Asturias reconvierte las galerías mineras en centros tecnológicos
Un laboratorio subterráneo relacionado con la industria espacial o invernaderos a seiscientos metros de profundidad son algunos de los proyectos que se desarrollarán en parte de los 5.000 kilómetros de túneles de los pozos ya inactivos
El Gobierno de Asturias trabaja para poner en marcha centros de desarrollo tecnológico de vanguardia en distintos pozos mineros ahora en desuso. El objetivo es aprovechar uno de los grandes patrimonios de la región: los cinco mil kilómetros de galerías y espacios de los yacimientos mineros como lugares de desarrollo de la nueva revolución tecnológica a profundidades que pueden alcanzar los seiscientos metros.
Tras siglo y medio de actividad minera que llegó a dar empleo hasta cincuenta mil personas en Asturias, el Principado trabaja en cuatro grandes proyectos en las dos principales cuencas: Caudal y Nalón, a través de la Agencia de Ciencia, Competitividad Empresarial e Innovación Sekuens, que será la encargada de gestionar las iniciativas. Hunosa, empresa propietaria de las infraestructuras y terrenos, se limita a poner a disposición del Principado espacios e instalaciones; la Universidad de Oviedo se encargará de la parte de la investigación en varias de las propuestas, y el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) se ocupará de desarrollar una de las iniciativas vinculadas a la agricultura subterránea.
El consejero de Ciencia, Empresas, Formación y Empleo, Borja Sánchez, lleva trabajando tres años en los proyectos singulares que ahora quieren ver la luz en dos de las cuencas mineras. “Lo que queremos es que esas infraestructuras que en su día fueron tan importantes para el desarrollo económico de Asturias como región, hoy puedan tener otros usos más ligados a las nuevas actividades productivas. Queremos que sean plataformas de desarrollo tecnológico, queremos poner a las minas en el epicentro de la transformación de la actividad productiva de Asturias”.
Los viejos pozos mineros son ahora el epicentro de un cambio del sistema de producción. De producir energía, extraer minerales y transformar metales, lo que se pretende ahora es ir produciendo paulatinamente tecnología.
“Hay mucho terreno, mucho suelo industrial y sobre todo hay una gran reserva de agua, que se pueden utilizar con fines de sostenibilidad energética y que pueden hacer más sencillos ciertos desarrollos tecnológicos. Los yacimientos mineros son una reserva estratégica de agua que puede tener numerosos usos, desde refrigerar grandes instalaciones de datos, por ejemplo, hasta aplicaciones para agricultura o el desarrollo de otras industrias que sea intensivas en agua”, señala el consejero asturiano.
Los proyectos
Pozo Santiago (Aller). En este caso el Principado plantea una actuación singular: un laboratorio subterráneo en las viejas galerías. El objetivo es abrir una línea de investigación disruptiva relacionada con la industria espacial y centrada en la habitabilidad de la Luna. Será una plataforma de desarrollo y prueba de tecnología para habitar la Luna. El planteamiento es la creación de un equipamiento de altas prestaciones donde se pueda trabajar en condiciones especiales sobre nuevos materiales, impresión 3D, técnicas de fabricación, producción de energía, farmacología...
El consejero de Ciencia pone como ejemplo la misión Artemis: “Sabemos que la comunidad internacional está planeando establecer un asentamiento estable en la Luna y nosotros creemos que podemos proveer una infraestructura donde se desarrolle la tecnología necesaria para ese asentamiento”.
El punto de partida es asimilar las galerías de la mina a los tubos de lava volcánica de la Luna, que son donde la comunidad científica está planteando realizar esos asentamientos. Este mismo año se realizará un estudio de viabilidad del proyecto, que será donde se fije el espacio necesario las galerías subterráneas más adecuadas y también las tecnologías que podrán probarse. La vocación del proyecto es internacional, “una de las cuestiones clave del proyecto del pozo Santiago es posicionarlo con las grandes agencias espaciales”, asegura Borja Sánchez.
En este proyecto, juega un papel importante la Universidad de Oviedo, que cuenta desde hace años con el Instituto de Ciencias y Tecnologías Espaciales de Asturias, un referente europeo en investigación tanto astrofísica y astronómica como también la relacionada con desarrollos industriales y de transferencia en la industria aeroespacial. De hecho, colabora de forma regular con la NASA y con la Agencia Europea del Espacio. Esa colaboración va a verse reforzada a partir de octubre con la incorporación a través del programa ATRAE de Noemi Pinilla, una investigadora de primer nivel internacional que participa en algunos de los programas de observación con el mayor telescopio espacial de la historia, el James Webb.
Pozo San Jorge (Aller). El proyecto del Gobierno prevé la instalación de un centro de proceso y almacenamiento de datos en la sala de máquinas del pozo, que será la base de la “nube asturiana”. El objetivo es contar con una instalación singular que ofrezca soluciones tecnológicas, garantice la ciberseguridad y posibilite trabajar con inteligencia artificial, big data o el internet de las cosas (IoT) a las administraciones del Principado de Asturias. Para este proyecto, la Agencia de Ciencia Sekuens cuenta con un presupuesto de tres millones vinculados al Fondo de Transición Justa (FTJ) y en el desarrollo participará la sociedad Gestión de Infraestructuras Públicas de Telecomunicación del Principado de Asturias (Gitpa).
Pozo Barredo y bocamina Mariana (Mieres). Esta mina en la que se enmarca el campus universitario de Mieres ya cuenta con un proyecto activo de geotermia desarrollado por Hunosa y la Universidad de Oviedo. El objetivo ahora es avanzar hacia la investigación y producción de hidrógeno verde a partir de los millones de metros cúbicos de agua que hay en su fondo.
Pozo Carrio (Laviana). Una de las actuaciones singulares está enmarcada en la agricultura del futuro, con la puesta en marcha de invernaderos bajo tierra aprovechando una de las galerías para cultivos vegetales en oscuridad, sin luz solar y con lámparas led como única iluminación. La directora del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario, Mamen Oliván, confía en que el proyecto pueda ponerse en marcha este mismo año.
Como punto de partida se plantea un plan piloto de cultivos hidropónicos bajo tierra para experimentar con variedades. “Nos permitirá ensayar qué tipo de luces led deben utilizarse para distintos cultivos, para en una fase posterior tener la posibilidad de escalar la producción y centrarnos en productos que puedan ser de interés para la agricultura”, asegura Oliván.
Este proyecto se enmarca en un plan complementario, Agroalnext, que cuenta con financiación europea y con la participación de distintas comunidades autónomas.
Un ejemplo de este tipo de cultivos es el proyecto Growing Underground de Londres, invernaderos instalados en los túneles de los búnkeres de la segunda guerra mundial. La diferencia es que en las galerías mineras se cuenta con agua en abundancia que no compite con el agua de consumo y con condiciones ambientales de temperatura y humedad estables.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.