Juntos hasta el final: los últimos momentos de los periodistas españoles asesinados en Burkina Faso
Un mes después de la muerte de los dos reporteros españoles y un ecologista irlandés, la investigación revela que Beriain y Young se negaron a huir dejando abandonado a Fraile, que estaba malherido
Fraile fue el primero en caer malherido. Desbordados por la potencia de fuego y la superioridad numérica de los yihadistas, los militares burkineses avisaron a los occidentales de que no podían seguir resistiendo y había que retirarse. Beriain y Young se negaron a dejar abandonado a su compañero y se quedaron con él. A la mañana siguiente, se encontraron los cuerpos de los tres con signos de haber sido ejecutados.
Tras interrogar a varios supervivientes, los investigadores han logrado reconstruir cómo fueron los últimos momentos de los periodistas españoles Roberto Fraile y David Beriain y del conservacionista irlandés Rory Young, de cuyo asesinato se cumple este miércoles un mes.
Los dos reporteros estaban realizando un documental sobre la lucha contra la caza furtiva en Burkina Faso y habían partido a primera hora de la mañana desde la localidad de Natiaboani hacia Pana, cerca del parque nacional de Arli, en el sureste del país. Se trata de una amplia zona limítrofe con Benin y olvidada por el Estado, donde bandas criminales y terroristas campan con total impunidad.
La patrulla en la que se integraron los periodistas iba fuertemente armada, con unos 30 efectivos, dos camionetas pick-up y una docena de motocicletas.
Era una unidad instruida por Chengeta Wildlife, la organización fundada por el irlandés nacido en Zambia y una de las ONG firmantes, en julio de 2020, de un acuerdo con el cuerpo de guardabosques y el Ejército de Tierra burkinés para formar una brigada mixta destinada a proteger los parques naturales de furtivos y saqueadores, en el marco del programa Famek, financiado por la UE.
Un soldado burkinés que formaba parte de la patrulla relató a la corresponsal en la zona del diario Ouest-France que, sobre las nueve de la mañana, se toparon con un campamento en el que ondeaba una bandera negra con una inscripción en árabe (símbolo de Al Qaeda) y se inició un combate que se prolongaría durante más de tres horas.
Otros testigos, como un ciudadano suizo de la ONG de Rory Young que iba en la patrulla y logró escapar, relataron a los investigadores que inicialmente la patrulla consiguió repeler el embate de los yihadistas, pero que estos les atacaron por tres flancos con armas pesadas, como ametralladoras PKMS de origen soviético, y los burkineses tuvieron que retirarse cuando empezó a escasear la munición.
Los tres occidentales, que iban a bordo de una de las pick-up, habían bajado a tierra y Fraile estaba gravemente herido. Los militares instaron a Beriain y Young a huir dejando atrás a su compañero, pero no quisieron hacerlo y se quedaron junto a él. Esta versión se aparta de la ofrecida por el burkinés al que entrevistó la corresponsal francesa, según el cual a los tres occidentales se les perdió la pista tras internarse en el bosque.
El Ejército burkinés emprendió una intensa búsqueda, con ayuda de helicópteros, y encontró al día siguiente los cadáveres de los tres occidentales con signos de haber sido ejecutados.
Aunque inicialmente hubo dudas, la investigación da por hecho que el ataque fue obra del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), una federación de grupos yihadistas liderada por el terrorista Iyad Ag Ghali y vinculada a Al Qaeda, que opera en Malí y la vecina Burkina Faso y lo reivindicó a través de un audio. El grupo también aseguró haber capturado las dos camionetas con metralletas, las motos y el dron que llevaba la patrulla atacada.
El JNIM recurre habitualmente al secuestro como forma de recabar fondos y el pasado 8 de abril raptó al periodista francés Olivier Dubois en Gao (Malí). La pregunta que se hacen los investigadores es por qué en esta ocasión no pidieron rescate por los tres occidentales y optaron por asesinarlos. Aunque aún no es posible dar una respuesta, lo más probable es que temieran ser perseguidos por el Ejército y pensaran que llevar consigo a los rehenes limitaría su movilidad, dado que al menos uno de ellos estaba gravemente herido, por lo que optaron por deshacerse de ellos.
No se ha aclarado si el hallazgo de los cuerpos se produjo en el lugar en el que se produjo el combate o los yihadistas los llevaron inicialmente consigo.
Aunque el Ejército burkinés lanzó a principios de mayo una ofensiva contra los grupos yihadistas, hasta ahora no hay noticia de que haya sido capturado ninguno de los implicados en el asesinato de Beriain y Fraile.
Burkina Faso era un país relativamente tranquilo pero, tras el golpe de Estado de 2015, cayó en la espiral de inestabilidad y violencia que se extiende por todo el Sahel. El pasado día 3, más de 30 personas fueron asesinadas en un ataque contra una aldea próxima a la zona donde murieron los reporteros. El 15 de febrero de 2019 también perdió la vida en un ataque en el sur de Burkina Faso el sacerdote salesiano César Fernández, cuando regresaba de Lomé (Togo).
El reconocimiento legal de víctima del terrorismo
El Consejo de Ministros otorgó la medalla del mérito civil a David Beriain, de 43 años, y Roberto Fraile, de 47, asesinados el pasado 26 de abril en Burkina Faso. Nadie duda de que fueron víctimas de una acción terrorista, pero eso no significa que se les reconozca automáticamente la condición de legal de víctimas del terrorismo, que conlleva reconocimientos para ellos y medidas de apoyo para sus familias. La ley de 2011 exige que, para acceder al estatuto de víctima del terrorismo, exista una sentencia firme, que reconozca el derecho a ser indemnizados; o que “sin mediar sentencia, se hubiesen llevado a cabo las oportunas diligencias judiciales o incoado los procesos penales para el enjuiciamiento de los delitos”. Hasta el momento solo consta la apertura de una investigación por parte de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. No obstante, el Ministerio del Interior asegura que la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo prestó asistencia psicológica a las familias de los reporteros.
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