España refuerza con tres de sus nuevos helicópteros NH90 las tropas en Malí
La misión europea busca eludir ataques y emboscadas en sus traslados terrestres
El Ejército español ha iniciado ya el despliegue de tres de sus nuevos helicópteros de transporte NH90 Caimán en Malí, con el objetivo de minimizar el riesgo de atentados como el que sufrió el pasado viernes una patrulla de cascos azules alemanes. Con este refuerzo, España se consolida como primer contribuyente a la misión europea EUTM Malí, que intenta estabilizar este país clave del Sahel, una región sacudida por el azote yihadista.
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El Ejército español ha iniciado ya el despliegue de tres de sus nuevos helicópteros de transporte NH90 Caimán en Malí, con el objetivo de minimizar el riesgo de atentados como el que sufrió el pasado viernes una patrulla de cascos azules alemanes. Con este refuerzo, España se consolida como primer contribuyente a la misión europea EUTM Malí, que intenta estabilizar este país clave del Sahel, una región sacudida por el azote yihadista.
El destacamento de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (Famet) se instalará en el aeropuerto de Bamako, la capital del país, y jugará un papel fundamental en la nueva fase de la misión europea, según fuentes de Defensa. Tras adiestrar durante más de ocho años a militares malienses en el centro de instrucción de Kulikoro, a 60 kilómetros de Bamako, EUTM Malí ha cambiado de estrategia y ha pasado a desplazar equipos móviles a las bases del Ejército para entrenarlos in situ. Eso obliga a los instructores europeos a desplazarse a Segú o Gao, al noreste de Bamako, para estancias de dos o tres semanas, lo que implica peligrosos traslados terrestres.
El pasado viernes, una patrulla de la Minusma, la misión de Naciones Unidas para Malí, sufrió un atentado con coche bomba a 180 kilómetros de Gao en el que resultaron heridos 12 cascos azules alemanes y uno belga. El mismo día, seis militares malienses murieron en un ataque en Boni, en el centro del país.
El despliegue de los helicópteros españoles en Bamako permitirá realizar la mayor parte de los desplazamientos por vía aérea, minimizando el riesgo de emboscadas y atentados.
El despliegue de los NH90, con casi un centenar de pilotos y mecánicos, elevará el contingente español por encima de los 600 militares, más de la mitad de los casi 1.200 europeos que integran la misión EUTM Malí. No obstante, la llegada de la unidad de helicópteros se compensará en parte con la retirada de los 25 oficiales españoles que forman parte del Estado Mayor del general español Fernando Gracia. Durante el primer semestre de este año y hasta que el próximo día 7 sea relevado por un general alemán, Gracia ha dirigido EUTM Malí al frente de una delegación del cuartel general del Eurocuerpo, con base en Estrasburgo (Francia).
La operación se encuentra en plena transformación. Los instructores europeos planean abandonar el centro de formación de Kulikoro para desplegarse en la zona militar del aeropuerto de Bamako y en una base que Alemania se ha comprometido a construir en Sevare, a 600 kilómetros al noroeste de la capital del país. En los próximos dos años, la misión europea aspira además a extenderse a los otros cuatro países del G-5, aliados de Malí en la lucha contra el yihadismo: Níger, Burkina Faso, Mauritania y Chad.
El refuerzo del contingente español en Malí se decidió en 2019, cuando se aprobó el quinto mandato de la misión EUTM Malí, que se prolongará hasta 2024. Sin embargo, su puesta en práctica se ha ido demorando, primero a causa de la pandemia, que obligó a paralizar durante el año pasado los programas de instrucción, y luego por la inestabilidad política del país, que ha sufrido dos golpes de Estado en menos de un año.
El pasado mes de mayo, el coronel Assimi Goïta, vicepresidente de Malí y líder de la junta militar que tomó el poder en agosto de 2020, destituyó al presidente del país, Bah Ndaw, y a su primer ministro, acusándolos de cambiar el Gobierno sin consultarle. Aunque la comunidad internacional repudió este golpe dentro del golpe, al final ha acabado aceptando la política de hechos consumados con el argumento de que cualquier autoridad es preferible al caos.
Pese a ello, la seguridad se ha ido deteriorando en toda la región, como evidencia el asesinato de dos periodistas españoles en abril pasado en la vecina Burkina Faso. Tras ocho años de combates sin avances claros, Francia empieza a acusar cansancio, y el presidente Emmanuel Macron anunció a principios de este mes el fin de la Operación Barkhane, con más de 5.000 militares de este país, y su sustitución por una misión más reducida de instrucción de fuerzas especiales, denominada Takuba, en la que quiere embarcar a otros países europeos.
“Evitar que Kabul sea otro Saigón”
“Evitar que Kabul sea otro Saigón” es la obsesión de los responsables de la OTAN. Aluden a la desbandada que precedió a la caída de la capital de Vietnam del Sur, en abril de 1975. Para garantizar la seguridad de la capital afgana tras la retirada de las tropas estadounidenses, la OTAN quiere que Turquía se haga cargo de su aeropuerto, donde se instalará un hospital de campaña. Otra cosa es garantizar la seguridad de las embajadas. EE UU ha ofrecido a los países aliados trasladarse a la zona donde está su legación diplomática, pero España ha declinado la oferta. Washington también se ha comprometido a mantener una fuerza de intervención rápida en un país vecino que permitiría una misión de rescate de personal extranjero o incluso una operación de castigo, según fuentes militares. De momento, sin embargo, hay más incertidumbres que certezas. España homenajeará hoy a las 102 víctimas mortales que sufrió en sus casi 20 años de presencia militar en Afganistán.