Diseccionando a San Chin Choon
Las dudas se ciernen sobre el suministrador de los comisionistas Luceño y Medina: firmas “simuladas”, documentos falsos e ‘emails’ en un dudoso inglés impulsan el nuevo giro de la investigación por la presunta estafa al Ayuntamiento de Madrid
La investigación sobre los comisionistas Luis Medina y Alberto Luceño se ha convertido en una especie de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, una de las obras cumbre del teatro del absurdo. Al juez Adolfo Carretero y a la Fiscalía se les ha aparecido en la instrucción su particular Godot, bautizado en este sumario como San Chin Choon, ese personaje fantasma al que se espera durante días, pero que nunca llega. Las preguntas sobrevuelan sobre este presunto empresario malasio de 52 años, que suministró en teoría el material sanitario que usarían los imputados para estafar supuestamente al Ayuntamiento de Madrid. Un hombre al que el ministerio público trata de interrogar desde hace año y medio, y al que Luceño afirma haber visto en persona:
—Es el CEO de Leno, [la empresa que proporcionó los guantes, mascarillas y test de covid]. Y yo he estado reunido físicamente con él en Wanzhou — aseguró Luceño al fiscal en abril de 2021.
“Todo lo hice yo con San Chin Choon”, le repitió al juez Carretero en abril de 2022: “A este señor le vi en una operación que se hizo en China”. Pero el ministerio público siempre ha mostrado sus dudas sobre cómo participó el asiático en las operaciones comerciales. Así que la pregunta ya está sobre la mesa: ¿Quién es San Chin Choon? Otras acusaciones cuestionan, incluso, su existencia después de que las pesquisas dieran un nuevo giro este septiembre, cuando la Fiscalía Anticorrupción pidió al magistrado abrir una nueva pieza secreta para investigar si Luceño u otro hispanoparlante se encuentra detrás del supuesto empresario que ha enviado correos electrónicos al juez este verano, donde se respalda la versión de los comisionistas. Esos emails —escritos en inglés, pese a que Luceño contó que el malasio no habla este idioma— presentan “incorrecciones gramaticales” que “evidencian que ha sido redactado por alguien que [...] tiene el español como lengua materna”, subraya el fiscal.
A esa sospecha se suman otras que se acumulan en un sumario que ya suma cientos de páginas: firmas dobladas y “simuladas”, documentos falsificados, fechas que no casan...
El nuevo giro de guion no ha generado demasiada sorpresa en los partidos de la oposición, personados como acusación popular en la instrucción. Rita Maestre, portavoz de Más Madrid en el Consistorio de la capital, considera que las dudas sobre la identidad de Choon son “otro episodio más, delirante, de un caso de sinvergüenzas, de estafadores, que el alcalde ha intentado desde el principio ocultar y tapar”: “El Ayuntamiento no hace nada para esclarecer los hechos y depurar responsabilidades. Nos preguntamos por qué. Y la respuesta es sencilla: estas dos personas llegaron por recomendaciones de familiares de José Luis Martínez-Almeida”. En la misma línea se pronuncia Alejandra Jacinto, diputada de Unidas Podemos en la Asamblea regional: “Ahora resulta que uno de los comisionistas se dedica presuntamente a hacerse pasar por agente del CNI y a empantanar la investigación. Estos son los empresarios con los que Almeida ha hecho negocio en lo peor de la pandemia”.
Las fotos del empresario
San Chin Choon irrumpe muy pronto en esta enrevesada venta de material sanitario defectuoso al Ayuntamiento en lo peor de la pandemia, que permitió a los dos comisionistas embolsarse casi seis millones de euros, que después gastaron en artículos de lujo como coches, relojes, un yate o una casa. A las 13.37 del 24 de marzo de 2020, en plena negociación con Elena Collado, responsable del área de Compras del Consistorio, Luceño le envía un primer documento con el nombre del supuesto empresario y dos fotografías donde se le ve vestido con traje tradicional en una aparente ceremonia de condecoración.
Luceño ha contado varias veces que conocía a Choon desde, al menos, 2018. Que se reunió con él en persona y que lo nombró agente exclusivo de Leno para la venta, entre otros productos, de “azúcar” o “pollo”. También, que usaban a un intermediario —la policía intervino a Luceño un chat de Whatsapp con una persona apodada Anthony, según el sumario—. “Siempre he tenido relaciones con Leno”, le repitió al fiscal, a quien aportó documentos que supuestamente respaldaban sus palabras. Pero esos papeles son falsos, subraya Anticorrupción. Entre otros indicios “se aprecia a simple vista que la firma de Choon estampada en unos [documentos] es distinta de la estampada en otros”, recalca la acusación, que también incide en que, durante todo este tiempo, Luceño no ha aportado ninguna conversación con el empresario malasio, pese a la multitud de correos y whatsapps que constan en la causa. Ya pasaron casi dos años desde que la Fiscalía abrió la investigación.
Entre esos documentos firmados presuntamente por Choon, que el ministerio público considera falsos, se encuentra una carta donde se acuerda que los pagos de las comisiones se debían hacer a una cuenta titularidad de Luceño, quien después debía repartírselas con Medina, según pactaron. Aunque, según las pesquisas, el primero manejó el dinero a su antojo y, de los casi seis millones de euros que se llevaron, se quedó cinco.
En busca de Choon
La Fiscalía lleva desde mayo de 2021 intentando dar con Choon. Por aquellas fechas, el ministerio público envió a Malasia una petición de colaboración para que se localizara al empresario y se le interrogara por estos hechos. Pero las autoridades del país asiático respondieron que, tras encontrarlo, no quiso declarar. Sin embargo, sí respondió en abril de 2022 a una llamada telefónica de la agencia Efe, en la que respaldó la versión de los dos imputados: “Todo es limpio”, dijo.
En aquel momento, pese a que Malasia ya había informado de la negativa, Luceño garantizó al juez que se había vuelto a poner en contacto con Choon: “Y creo que ya ha declarado”. Entonces, el 22 de julio, el magistrado recibió un correo a nombre del empresario asiático, que respaldaba la versión de los investigados y dijo no entender por qué las autoridades de su país decían que no quería cooperar. Pese a las dudas, Carretero le pidió entonces que viajara a España para responder a sus preguntas, pero este ha contestado que “por motivos laborales” le es imposible. Eso sí, se ofrece a declarar en chino desde la embajada de España en Kuala Lumpur, y ha puesto posibles fechas y hora: el 21 o 28 de octubre a las 10.00, sobre las que el instructor no se ha pronunciado. De nuevo, Esperando a San Chin Choon.
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