Los narcos del Estrecho se exhiben en TikTok

La policía ve con preocupación la ostentación que los traficantes hacen de sus acciones en las redes sociales

Los narcos del Estrecho chulean de alijos en vídeos de TikTokVídeo: EPV

Un hombre posa tumbado sobre decenas de lo que parecen fardos de hachís a bordo de una narcolancha. Cuatro semirrígidas abarloadas las unas a las otras en el mar, la del centro llena de garrafas de gasoil. Otra goma surca el agua con cuatro tripulantes ordenando más fardos, mientras de fondo suena una letra machacona: “Un beso, para los que siguen presos”. Son algunos de los vídeos de ostentación del narco de las decenas que pueblan TikTok, la nueva red favorita de los traficantes del Estrecho para exhibir con chulería ...

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Un hombre posa tumbado sobre decenas de lo que parecen fardos de hachís a bordo de una narcolancha. Cuatro semirrígidas abarloadas las unas a las otras en el mar, la del centro llena de garrafas de gasoil. Otra goma surca el agua con cuatro tripulantes ordenando más fardos, mientras de fondo suena una letra machacona: “Un beso, para los que siguen presos”. Son algunos de los vídeos de ostentación del narco de las decenas que pueblan TikTok, la nueva red favorita de los traficantes del Estrecho para exhibir con chulería sus alijos de hachís. Después de pasar tres años de perfil bajo debido al cerco policial, hay agentes que ven con preocupación la vuelta a las andadas, justo en unos días en los que el Guadalquivir y sus alrededores han dejado claro que esta droga sigue bien presente en la zona.

“A los grandes no se les ve el pelo, pero los lugartenientes, los que están por debajo, son los que hacen otra vez más ostentación. Han estado un tiempo más aplacados, pero el resurgir es como las margaritas”, resume un guardia civil de La Línea de la Concepción (Cádiz). El agente traza el paralelismo de lo que vuelve a ver en las calles de su ciudad con lo que ocurre en TikTok, plagado de vídeos en los que se alardea de alijos y de movimientos de narcolanchas. Basta con buscar las palabras “goma” y “Estrecho” para localizar estas grabaciones, la mayoría subida por cuentas anónimas o con nombres presumiblemente falsos en estos últimos meses.

En las tomas, aparecen tripulantes embozados mientras navegan por el mar con hachís o petacas de gasolina y hacen gala de mañas propias de los narcos de la zona, como amarrar con cinchas los cubremotores para que no salten con las altas velocidades. La mayoría de las cuentas que suben este contenido son conocidas por los agentes, según confirman hasta dos investigadores de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, sin aportar más detalles. Presumiblemente, la mayor parte de los vídeos ni siquiera han sido grabados por ellos, como apunta una fuente cercana al mundo del narco. Pero la mera difusión molesta a quienes llevan años enfrascados en acabar con la sensación de impunidad que se instaló entre los traficantes de hachís en el Estrecho. “El sentimiento es de impunidad y dices, ¿a esta gente no se la detiene?”, se pregunta, contrariado, un agente del instituto armado.

“Estos son aspirantes de narcos. Los experimentados en la materia no son de hacer estas cosas”, reconoce una fuente cercana a los traficantes. Al otro lado le dan la razón. “Los que hacen el tonto en redes sociales son de poca monta, los gordos no juegan con esas cosas. Son little narcos”, explica con sorna un investigador de la Policía Nacional en Cádiz. De hecho, pese a la alarma social que ese tipo de publicaciones generan, no son estos vídeos los que más preocupan o focalizan el interés de los agentes, más centrados en buscar en internet el rastro que los capos o sus cercanos dejan de su vida. Y eso no es tan sencillo, después de que los nombres propios del hachís saliesen escarmentados de su chulería y de que ellos mismos diesen orden a los suyos de no pasarse de listos en redes como Facebook o Instagram.

El reguetón de Isco Tejón, uno de los dos hermanos Castaña, conocidos como los reyes del hachís, en el videoclip Candela en octubre de 2018 abrió esta veda en las redes. Su participación estelar rodeado de chicas semidesnudas y botellas de champán enervó a las fuerzas de seguridad que, para ese entonces, ya estaban inmersas en el Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar, puesto en marcha en el verano de ese año. En aquel momento era común que los narcos y sus peones alardeasen en sus redes sociales —con sus nombres y apellidos y perfiles en abierto— de dedicarse al tráfico de hachís y del lujo que les deparaba. Pero tal fue el descaro que hasta sufrieron la traición interna de uno de los suyos, que creó un perfil anónimo en Instagram y difundió tríos amorosos, cuernos y fiestas. Una respuesta que duró horas y dolió especialmente a los narcos señalados.

Después de aquello y de los miles de detenciones que suma el cerco policial, los traficantes aprendieron y abandonaron la chulería, tanto en la red como en la vida real, donde dejaron de pasearse en coches lujosos. Más de tres años han pasado en este silencio, hasta que han vuelto a atreverse a presumir. La policía relaciona los perfiles que difunden esos vídeos de alijos con la reapertura de muchos de los gimnasios que fueron precintados en el pasado, involucrados en investigaciones de blanqueo de capitales por narcotráfico. “Se nota que han vuelto a las andadas: les puedes ver entrando y saliendo como antes. Ellos, con los Land Rover, ellas con mucho gimnasio”, explica el agente.

Más movimiento en el Guadalquivir

“El tráfico de drogas nunca ha cesado, que lo detectemos más o menos es otra cosa. Parece que hay otra vez más ostentación, pero el principio de autoridad se ha recuperado y creo que no se ha perdido”, apunta un policía de la zona. Su compañero de la Policía Nacional de Cádiz cree que, por ahora, no ha habido grandes cambios y vincula la chulería a tiempos del año, como el verano, “cuando están todo el día de fiesta”. Pero los vídeos de TikTok se unen a otros indicadores que apuntan a que, tras un periodo de aparente calma, el negocio se está moviendo de nuevo, en zonas como el Guadalquivir y sus alrededores. El día 17, los guardias civiles de una patrullera contemplaban cómo hasta cuatro narcolanchas vacías les sorteaban a gran velocidad en el río para internarse en el mar. Esa misma noche, otra patrullera detuvo a los cuatro ocupantes de una narcolancha —uno de ellos, con identificación militar de Ceuta— cargada de petacas de gasolina.

El jueves de madrugada, la persecución entre un furgón con luces apagadas y sobrepeso y la policía por la zona de Sanlúcar acabó con la incautación de 111 fardos y un fusil AK-47, que antes no dudaron en usar contra los agentes. La Operación Lustre Paniagua, realizada por la policía y la Agencia Tributaria entre octubre y ahora también ha acabado con la incautación de tres subfusiles, más droga (cuatro toneladas) y, en este caso, nueve detenidos. La duda está ahora en saber si el narco está volviendo a las andadas de su desafuero, impulsado por el fin de unos procesos judiciales de los que, por ahora, no están saliendo muy trasquilados, y por el fin de OCON, el órgano de la Guardia Civil que luchó contra el narco hasta el año pasado.

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