boutique y para mochileros. Otra opción es elegir la playa de Koh Tonsay (isla de los conejos). Los viajeros suelen llegar aquí exhaustos de ver tantos templos y deseando un poco de mar y relax. En estas costas hay playas para todos los gustos, como las de las islas de Koh Rong y Koh Rong Sanloem. El archipiélago de Koh Sdach, apenas visitado, entusiasma a los bu­ceadores, mientras que la oculta playa de Nesat es un paraíso hippy ideal para escapar del gentío.

Al norte del animado puerto de Sihanouk­ville, el paisaje cambia. Los parques nacionales del Corredor de Con­servación de Koh Kong, con sus cascadas y selvas tropi­cales, se extienden al este y al sur desde la fronte­ra con Tailandia hasta los montes Cardamomo. Es una zona donde empiezan a cobrar fuerza diferentes proyectos de ecoturismo que brindan la oportunidad de practicar senderismo, pasear en bar­co y avistar animales. Además, son pocos los viajeros que visitan la zona, por lo que es posible disfrutar de toda esa belleza prácticamente en solitario.

Tal vez el sitio más visitado de la región sea Koh Rong, paraíso tropical de aguas turquesas y kilómetros de playas de arena blanca rodeadas de palmeras y jungla. En total, unos 60 kilómetros de costa con 22 playas, en las que hay de todo: lugares remotos y rústicos, pero también resorts y toda clase de atractivos para el creciente turismo playero del país. La mejor playa de la isla se llama Long Beach: mide unos siete kilómetros y es espectacular. Curiosamente sigue estando vacía y sin urbanizar, y si se llega temprano no habrá que compartirla con nadie.

Vista de la isla de Koh Rong, en la provincia de Sihanoukville.
Vista de la isla de Koh Rong, en la provincia de Sihanoukville.Nikada (Getty Images)

La hermana pequeña de Koh Rong es Koh Rong Sanloem, más pequeña y más auténtica, sin carreteras que conecten las distintas playas de la isla y un interior ocupado por una selva espesa. Es la imagen típica de una isla tropical y se ha convertido en la isla preferida de los mochileros, pero (de momento) sin fiestas de luna llena ni demasiadas estridencias.

En esta zona hay más que mar y arena: la ciudad de Kampot es uno de los destinos más populares de Cam­boya gracias a su ambiente relajado y una referencia obligada, una ciudad con un pintoresco casco antiguo que se convirtió en la época colonial francesa en un centro de vacaciones. Hoy tiene la mayor comunidad de expatriados de la costa sur, que ha impulsado la gastronomía de la ciudad. En los alrededores hay preciosas formaciones de piedra caliza repletas de cuevas y tempos ocultos, y una estación de montaña impresionante. Muy cerca, otro centro vacacional creado por los colonos franceses se convirtió en destino favorito de los jemeres acomodados en los años sesenta, e incluso la familia real veraneaba aquí. En los alrededores, ya en dirección a la frontera con Vietnam, todo es rural y más pobre pero también aquí encontraremos sorpresas; como los templos pre-angkorianos de gran valor y lagos y cascadas, o como Takéo, una lánguida ciudad lacustre, donde viven comunidades de tejedores de seos, con templos antiguos y pintorescas cascadas donde pasar plácidamente el rato con los camboyanos.

Uno de los edificios de estilo colonial que aún quedan en la ciudad de Kampot (Camboya).
Uno de los edificios de estilo colonial que aún quedan en la ciudad de Kampot (Camboya).Alamy Stock Photo

Regreso a la naturaleza en islas desconocidas

Enclavadas en el golfo de Tailandia, al sur y al este de Siha­noukville, Koh Ta Kiev y Koh Thmei son ideales para escapar del siglo XXI y avistar delfines y aves raras. Únicamente se puede llegar en pequeñas embarcaciones, pues están aisladas. No hay fiestas ni bares, solo sencillas pensiones y resorts con restaurantes. Los días se pasan en el mar o en la jungla; las noches se dedican a escuchar las olas y la fauna.

Un grupo de turistas llega en barca a una de las playas de la isla de Koh Ta Kiev.
Un grupo de turistas llega en barca a una de las playas de la isla de Koh Ta Kiev.Alamy Stock Photo

A tan solo un kilómetro de la costa, el interior selvático de Koh Ta Kiev está rodeado de playas y bahías aisladas, acantilados rocosos y manglares. Aunque algunas partes de la isla han sido arrendadas con fines urbanísticos, en el fondo nada ha cambiado, y aún hay que atravesar la selva para llegar a las distintas playas. En la frontera marítima con Vietnam, tan solo a unos cientos de metros de la costa, está la isla de Koh Thmei. Es mucho más grande, pero ha conseguido escapar de los promotores inmo­biliarios: el único lugar donde alojarse es el Koh Thmei Re­sort, con ordenados bungalós en una playa privada. La isla ofrece magníficas posibilida­des de avistar aves y delfines en alta mar, practicar buceo, kayak o senderismo.

El noroeste: vida rural, templos remotos y autenticidad

Aunque siempre a la sombra de Siem Reap, el noroeste es una zona perfecta para alejarse de la Camboya turística y zambullirse en el mundo rural. Viajar por esta enorme región es la oportunidad para descubrir templos espectacula­res pero con escasos turistas. Preah Vihear es el más popular —y patrimonio mundial de la Unesco desde 2008—, pero también están el Preah Khan y el Sam­bor Prei Kuk, todos fascinantes, envueltos en marañas de lianas y medio engullidos por la jungla.

En el centro de la región se encuentra el Gran Lago (Tonlé Sap), un paraíso para pescadores y observadores de aves. Las excursio­nes en barco desde Kompong Chhnang y Krakor hasta los pue­blos flotantes en medio del lago son la forma de conocer un singular estilo de vida.

Tras explorar los rincones más remo­tos del noroeste, la región reserva otra sorpresa: la tranqui­la ciudad de Battambang. Con edificios de la época francesa y una florecien­te vida artística, es perfecta como como campamento base. Tras subir al tren de bambú, visitar los templos de las coli­nas y avistar murciélagos al atar­decer, podremos disfrutar también en estupendos res­taurantes y animados bares. Battambang fue en otros tiempos la segunda ciudad más importante de Camboya. Hoy sigue teniendo mucho encanto aunque no hay demasiado que hacer, aparte de disfrutar caminando entre sus templos, por los alrededores del río, descubrir su arquitectura colonial francesa y sus cafés y bares que compensan con creces la falta de grandes hitos turísticos. Para los camboyanos es una ciudad importante y presumen de que aquí han nacido muchos de los cantantes, actores y artistas más destacados. Y el magnífico Phare Pon­leu Selpak, el circo más popular del país, tiene aquí su sede.

El templo Wat Ek Phnom, en la ciudad de Battambang (Camboya).
El templo Wat Ek Phnom, en la ciudad de Battambang (Camboya).Alamy Stock Photo

Más allá de los límites de la ciudad, hay templos y bucólicos pueblos esperando a que lleguen los viajeros o que se embarquen hacia Siem Reap en la travesía fluvial más pintoresca del país. Los camboyanos afirman que esta provincia, que tiene una larga frontera con Tailandia y linda con parte del Tonlé Sap, produce el mejor arroz y las naranjas más sabrosas del país.

Otra curiosidad es el tren de bambú de Battambang, uno de los viajes sobre raíles más singulares del mundo. Han estado a punto de cerrarlo en más de una ocasión, pero de momento ahí sigue. Originalmente iba desde Battambang hasta Sra Lav, por raíles combados y vertiginosos puentes del periodo colonial. Cada tren de bambú consta de un armazón de madera cubierto con listones de bambú, ultraligero, y transportaba entre 10 y 15 pasajeros y hasta tres toneladas de arroz. Este sistema ofrece una solución al problema al que se enfrenta toda línea de vía única: qué hacer cuando dos trenes que van en direcciones opuestas se encuentran. Con el tren de bambú, la respuesta es muy sencilla: se desmonta rápidamente y se deja en el suelo, junto a las vías, para que el otro pueda pasar.

Ahora el tramo original de la línea ha vuelto a funcionar, aunque con nuevos puentes y vías rectas. Se ha podado el follaje que invadía la vía, pero todavía sigue siendo una experiencia muy divertida.

Uno de los conductores del tren de bambú, en Battambang.
Uno de los conductores del tren de bambú, en Battambang.Alamy Stock Photo

Los alrededores de Battambang son enormes y están llenos de sorpresas, por lo que conviene centrarse en una única opción: Pailin, al su­roeste, o Banteay Chhmar, al noroeste. Pailin sirvió de es­condite a algunos líderes de los jemeres rojos tras la derro­ta del régimen, pero es famosa por la extracción de piedras preciosas y permite divisar onduladas colinas y los montes Cardamomo. Banteay Chhmar es uno de los mayores tem­plos de la época de Angkor, aunque en comparación con Angkor Wat recibe pocos turistas.

Preah Vihear: un desconocido rincón

Inmensa y con apenas turismo, también en el noroeste del país, en la región de Preah Vihear están tres de los legados angkorianos más fascinantes de Camboya. Enca­ramado en un promontorio de los montes Dangrek, el Pra­sat Preah Vihear se convirtió en 2008 en el segundo en­clave del país declarado patrimonio mundial, lo que provocó un enfrentamiento armado con Tailandia. Más al sur se al­zan los solitarios templos selváticos de Preah Khan, aislados e impregnados de misterio.

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2WH5NEJ Prasat Preah Vihear Temple in northern CambodiaAlamy Stock Photo

La provincia es muy pobre porque buena parte estuvo bajo el control de los jemeres rojos hasta 1998, y también porque hasta hace poco la red de transporte se en­contraba en un estado lamentable. Las necesidades del Ejér­cito camboyano en su enfrentamiento con Tailandia supusieron una mejora de las carreteras, pero en algunos puntos el transporte público sigue siendo escaso.

El templo Preah Vihear lleva siglos de disputas entre Camboya y Tailandia porque fue durante milenios un destacado lugar de peregrinación. Es casi visita obligada, pero la otra opción es una expedición al remoto complejo de templos de Kompong Svay, unos 90 kilómetros al sur de la ciudad de Preah Vihear, y que es lugar que mejor evoca la sensación de estar en un mundo perdido. Es un verdadero remanso de paz en el que es difícil encontrarse con otros turistas.

Fuera de ruta por el salvaje este

La región más oriental de Camboya es zona de ecoturismo, elefantes y comunidades indígenas. Y todo en un paisaje sensacional de bosques, colinas, ríos y cascadas. Hasta aquí llegan muy pocos visitantes, pero es el mejor lugar del país para ver fauna de cerca: en el salvaje este, los arrozales y palme­ras de las llanuras dan paso a un majes­tuoso panorama de montañas y selvas tro­picales surcadas por caudalosos ríos y ha­bitadas por una fauna impresionante. En la provincia de Mondulkiri hay elefantes y gibones cantores; en los alrededores de Kra­tie, los amenazados del­fines del Irawadi, y por todas partes, una amplia va­riedad de aves.

El ecoturismo es clave en la región: se puede practicar senderismo, ci­clismo o kayak por la campiña, nadar en lagos volcánicos o bañarse en cascadas, y visitar aldeas de distintos grupos étnicos, conocidos colectivamente como khmer leu (“jemeres de arriba”) o chunchiet (“mino­rías étnicas”).

Las principales ciudades de las provin­cias de Mondulkiri, Ratanakiri y Stung Treng son poco más que grandes pueblos con una in­cipiente infraestructura tu­rística y las carreteras de tierra roja se convierten en arcilla en la estación de lluvias, entre junio y octubre, pero abundan los alojamientos y el encanto de la gente compensa el viaje. Kampong Cham fue en otros tiempos la tercera ciudad de Camboya, después de Phnom Penh y Battambang, y durante la época colonial se convirtió en un importante puesto comercial gracias a su ubi­cación junto al río Mekong. Hoy es una dis­creta pero animada capital de provincias que cobra vida al atardecer, cuando la población pasea por la orilla del río y el cercano mercado nocturno se llena de gente. Se puede apreciar el legado francés en los edificios coloniales que todavía salpican las calles, y en los alrededores hay templos históricos y aldeas tradicionales de agricultores, pescadores y tejedores de seda que permiten descubrir la Camboya rural. Actualmente, son pocos los extranjeros que visitan la ciudad, pero vale la pena detenerse aquí para conocer cómo es la vida jemer fuera de las rutas turísticas.

El paseo a orillas del río Mekong en la ciudad camboyana de Kampong Cham.
El paseo a orillas del río Mekong en la ciudad camboyana de Kampong Cham.Alamy Stock Photo

Senderismo para conocer la auténtica Camboya

La modesta Stung Treng es el punto de partida para vivir aventuras en el Mekong Dis­covery Trail, que va al norte de Stung Treng y al sur de Kra­tie siguiendo el río. Esta red de rutas permite recorrer un Mekong desconocido y suma 180 kilómetros desde Kratie hasta la frontera con Laos, discurriendo por algunas de las zonas menos pobladas y menos visitadas de la zona del Mekong, al noreste de Camboya. Las rutas se pueden recorrer a pie, en bicicleta de montaña, moto, barca, kayak o una combinación de todo ello, y se duerme en aldeas o se acampa.

Creado en el 2006 con el apoyo del Gobierno de Camboya y de la Organización Mundial del Turismo, el Mekong Discovery Trail impulsa el turismo comunitario en algunas de las zonas menos visitadas del país. Uno de sus objetivos era ofrecer a las comunidades de pescadores una fuente de ingresos alternativa para que pudieran contribuir a proteger los delfines fluviales y otras especies raras en este tramo del río. La financiación oficial se ha interrumpido, pero varias agencias turísticas privadas lo siguen manteniendo vivo.

El Mekong Dis­covery Trail es un modo de descubrir la vida rural de Camboya. En la imagen, la ruta a su paso por Koh Trong.
El Mekong Dis­covery Trail es un modo de descubrir la vida rural de Camboya. En la imagen, la ruta a su paso por Koh Trong.Leisa Tyler (LightRocket via Getty Images)

Al norte de Stung Treng y cerca de la frontera con Laos, el recorrido lleva por uno de los tramos más salvajes y llamativos del Mekong. En sus orillas, los pueblos de Preah Rumkel y O’Svay se han convertido en modestos centros de ecoturismo gracias a la posibilidad de navegar en barco o kayak por bosques de inundación entre docenas de pequeñas islas. Además, la ruta nos deja contemplar el magnífico espectáculo de los rápidos del Mekong que descienden en cascada desde Laos, y la enorme cascada Preh Nimith, ambos especialmente impresionantes en la estación de lluvias.

Lo más destacado del Mekong Discovery Trail al sur de Stung Treng son las islas de Koh Preah y de Koh Pdao, donde se pueden contemplar delfines fluviales, y la de Koh Samseb. Las tres son famosas por la observación de aves y porque los visitantes pueden participar en las actividades comunitarias.

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