Los narcotraficantes se arman como un ejército
La Fiscalía ve “muy preocupante” la incautación de armas cada vez más potentes, y la policía comienza a reforzar el blindaje de sus equipos
En una playa de Mojácar (Almería), un todoterreno emprende la huida. La Guardia Civil ha sorprendido a un grupo de narcos en pleno alijo de hachís y, acorralados, dos de ellos se juegan una última carta. A la desesperada y a toda velocidad, ambos tratan de escapar de los agentes sorteando la emboscada. Pero su coche impacta contra uno de los vehículos del instituto armado y acaban detenidos. Es entonces, en medio de todo ese barullo de película, con los nervios y la tensión a flor de piel, cuando los investigadores se topan con otro hallazgo de calado: intervienen a los traficantes un fusil de...
En una playa de Mojácar (Almería), un todoterreno emprende la huida. La Guardia Civil ha sorprendido a un grupo de narcos en pleno alijo de hachís y, acorralados, dos de ellos se juegan una última carta. A la desesperada y a toda velocidad, ambos tratan de escapar de los agentes sorteando la emboscada. Pero su coche impacta contra uno de los vehículos del instituto armado y acaban detenidos. Es entonces, en medio de todo ese barullo de película, con los nervios y la tensión a flor de piel, cuando los investigadores se topan con otro hallazgo de calado: intervienen a los traficantes un fusil de asalto AK, un potente arma de guerra.
Esta escena se produjo durante la operación policial bautizada como Uleyla y Mar 21, que permitió desarticular en 2022 una banda especializada en el desembarco de drogas en la costa levantina, según el Ministerio del Interior. No era la primera vez (ni la última) que las fuerzas de seguridad se topaban con un arma de ese tipo. En los últimos años se ha detectado un aumento de la potencia de las armas incautadas a los grupos de narcos, según coinciden varias fuentes policiales, jurídicas y de inteligencia. Y la preocupación comienza a palparse.
La Fiscalía de Andalucía —que se enfrenta a importantes epicentros del tráfico de drogas en la Península, como el Campo de Gibraltar y la Costa de Sol, además de a cientos de kilómetros de playa— decidió resaltarlo en su última memoria, publicada hace solo unas semanas: “La tenencia ilícita de armas en los lugares de custodia de la droga es muy preocupante, pero durante 2022 se ha podido comprobar el crecimiento de la potencia de las armas”.
Solo en esa autonomía, según los datos del ministerio público, se intervinieron tres AK-47 a tres bandas distintas el pasado año, y se localizó un impresionante arsenal escondido bajo el suelo de una vivienda en Chipiona. La Policía Nacional, que aseguró que nunca había hecho un descubrimiento de tal calibre en la zona de influencia de la Bahía de Cádiz, recuperó un AK-47, un fusil Zastava, un subfusil Skorpion (capaz de disparar 850 tiros por minuto), pistolas, revólveres, escopetas de dos cañones... “Todas en perfecto estado de funcionamiento”.
Fuentes de inteligencia subrayan que este fenómeno no ha ocurrido de un día para otro. Ha sido “progresivo”. Y, en estos últimos años, ha ido de la mano de la evolución que experimentó el propio mundillo del narco durante la pandemia de coronavirus, cuando estos grupos diversificaron su actividad delictiva ante la reducción del mercado de drogas por el confinamiento. A raíz de ello, insisten estas mismas fuentes, bandas de distintos sectores empezaron a colaborar más y, a su vez, reforzaron su protección para defenderse de los ataques de las rivales ante su mayor exposición.
Sin embargo, las fuerzas de seguridad insisten en no ser demasiado alarmistas. “Estadísticamente, en España el tráfico de armas es moderado o bajo respecto a otros países de nuestro entorno. Las incautaciones de este tipo de armamento siguen siendo esporádicas”, destaca el capitán responsable del Grupo de Tráfico de Armas de la Jefatura de Información de la Guardia Civil. Para este mando, el aumento de las incautaciones registrado en los últimos años ha estado motivado, en parte, por la propia eficacia policial. “Las operaciones contra el narcotráfico en la zona del Campo de Gibraltar y la Costa del Sol se han multiplicado. Ha habido más detenidos, más alijos incautados y, con ello, un mayor número de estas armas localizadas porque es, precisamente, el narcotráfico quien más las utiliza”, matiza.
Una inspectora de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, responsable de perseguir el tráfico de armas, incide en la misma idea y señala que estos grupos las utilizan “sobre todo, para hacer vuelcos [término utilizado en la jerga para referirse a los robos de droga que unas bandas hacen a otras] o para protegerse de ellos”. Precisamente, la Guardia Civil interceptó este 30 de agosto a un grupo de narcos que, armados con dos fusiles de asalto y tres armas cortas, transportaban 4,5 toneladas de hachís en dos camiones, tras haber recogido la mercancía en una playa de El Garraf (Barcelona). Según los investigadores, atendiendo al “armamento” que llevaban y su formación militar, los miembros de esta organización estaban listos para “enfrentarse a cualquier amenaza”, “incluso la policial”.
Y esa es una de las grandes preocupaciones: que, en un momento determinado, los traficantes pierdan la cautela y se produzcan enfrentamientos con los agentes con este tipo de armas —el pasado octubre, por ejemplo, una banda recibió a la Policía con tiros de arma larga y munición de caza en Lebrija (Sevilla)—. También se teme que, en plena operación policial, los sospechosos puedan confundir a agentes auténticos con narcos que se disfrazan de policías para hacer un vuelco, prosiguen fuentes de inteligencia. Así, descartan que su objetivo sea usarlas contra la población civil o contra la policía, pero asumen que el riesgo existe.
De hecho, el Ministerio del Interior ha decidido reforzar la seguridad de sus efectivos (especialmente, la de los desplegados en las costas andaluzas), y en mayo inició la licitación de un contrato para adquirir 112 escudos balísticos con capacidad para resistir el impacto de proyectiles de calibre 7,62 milímetros —el que usan los fusiles de asalto— disparados a tan solo 15 metros de distancia; además de impulsar la compra de 1.000 placas de alta capacidad de resistencia, con las que reforzar los chalecos antibalas. En el expediente de este concurso, el departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska recalca que es una “necesidad imperiosa” que las unidades destinadas en esta zona, por su “carácter operativo de primera intervención [en referencia a que son las que practican las detenciones]”, tengan esta protección ante la evidencia de que, cada vez en más ocasiones, se encuentran con “agresiones con armas de guerra”.
Este tipo de armas tan potentes se ha utilizado igualmente para ajustes de cuentas entre narcos, según relata una inspectora de la Policía, que incide en que la delincuencia común no suele tener acceso a ellas. “Porque, para conseguirlas, se necesitan contactos que solo tiene el crimen organizado”, detalla la agente, que apunta a un segundo factor que impide que aterricen en las manos de los pequeños delincuentes: su precio, “a veces por encima de los 6.000 euros”. El capitán de la Guardia Civil añade un tercero: “Tampoco les compensa. Su tenencia agravaría la pena del delito que hayan cometido con ella”. El Código Penal contempla hasta tres años de cárcel por la tenencia de una pistola; por armas de guerra, puede elevarse hasta los 10 años.
Los proveedores
Pero, ¿de dónde las sacan? La vía de entrada en España es diversa. “Hay dos principales. O bien los traficantes meten dos o tres [armas] en contenedores marítimos, en los que también alijan droga. O las introducen por carretera, escondidas en vehículos caleteados [con habitáculos ocultos]”, explica la responsable de la Policía. El oficial de la Guardia Civil añade que buena parte de los arsenales intervenidos se componen de armas inutilizadas o detonadoras —que producen solo sonido— para coleccionistas, que se modifican para que vuelvan a disparar. Así trabajaban dos alemanes y un inglés detenidos por el instituto armado en 2020 en Coín (Málaga), considerados como los principales proveedores de narcos de la Costa del Sol y el Campo de Gibraltar. Ellos se habían especializado en adquirir las armas en Europa del Este y traerlas de contrabando a España, donde les cambiaban el cañón, les borraban el número de serie y las pintaban. Quedaban como nuevas. Les pillaron, entre otro material, 160 armas (incluido 22 AK-47, ocho subfusiles y una granada con kilo y medio de explosivo militar.
Los investigadores han detectado en los últimos años algún caso de armas o componentes fabricados con impresoras 3D, que se completan con elementos metálicos. En 2021, la Policía detuvo en Tenerife a una persona que había elaborado 19 armazones de armas cortas con esta tecnología. En agosto de 2022, arrestó a otra en A Coruña que había dado un paso más allá y había fabricado en su casa un subfusil de asalto AR-9.
Con los ojos puestos en Ucrania
En septiembre de 2022, un informe de la Policía ya alertaba del riesgo de que, tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, se produjera en Europa un incremento “a corto y medio plazo” del tráfico ilícito de armas de guerra procedentes de arsenales sin control de uno y otro contendiente. Sin embargo, expertos de las fuerzas de seguridad coinciden en que, hasta la fecha, no se ha detectado en el continente grandes movimientos de armas desde esa zona. El capitán de la Guardia Civil está convencido de que ocurrirá “cuando la guerra termine”. Fuentes de la inteligencia española lo ratifican: cuando finalice el conflicto habrá “una gran oferta” de armas que se han facilitado a Ucrania y habrá que estar atentos hacia dónde se canalizan. Como ejemplo, argumentan que una parte del actual mercado negro se alimenta de las utilizadas en un enfrentamiento finalizado hace más de 20 años, el de los Balcanes (1991-2001).
De hecho, uno de los fusiles de asalto utilizados por el crimen organizado de forma más habitual en España, además del célebre AK-47, es una versión yugoslava del mismo, el Zastava M-70, muy utilizado en esa guerra. También son apreciados en el mercado negro el Skorpion vz-61, un subfusil checoslovaco de la década de los sesenta, y el fusil de patente alemana HK G-36, utilizado por ejércitos de varios países, entre ellos el español.
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