El tiempo del descuento se acaba en Andalucía

Las elecciones andaluzas, que Moreno despejará esta semana, abren el nuevo ciclo electoral en España

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, este domingo, en la procesión de la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén).JUNTA DE ANDALUCÍA (Europa Press)

Juan Manuel Moreno tiene en su mano la margarita más grande del mundo. La lleva deshojando un largo tiempo, pero, en contra de su compromiso inicial cuando tomó posesión como presidente de la Junta de Andalucía, ha tomado la decisión de poner fin antes de tiempo a la legislatura y adelantar cinco meses las elecciones andaluzas. Esta semana que entra, el barón popular despejará la fecha para cumplir con los 54 días obligatorios que median entre la disolución del Parlamento y la apertura de las urnas. El tiempo de desc...

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Juan Manuel Moreno tiene en su mano la margarita más grande del mundo. La lleva deshojando un largo tiempo, pero, en contra de su compromiso inicial cuando tomó posesión como presidente de la Junta de Andalucía, ha tomado la decisión de poner fin antes de tiempo a la legislatura y adelantar cinco meses las elecciones andaluzas. Esta semana que entra, el barón popular despejará la fecha para cumplir con los 54 días obligatorios que median entre la disolución del Parlamento y la apertura de las urnas. El tiempo de descuento, de sí, no, sí, no, se acaba. En el calendario figuran dos posibles fechas: los domingos 19 o 26 de junio.

Las elecciones de junio abren el ciclo electoral en España. Andalucía es la comunidad más fiable para medir la temperatura de los partidos con implantación nacional: 6,5 millones de personas está llamadas a votar y el resultado se escudriñará al detalle en una región con 8,4 millones de habitantes, ocho provincias, 785 municipios, zonas urbanas donde se concentra el 83% de la población, una tupida red de ciudades medias y medio millar de municipios de menos de 5.000 habitantes donde hasta ahora la izquierda es la más votada.

Ni el socialista Pedro Sánchez ni el popular Alberto Núñez Feijóo, en su debú electoral como líder nacional del PP, pierden de vista que esta comunidad elegirá dentro de algo más de un año a 61 diputados al Congreso de los Diputados. Ahora esos escaños se reparten así: 25, PSOE; 15, PP; 12, Vox; 6, Unidas Podemos; y 3, Ciudadanos.

Gobernar sin Vox

No depender de Vox es el objetivo de Moreno. “Tener mayoría suficiente para gobernar en solitario es viable”, afirma. Las encuestas internas que maneja el PP le dan entre 45 y 46 escaños y creen que podrían alcanzar hasta los 50, a cinco de la mayoría absoluta (55 de los 109 escaños). El objetivo es superar a la suma de todas las formaciones de izquierdas juntas, por lo que la entrada de Vox en el Gobierno estaría desactivada, ya que es impensable que la ultraderecha facilite un gobierno socialista por acción u omisión.

Un gobierno del PP en Andalucía sin Vox es lo que quiere también Alberto Núñez Feijóo, que ya ha tenido que tragar a regañadientes con la extrema derecha en Castilla y León. El líder del PP sabe que se examina en las urnas andaluzas, las primeras elecciones que se celebrarán bajo su mandato, y ya ha ido tomando decisiones para potenciar al PP de Juan Manuel Moreno Bonilla, al incorporar a dos de sus consejeros en el comité de dirección, Elías Bendodo y Juan Bravo. Estos dos han defendido posiciones diferentes en la cúpula sobre la fecha de los comicios: Bendodo prefería que se celebraran después del verano, y Bravo que se hicieran en junio. Ganó Bravo y Bendodo lo ha aceptado con deportividad. Feijóo, en todo caso, ha dejado hacer a Moreno Bonilla. Fuentes de la dirección próximas al líder subrayan que es el presidente andaluz quien “conoce el terreno, y, por tanto, sabe cuándo es mejor celebrarlas”. En la cúpula popular aseguran que este equipo es “poco amigo de las encuestas” y se las cree lo justo, pero sí esperan que el presidente andaluz gane las elecciones con holgura.

El argumento del presidente de la Junta para explicarles a los andaluces por qué tienen que ir a las urnas ante de tiempo está elaborado: Andalucía, dice su presidente, tiene que contar con Presupuestos autonómicos frescos a final de año por las turbulencias económicas y acabar con una prórroga de la que culpa a la oposición.

Esto último es una media verdad. Si Andalucía funciona a día de hoy con las cuentas de 2021 es porque su aliado de investidura, Vox, así lo decidió para marcar distancias. Este periódico ya publicó que el propio Gobierno andaluz ya barajaba esa posibilidad porque sabía que en el último año de legislatura era “muy complicado” alcanzar acuerdos de ese calibre.

El vicepresidente de la Junta y candidato de Ciudadanos, Juan Marín, lo reconoció paladina y brutalmente en una reunión interna con su grupo. Lo grabaron a hurtadillas y quedó esa frase: “Es una estupidez” aprobar las cuentas en año electoral. Se conoció cuando el Ejecutivo autónomo y el PSOE hacían como que negociaban el proyecto presupuestario. Pocos dudan de que esa grabación acabó en manos del antiguo PP de Pablo Casado y Teodoro García Egea, ansioso por el adelanto andaluz y sumar victorias teóricas para reforzar su proyecto. Eso fue en noviembre de 2021, hace una eternidad.

Pero aquí y ahora está el presidente de la Junta, el primero no socialista en 40 años de autonomía, con la margarita ya (casi) despeluchada en la mano. Durante la legislatura, Moreno ha tenido pocos errores no forzados y ha forjado un perfil de político moderado, centrista, empático y cercano, algo que, como dijo el excoordinador de IU, Antonio Maíllo, “en términos políticos es peligroso”.

Las veces que se le ha visto al presidente andaluz fuera de sitio han sido precisamente con el debate sobre la fecha electoral, algo que es de su exclusiva responsabilidad. Le pasó en enero pasado cuando se enfurruñó por el intento de la oposición de convocar un pleno extraordinario sobre el colapso en la atención primaria y amagó con disolver en febrero. Y le ocurrió el pasado martes, en la conferencia posterior al Consejo de Gobierno en Málaga, cuando un periodista le preguntó si se inclinaba por el 19 o el 26 de junio. “Da por hecho que va a ser en domingo. ¿Y por qué no un sábado o un viernes? Todo está abierto”.

En el PP muchos levantaron las cejas y achacaron la respuesta a que el presidente no estuvo fino. “Cachondeo”, “frivolidad”, “ocurrencia”, “irresponsabilidad”, dijeron desde la oposición. La única vez que en Andalucía las elecciones no se celebraron en domingo fue el 23 de junio de 1990, sábado, y fueron los comicios de mayor abstención de todos los celebrados (45,2%). Desde el martes, Juan Manuel Moreno evita las preguntas directas de los periodistas. Está inaugurando todo lo que le da tiempo, pero en intervenciones cerradas.

Mientras, los grupos parlamentarios trabajan con la previsión de que el último pleno se celebrará el miércoles y jueves próximos. En él está previsto aprobar dos iniciativas que le vienen bien al PP: las conclusiones de la comisión de investigación de la Fundación Andaluza de Formación y Empleo (gasto de 32.566 euros de fondos públicos en burdeles en la etapa socialista y casos de enchufismo) y la ley de Economía Circular, con la que vestir el discurso de la revolución verde del presidente de la Junta. De celebrarse la sesión, las elecciones serían el 26, pero aún quedan unas poquitas hojas en la manoseada flor.

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